“Desafiantes” es el título perfecto para la primera de dos películas que Luca Guadagnino (“Llámame por tu nombre”) está estrenando este 2024 (la otra es “Queer”, con Daniel Craig). Después de todo, lo que hace es narrarnos la historia de tres personajes que solamente encuentran desafíos en la vida: en el tenis que tanto les apasiona, en sus vidas privadas, y sobre todo, en el amor y la lujuria. De alguna u otra manera, son protagonistas que crean sus propios conflictos; que terminan siendo tan competitivos que les cuesta desarrollar vínculos humanos reales. Todo lo ven como una competencia, y por ende, todo lo ven de forma binaria: está el ganar, y está el perder. Nada más.
Pero me adelanto un poco. Al comenzar la película, vemos como Art Donaldson (Mike Faist, de la obra maestra musical de Spielberg, “Amor sin barreras”) está jugando un partido de tenis contra Patrick Zweig (Josh O’Connor, de “The Crown”) frente a Tashi (Zendaya), como parte de la final del ATP Challengers Tour. Rápidamente, sin embargo, la película nos remonta a trece años después, donde vemos como los dos amigos, aparentemente inseparables desde los doce años, conocen a Tashi, una tenista ya establecida y con contratos con diferentes marcas. Ella parece agarrarle cariño rápidamente a los dos, lo cual resulta en una memorable y candente escena de casi-trío en una habitación de hotel.
Es así, pues, que “Desafiantes” se va desarrollando a través de dos líneas narrativas claras: la primera, que se lleva a cabo en el presente, nos presenta casi exclusivamente el partido de tenis ya mencionado, en el que nos damos cuenta de dos cosas: 1) Patrick no la logrado progresar mucho a nivel profesional en los últimos trece años, y 2) Art y Tashi están viviendo un matrimonio de poco amor y menos pasión. Y en los flashbacks, vemos diferentes eventos importantes en las vidas de los tres, muchos de los cuales involucran traiciones, malentendidos, obsesiones profesionales, y hasta lesiones importantes. “Desafiantes” nos cuenta la historia de un pseudo triángulo amoroso a través de los años, entonces, siempre en el marco del competitivo mundo del tenis semi profesional y profesional.
Lo que muy bien hubiese podido resultar en una experiencia telenovelesca y exagerada, bajo la batuta de Guadagnino se convierte en un filme intenso y constantemente sorprendente, que mantiene al espectador adivinando y cambiando de bandos. Al inicio, puede que uno se ponga del lado de Patrick, un atleta venido a menos que en el presente no tiene plata y mucho menos prestigio. Pero luego de ver algunos flashbacks, uno podría terminar empatizando con Art, alguien aparentemente bondadoso que ha sido manipulado a través de los años tanto por su mejor amigo como por su ahora esposa. ¿Pero qué hay de Tashi? ¿Una atleta que muchísimo potencial, cuya carrera llegó a un abrupto final debido a una lesión por la que culpa a Patrick? Lo que tenemos acá son personajes complejos, resentidos, obsesionados con ganar y no dejar que les ganen.
Ninguno de ellos, sin embargo, representa eso mejor que la Tashi de Zendaya. Alejándose de los roles adolescentes, la conocida actriz de “Spider-man” y “Duna” interpreta a la tenista y eventual entrenadora como una persona que siempre tiene el ojo en el objetivo. No es alguien que disfrute de las relaciones amorosas tradicionales, si no más bien una mujer que siempre está pensando en cómo ganar y en el presente, en cómo hacer que su esposo gane. Es obsesiva, no siempre tiene en cuenta los sentimientos de los demás, y no tiene tiempo —ni paciencia— para gente que considera como débil, cobarde o poco interesante. Si Zendaya logra convertir a Tashi en alguien (relativamente) simpático, es porque le entrega algunos pocos momentos de vulnerabilidad. Momentos que nos dice que tiene algo de autosconsciencia, por muy breves que sean.
Por su parte, Art y Patrick son como dos lados de una misma moneda. Dos caminos muy distintos que un atleta con talento y disciplina podría tomar. Por un lado, Patrick es increíblemente arrogante y seguro de sí mismo, siempre sospechando de los demás, consciente de que no es necesariamente el mejor. Incluso en el presente no ha madurado, y trata de manipular a Tashi días y horas antes de su partido con Art. O’Connor lo interpreta con carisma y vulnerabilidad, siempre con un brillo en el ojo que nos dice que no se toma todo lo que le toca vivir en serio.
Y por otro lado está el Art de Mike Faist. Se trata de alguien que, a diferencia de su mejor amigo, sí se toma en serio el deporte, y por ende llega muy lejos. Pero llega lejos, también, debido a su dependencia a Tashi —después de todo, Art es alguien inseguro, cuyo desempeño en el tenis puede variar mucho dependiendo de sus cambios de ánimo, y que necesita a alguien como Tashi a su lado. Faist lo interpreta de forma completamente verosímil, dejando muy en claro cómo podría atraer a alguien como Tashi y lucir bien en la cancha, pero también como una figura triste, por momentos patética, que se deja golpear por la vida y a quien le cuesta en algunas situaciones seguir adelante.
Estos personajes terminan habitando un mundo que es capturado con estilo por Guadagnino, haciendo uso de todo tipo de recursos visuales para mantener atento al espectador. Los partidos de tenis en particular son dirigidos con aplomo, manteniendo un gran nivel de energía para que nunca se sientan repetitivos y más bien transmitan la importancia que tienen en el contexto de la historia. Y Guadagnino usa de todo: planos de perspectiva de los jugadores, una secuencia desde la perspectiva de la pelota, planos nadir (en donde el suelo de la cancha es transparente), y un manejo de cámara fluido y enérgico, que a veces nos sitúa dentro de la cancha, y a veces afuera, mirándolo todo desde lejos (o desde la perspectiva de Tashi, en medio del público). Es todo muy atractivo, y le permite a “Desafiantes” desarrollar una estética propia, que además logra diferenciar al presente de los múltiples flashbacks.
Habiendo ya visto “Desafiantes”, pues, me arrepiento de no haberla experimentado en el cine. Se trata de una experiencia hipnotizante, llena de momentos verdaderamente tensos y que logra cautivarnos gracias a sus protagonistas complicados, vengativos, por momentos antipáticos pero nunca nada menos que interesantes. Tanto Zendaya como Faist y O’Connor están en su mejor momento, y Guadagnino dirige el filme como si no hubiese un mañana, extrayéndole todo el suspenso y energía y color posible a la narrativa. “Desafiantes” es una película sobre tenis, pero también sobre relaciones y celos y obsesiones y el concepto de ganar. Sus protagonistas se dedican a jugar en la cancha, sí, pero eso no quiere decir que dejen de hacerlo fuera de la misma —y es ahí donde radica lo más divertido de “Desafiantes”.
Nota: vi Desafiantes gracias a un screener provisto por Amazon MGM Studios.
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