Aprovechando el —relativamente inesperado— estreno de “Kung Fu Panda 4” en cines, decidí volver a ver las primeras tres películas, como para hacer un “recordaris”. Y la verdad es que la pasé tan bien, que me pareció buena idea comentarlas por acá, por si alguno de mis lectores no tiene tiempo como para dedicarle cuatro horas y media a Po el Panda y sus amigos. (Aunque no es por nada, pero DEBERÍAN; ya verán más adelante por qué).
Así que, como para prepararnos para la cuarta aventura del único panda que que practica Kung Fu, aquí les comparto breves críticas de las primeras tres películas animadas de “Kung Fu Panda”, de Dreamworks Animation. ¿Es de verdad de lo mejor que aquella empresa ha producido? Pues es hora de averiguarlo.
Kung Fu Panda (2008): el comienzo de algo especial
Con tal solo leer el título, uno se podía imaginar inmediatamente el concepto de “Kung Fu Panda”: un animalito grande y gordito que, de alguna manera u otra, tiene que aprender artes marciales para salvar el mundo o algo así. Pero felizmente, la película terminó siendo algo MÁS. De hecho, utiliza su concepto central para desarrollar diversos temas muy valiosos para los más pequeños de la casa: “no debemos guiarnos por las apariencias de alguien”, «uno puede ser especial incluso sin tener alguna habilidad especial”, y “por más especial que seas, no debes cambiar tu identidad o personalidad verdaderas”.
Nada mal, considerado que “Kung Fu Panda” pudo ser algo mucho más básico. Pero fuera del contenido temático interesante, lo que tenemos acá es una aventura divertida y colorida, protagonizada por unos excelentes Jack Black (como Po el Panda) y Dustin Hoffman (como su maestro, el panda rojo Shifu). También están el gran Ian McShane como Tal Lung (el enemigo de turno), Randall Duk Kim como el maestro Oogway (gran idea hacer que el mejor maestro de Kung Fu sea una tortuga), y James Hong como el “padre” de Po, el Sr Ping (un ganso). Si hay algo que le sobra a “Kung Fu Panda”, son personajes memorables (los compañeros de Po, los Cinco Furiosos, no destacan mucho en esta primera entrega, desgraciadamente).
Pero lo que seguramente hizo que la gente se enamore de la película fue la acción y comedia. “Kung Fu Panda” es consistentemente graciosa, a la vez burlándose de y empatizando con Po, e incluye varias secuenciase de pelea, dirigidas con claras influencias por parte tanto del anime como del cine clásico de artes marciales. Súmenle a eso una subtrama emocional bastante potente (entre Po y su padre), y sin llegar a ser una obra maestra, “Kung Fu Panda” se convierte en una de las experiencias animadas más completas que uno puede tener en casa. ¿Lo mejor? Lo deja a uno con ciertas interrogantes, como para que puedan ser contestadas en una secuela (la cual, felizmente, sí llegó a estrenarse).
Kung Fu Panda 2 (2011): los orígenes de Po
“Kung Fu Panda 2” es de aquellas raras secuelas que superan a su predecesora. Incluye los mismos ingredientes que la primera película, por supuesto, pero los utiliza para desarrollar una narrativa más madura y oscura, invitando a las inevitables comparaciones con “El Imperio Contraataca” (la película que SIEMPRE es mencionada cuando la segunda parte de una trilogía incluye elementos más oscuros). Y esta vez, tenemos una cinta que trata algunos temas nuevos: “tus orígenes no definen tu presente o futuro”, “deja ir el pasado”, o por supuesto, “la obsesión con la venganza no trae nada nuevo consigo”. Lecciones valiosas para los más pequeños de la casa, por supuesto.
Pero no solo por eso es que “Kung Fu Panda 2” funciona tan bien. Fuera de los personajes que regresan de la primera película, tenemos a mi villano favorito de la saga: Shen el Pavo Real, interpretado por un Gary Oldman que, para variar, denota maldad y cinismo, convirtiendo al personaje en una figura que realmente da gusto odiar. Además, está la gran Michelle Yeoh como una Cabra Adivina (por qué no), y esta vez, los Cinco Furiosos tienen más que hacer, especialmente la Tigresa de Angelina Jolie, quien desarrolla una relación un poco más cercana con el Po de Jack Black. Tenemos casi las mismas piezas que en la cinta anterior, solo que está vez están mejor colocadas.
Y por supuesto, “Kung Fu Panda 2” maneja la misma fórmula de comedia y acción que su predecesora, solo que esta vez la combina un poco con el trauma que Po sufrió cuando fue abandonado de bebé. ¿De dónde viene y cómo así llegó donde el Sr Ping? ¿Qué tiene que ver Shen con sus orígenes? ¿Y como es que su pasado lo definirá? El filme plantea preguntas muy interesantes —especialmente para una película animada familiar—, y las responde de forma satisfactoria. Pero al igual que la primera entrega, “Kung Fu Panda 2” nos deja con algunas interrogantes que serán resueltas en la tercera parte, esta vez en forma de una escena final que, sin llegar a ser un “cliffhanger”, seguramente emocionó a más de un miembro del público. Bien hecho, Dreamworks.
Kung Fu Panda 3 (2016): se fórmula se agota
Mientras que las primeras dos películas de “Kung Fu Panda” manejaron un buen balance entre comedia, acción y temas interesantes para desarrollar a sus protagonistas, la tercera entrega decidió enfatizar lo primero por sobre lo segundo y tercero. El resultado es una película innegablemente entretenida, a la que sin embargo le faltó ese “no sé qué” que convirtió a sus predecesora en grandes éxitos. Las actuaciones de voz siguen siendo divertidas, y “Kung Fu Panda 3” definitivamente es la entrega más espectacular a nivel visual. Pero lamentablemente, uno no llega a conectar con ella tanto como con las otras dos cintas.
Esta vez, el villano de turno es Kai (voz de J.K. Simmons), un ex-compañero de Oogway que ha retornado del Mundo de los Espíritus para destruir el Palacio de Jade y acabar con todos los maestros del Kung Fu. Lógicamente, el único que puede detenerlo es Po… pero solo si es que logra controlar y utilizar su Chi (la energía que fluye en todos los seres vivos). El problema es que su padre biológico, Li (voz de Bryan Cranston) lo ha encontrado, y lo distrae de lo que debería ser su misión más importante. Tanto así, de hecho, que el maléfico Kai comienza a convertir a todos sus amigos en zombies de Jade, mientras intenta buscar al Guerrero Dragón y la aldea perdida de los Pandas.
El mayor problema de “Kung Fu Panda” es de tono: mientras que las dos primeras cintas simplemente ERAN graciosas, el tercer filme INTENTA serlo con demasiada hiperactividad y “gags” por doquier, haciendo que uno se sature en vez de reírse. Y por alguna razón, a pesar de que se supone que Po ha madurado como el Guerrero Dragón, nuestro protagonista actúa como un idiota durante buena parte de la historia, haciendo que uno, por primera vez, se desespere con él. Es una pena, porque los elementos emotivos están aquí —especialmente en la relación entre Po y Li—, y la película tiene mucho que decir sobre la identidad propia, y sobre cómo uno debe encontrar la FORMA de ser especial, aprovechando su potencial sin compararse al resto. Pero todo esto se pierde en un producto final irregular y por momentos, más irritante que verdaderamente gracioso.
Ahora solo queda esperar a ver la cuarta entrega. ¡Ojalá “Kung Fu Panda 4” no decepcione y se llegue a sentir como una verdadera conclusión para esta saga!