Pasión Inocente (Breathe In en inglés, de hecho un título mucho menos cursi) es la peor película que he visto en lo que va del año. De hecho, esta cinta tiene el “honor” de ser la primera filme en recibir una sola estrella en mi blog. Es un drama tonto, exagerado, cursi y telenovelezco producido por un director con ambiciones “artísticas”, quien no se da cuenta que está operando con un guión sexista, estúpido y lleno de clichés (el cual fue co-escrito por él, dicho sea de paso.) Es un filme que no me aburrió únicamente porque comencé a burlarme de todo lo que sucedía en pantalla, y porque simplemente estaba interesado en ver cuántos estereotipos y clichés adicionales iban siendo arrojados por el director y co-guionista Drake Doremus (Like Crazy.) Realmente no me esperaba que fuera tan terrible.
La trama es totalmente predecible y llena de clichés. Keith Reynolds (un extremadamente desperdiciado Guy Pearce) es un profesor de secundaria que vive en las afueras de la ciudad de Nueva York. Enseña el curso de música en un colegio cerca de casa, y trabaja a medio tiempo con una sinfónica. Vive con su esposa, Megan (Amy Ryan) y su hija de 16 años, Lauren (Mackenzie Davis.) Tienen una vida bastante tranquila, pero todo cambiará cuando una estudiante de intercambio británica llamada Sophie Williams (Felicity Jones, a quien vimos hace poco en un papel pequeño en El Sorprendente Hombre Araña 2) llega a casa. Es una chica de 18 años aparentemente “madura” y “profunda”, quien prefiere leer libros en vez de salir a fiestas, toca el piano increíblemente, y mantiene la misma expresión durante la mayoría del filme. Poco a poco Keith se irá enamorando de ella, lo cual destruirá tanto su vida familiar como la profesional.
Sí, es una película de adulterio, pero incluso estos temas choteados y potencialmente melodramáticos pueden ser usados para producir películas de calidad si es que se tiene un buen guión. Si uno se concentra en los conflictos familiares, en crear personajes bien desarrollados y complejos, e incluso más importante, en evitar clichés y exageraciones, es muy posible crear una buena película con esta temática. Lamentablemente, Doremus no hace nada de esto. El filme comienza de manera bastante decente, pero a poco a poco va hundiéndose bajo sus propios estereotipos, diálogos malos y personajes idiotas. Se siente como una telenovela mexicana filmada de manera “artística”, llena de cambios de foco, tomas de la naturaleza, tomas de casas vacías y gente tocando música clásica. Todo es increíblemente pretencioso, y a menos que uno se trague las porquerías que Doremus nos presenta, es imposible no sentir náuseas.
Yendo a ver el filme al cine (porque sí, la vi en una sala de cine, y en Avant Premiere encima, la noche antes de que se estrene oficialmente en las pantallas gigantes peruanas), no pensé que la película fuera a ser tan mala. “OK”, me dije a mí mismo, “ es una película de adulterio, ¡pero es independiente! ¡Y tiene a Guy Pearce! ¿Qué tan mala puede ser?” Pues resulta que bastante. Guy Pearce es horriblemente desperdiciado interpretando a un personaje imbécil e infantil, con el cual es casi imposible identificarse. Se trata del típico niño en cuerpo de hombre que uno encuentra en la mayoría de películas de Kevin James… pero sin la comedia. Keith es infeliz porque no puede vivir sus sueños, porque tenía una banda… pero se salió para casarse con Megan. Quiere vivir en Nueva York… pero Megan no le deja. No le gusta ser profesor… pero lo hace para mantener a Megan y su hija. ¡Quiere ser espontáneo!… pero Megan prefiere la vida tranquila. Es un personaje que se supone nos debe dar lástima porque no puede vivir sus sueños… ¡y todo por culpa de su esposa! ¿Se supone que esto debería justificar el que cometa adulterio? ¿Y con alguien veinte años menor que él? Pearce no hace un mal trabajo teniendo en cuenta las circunstancias, después de todo, es un muy buen actor. Simplemente da lástima verlo interpretar a un personaje tan estúpido.
