Alien: Romulus

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Lo que Fede Álvarez (“No respires”) ha hecho con “Alien: Romulus” es regresar al concepto básico de la franquicia. Olvídense de los temas épicos y existenciales de las dos precuelas dirigidas por Ridley Scott, o de las estilizaciones de las secuelas de David Fincher y Jean Pierre Jeunet. Lo que tenemos acá es una nueva entrega que se lleva a cabo entre “Alien” de Scott y “Aliens” de James Cameron, y que se siente como un retorno a un universo sucio, deprimente y cercano. Sí, hay más referencias de las que me hubiese imaginado a ciertas entregas de la saga, pero al menos en tono y estilo y estética, “Alien: Romulus” le debe muchísimo a la película original de 1979.

Lo cual es bueno y malo a la vez. Bueno porque nos han recordar, hasta cierto punto, por qué nos enamoramos de este concepto hace ya tantos años, y porque logra hacer algunas cosas distintas a través de una llamativa estética retrofuturista. Pero malo, en especial, cuando se concentra en repetir líneas de diálogo clásicas, incluir referencias demasiado obvias a otros filmes de la saga, o desarrollar conceptos poco originales. El balance general es positivo, por supuesto, y en especial agradezco la mayoría de decisiones tomadas durante el tercer acto del filme. Pero si lo que buscan es algo 100% nuevo, no lo encontrarán en “Alien: Romulus”. Se siente, más bien, como un “Greatest Hits”; súper bien hecho, por supuesto, pero por momentos redundante.

La protagonista de “Alien: Romulus” es Rain (Cailee Spaeny, quien a estas alturas del partido ya podemos decir que está a punto de convertirse en una verdadera estrella), una de millones de trabajadoras mineras explotadas de la compañía Weyland-Yutani que vive en una colonia remota junto a su pseudo-hermano sintético, el inocentón Andy (un excelente David Jonsson). Su suerte cambia, sin embargo, cuando sus amigos le hacen una propuesta: tomar una pequeña nave, e ir a una estación espacial abandonada que flota en el espacio cerca a su planeta, para por fin escapar de esta colonia infernal y buscar mejor suerte en otro lugar.

Es así, pues, que Rain se adentra en dicha estación junto a su amigo Tyler (Archie Renaux), el antipático Bjorn (Spike Fearn), la embarazada Kay (Isabela Merced), la piloto Navarro (Aileen Wuu), y por supuesto, el amable Andy. Pero una vez que llegan ahí con el propósito de encontrar pequeñas cámaras de criosueño para poder viajar a otro planeta en su nave, se dan con la sorpresa de que algo terrible pasó en la estación. Primero se encuentran, como se deben imaginar, con los famosos “Facehuggers”, y eventualmente, con el Xenomorfo, aquella criatura perfecta que solo piensa en matar y reproducirse, y que resulta prácticamente invencible gracias a que tienen ácido en vez de sangre. Es así que su misión de escape rápidamente se torna en una de supervivencia —y si han visto cualquier otro filme de la franquicia, sabrán que cumplirla no será para nada fácil.

A nivel narrativo, lo mejor de “Alien: Romulus” está en su primer y último tercio. Al inicio, el filme hace un buen trabajo estableciendo la vida que lleva Rain, presentándola como una chica de pocas oportunidades y menos recursos, que decide escapar de un planeta lleno de explotación y enfermedades, controlado por una corporación a la que su gente le importa poco o nada. Las motivaciones de nuestra protagonista resultan ser claras, pues, y sirven para que uno se preocupe a sobremanera por ella una vez que se adentra en la estación espacial —sabemos que no PUEDE regresar a su colonia, y que por más de que se tenga que enfrentar a estos horripilantes alienígenas, nada le queda en su antiguo hogar. Tiene que enfrentarse a sus obstáculos y mirar hacia el futuro.

Por otro lado, el último tercio funciona gracias a ciertas decisiones narrativas bastante locas, las cuales, para mi sorpresa, no solo vinculan a esta nueva película a ciertas secuelas previas de “Alien”, si no también a algunas de las ideas desarrolladas por Ridley Scott en “Prometeo” y “Alien: Covenant”. Es así que “Alien: Romulus” se convierte en una suerte de puente que une las diferentes etapas de la franquicia, sintiéndose, nuevamente, como un retorno a lo básico, pero con un ojo pegado al futuro, como si Álvarez nos estuviese diciendo: “okey, ya pegué lo que tenía que pegar, ¿ahora que viene?” Esto no quiere decir, felizmente, que la cinta concluya con un frustrante “cliffhanger” ni mucho menos. Pero a la vez, no resulta difícil imaginarse cómo una secuela directa podría llevarse a cabo.

Es en ciertos elementos exageradamente nostálgicos, sin embargo, donde residen los mayores defectos de “Alien: Romulus”. No quiero incluir “spoilers”, así que solo diré que la aparición de cierto personaje antiguo no funciona, no solo por razones narrativas, si no también de presentación (o de utilización de efectos visuales). Y aunque seguro algunos fans se emocionarán por la inclusión de líneas de diálogo repetidas de películas previas, siento que acá simplemente no funcionan, y se sienten más como “fanservice” gratuito y descarado que como referencias divertidas; de hecho, me molesta bastante que uno de los mejores personajes nuevos se vea obligado a repetir una línea de diálogo clásica que acá poco o cero sentido tiene.

No obstante, en términos generales, he disfrutado bastante de lo que Álvarez ha hecho con “Alien: Romulus”. Puede que los Xenomorfos aparezcan por menos tiempo de lo que a ciertos fanáticos les hubiese gustado, pero son desarrollados como verdaderas amenazas; como fuerzas de la (anti)naturaleza, complicadas de matar, y sanguinarias. Y en general, el filme incluye varias secuencias destacables de innegable tensión, como el primer encuentro con los “Facehuggers” (en un cuarto inundado), el acecho por parte de un Alien a la Kay de Isabela Merced, y por supuesto, el enfrentamiento final, el cual incluye a un tipo de Alien que… bueno, no voy a incluir “spoilers” (ya lo saben), pero solo diré que su apariencia hará que tenga pesadillas por un par de noches. Independientemente de sus flaquezas, puedo decir que “Alien: Romulus” tiene uno de los mejores clímax de la saga.

De los personajes principales, quienes destacan más son la Rain de Spaney, el Andy de Jonsson y la Kay de Merced. La primera desarrolla a nuestra protagonista como una chica aguerrida y empática, que sin ser una soldada ni mucho menos, logra mucho gracias a sus ganas de salir de la colonia en la que le ha tocado vivir, y al vínculo que ha desarrollado con Andy. Éste último por su parte, es interpretado con sutileza, sorprendente humanidad (ja) y varios matices por Jonsson, la verdadera grata sorpresa del filme. No hubo un solo momento en el que no me creí que Andy era un robot; todo, desde su lenguaje corporal hasta sus pequeños tics en el ojo y su permanente expresión de cachorrito herido, es perfecto. Y aunque Kay no está tan bien desarrollada como los otros dos, Merced hace bastante con poco, haciendo que sintamos su dolor en varios momentos, e interpretando a la joven embarazada como una de las mayores víctimas de las decisiones tomadas por sus amigos.

En pocas palabras, “Alien: Romulus” es, seguramente, lo que la mayoría de fanáticos esperarían de una nueva entrega de la franquicia. Mezclando el tono y estética de la película original (¡computadoras con cientos de botones grandes! ¡Monitores de baja resolución! ¡Androides jugosos!) con algunas ideas nuevas relacionadas a la migración, las pocas oportunidades y la opresión de corporaciones superpoderosas, y varias referencias a filmes anteriores (algunas exitosas, otras no tanto), “Alien: Romulus” funciona como una sólida nueva entrega de la saga de “Alien”, y como un emocionante ejercicio de tensión, suspenso y algo de “gore”. Disfruté de lo que Álvarez ha hecho con este mundo, pero si se animan a sacar una secuela directa, algo me dice que disfrutaré MÁS de lo que será capaz de hacer ahí. ¡Ojalá!

Avance oficial:

80%
Puntuación
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