Y esto me lleva a lo siguiente: la representación de las mujeres en esta película es horrible. Como mencioné antes, Megan es presentada como una mujer molesta y que no piensa en los sueños de su marido, y que aparentemente le arruinó la vida. Lo peor es que se trata de una caricatura que ni siquiera está bien desarrollada. Al menos a Keith le dan una historia previa y hobbies e intereses; lo único que nos enteramos de Megan es que le gusta coleccionar y vender jarras de galletas y arruinarle la vida a su marido. A la Lauren de Mackenzie Davis no le va mejor; comienza como una adolescente estereotípicamente feliz y engreída, y termina haciendo cosas realmente idiotas y sin sentido. No arruinaré las últimas escenas de la película; sólo cabe decir que el personaje comienza aburrido y termina desesperando. La Sophie de Felicity Jones es una “destruye-hogares” que se supone es “diferente” y “especial” porque toca el piano y lee libros. ¿Se supone que por eso Keith se comienza a enamorar de ella? ¿De una chica británica que aparentemente no piensa en los sentimientos de los demás ni en como está arruinando la vida de una familia entera?
Quizás todo está podría ser justificado si es que se viera de manera convincente cómo es que Keith y Sophie se enamoran… pero no. Se trata de uno de los romances peor desarrollados y a la vez cursis (sí, una combinación extraña que sólo un bodrio como este sería capaz de crear) que jamás haya visto… ¡y eso que me he visto todas las películas de Crepúsculo! Los dos personajes comparten pocas escenas, tienen cero química entre ellos, y se “enamoran” al parecer sólo porque él es guapo y ella es bonita. “¡Pero Sebastián!”, me dirán, “¿No había más razones?” Bueno, se supone que se atraen por la música y porque ella es más madura de lo que parece… pero esto simplemente no funciona. Funcionaría si el personaje de Sophie fuese agradable y bien desarrollado, pero ese no es el caso. La chica es casi muda, actúa de manera irracional la mayoría del tiempo (en realidad todos los personajes actúan de manera irracional, ahora que lo pienso) y en general nunca se ve bien por qué ellos quieren estar juntos y arriesgar las vidas de ambos. Hay una escena en el bosque, cerca del lago, en donde se echan juntos y hablan, que casi me hace vomitar–el diálogo es peor (!) que el de Crepúsculo, con los actores tratando de hacernos ver que sus personajes son diferentes y únicos y profundos. No me hagan reír. (Bueno, de hecho sí me hicieron reír….)
Casi llegando al final yo ya me había rendido, por lo cual ver el que una película terrible tuviese un final incluso peor no me sorprendió en lo absoluto. Los últimos veinte minutos de metraje son los más imbéciles e irracionales del filme, y créanme, eso es decir algo. Les diría que vayan a verla al cine aunque sea para burlarse y reírse, pero eso sería pedirles que desperdicien su dinero. Nunca hago este tipo de recomendaciones, pero creo que ese es un caso especial: si quieren burlarse de cursilerías y clichés y personajes estúpidos y una representación sexista y fantasiosa de la mujer, agarren un par de botellas de su licor de preferencia, descarguen la cinta de Internet, y mírenla. Probablemente sea la única manera de sacarle el jugo al filme, y la única razón por la cual no le pongo cero o media estrella a Pasión Inocente. Es muy tonta y frustrante, ¡pero al menos no es aburrida! En ese sentido Doremus y su equipo lograron hacer algo, aunque probablemente no lo que ellos tenían en mente.
Agradecimientos especiales a Vanessa Castro Chesterton, por acompañarme a ver esta tontería, y por compartir una divertida discusión sobre la cinta conmigo al salir del cine.
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