El color púrpura (2023)

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Seguramente muchos recuerdan la versión original de “El color púrpura”, de Steven Spielberg, basada en la novela del mismo nombre de Alice Walker. Bueno, ahora tenemos la adaptación cinematográfica del musical de Broadway el cual, a su vez, estaba basado, también, en la novela de Walker. La nueva película, sin embargo, está basada en el libreto de Marsha Norman, con un guion de Marcus Gradley. Es decir, de forma similar al reciente estreno de “Chicas pesadas”, se trata de una película musical basada en una obra de teatro musical, la cual a su vez estaba basada en una novela, sobre la que se hizo una película (no musical) en los años noventa.

En serio, es mucho menos confuso de lo que suena.

En todo caso, vale la pena recalcar que, a pesar de que mantiene muchos de los mismos giros narrativos y aspectos de caracterización de la película original de Spielberg, esta nueva versión de “El color púrpura” es, efectivamente, una reinterpretación de la misma historia, y no un remake. Y en ese sentido, se trata de una experiencia innegablemente potente, la cual sin embargo, cuenta con algunos defectos relacionados al cambio de género cinematográfico que ha sufrido, los cuales evidentemente no estaban presentes en el filme noventero. Ya dependerá de cada espectador, entonces, si es que prefiere la producción anterior, o más bien esta reinterpretación musical.

El filme se lleva a cabo en el sur de los Estados Unidos en el siglo diecinueve, y tiene como protagonista a Celie (Fantasia Barrino), una mujer afroamericana que es abusada por su padre, Alfonso (Deon Cole), para tener hijos, los cuales termina vendiendo a otras personas. La única luz en su vida es representada por su bondadosa hermana, Nettie (Halle Bailey), quien desgraciadamente tiene que irse del país una vez que Celie es obligada a casarse con el abusivo y agresivo Mister (Colman Domingo).

Es así que los años pasan, y Celie comienza a perder las esperanzas de que su hermana siga con vida. Mister sigue pegándole y tratándola mal, y las cosas mejoran un poco únicamente con la llegada de la cantante Shug Avery (Taraji P. Henson), una ex amante de Mister, y una de las pocas amigas con poder que Celie llega a tener. La otra es Sofia (Danielle Brooks), una mujer de armas tomar, que inicialmente se casa con Harpo (Corey Hawkins), hijo de Mister, para luego independizarse. Son ellas quienes mantiene fuerte a Celie, quien muy adentro, todavía, piensa será capaz de reencontrarse con su hermana Hattie, a quien deja de ver por décadas.

Como se deben haber dado cuenta, “El color púrpura” es una película de temática difícil, la cual debe lidiar con temas como el abuso sexual, la violencia doméstica, el racismo, el machismo y los pocos (o nulos) privilegios con los que contaban las mujeres afroamericanas hasta hace relativamente poco tiempo. El filme de Spielberg manejaba todos estos temas de forma magistral, y aunque esta nueva versión no hace un trabajo igual de pulcro, esto se debe principalmente al cambio de género que ha sufrido la historia. En pocas palabras: resulta complicado desarrollar un musical enérgico en base a este material, por más de que el trabajo de coreografía y canto sea excepcional.

Es así que “El color púrpura” termina sintiéndose como un juego de “empuja y jala”; por un lado, quiere ser un enérgico musical esperanzador, y por otro lado, quiere desarrollar todos estos temas de forma realista y emotiva. La mayor parte del tiempo logra manejar un buen balance entre ambas identidades, pero en varias instancias, el filme termina sintiéndose como una experiencia irregular, insegura de lo que quiere hacer y cómo quiere hacerlo. Es el resultado, me imagino, de haber pasado por tantas adaptaciones y readaptaciones de una misma historia; “El color púrpura” es, pues, el intento Hollywoodiense de “Broadwayizar” una historia que comenzó como una novela, algo que seguramente funciona bastante mejor en el teatro que en el cine.

Ahora bien, nada de esto quiere decir que “El color púrpura” sea una mala película; todo lo contrario, de hecho. Las secuencias musicales están dirigidas de manera meramente correcta, pero el trabajo de coreografía es hipnotizante, y el reparto entero canta como si su vida dependiera de ello, otorgándole mucha personalidad a sus perspectivos personajes a través del baile y el canto y la pasión que le otorgan a todo ese trabajo. Destacan, por supuesto, Fantasia Barrino como Celie (dando una interpretación más bien sutil la mayor parte del tiempo) y la joven Halle Bailey, pero quienes se roban el show son Danielle Brooks como Sofia (graciosa, enérgica) y Taraji P. Henson (vistosa, bondadosa, creíble). Resulta fácil entender por qué la primera está nominada al Óscar a Mejor Actriz de Reparto.

Al final del día, eso sí, no se puede negar que “El color púrpura” cumple con su cometido: logra narrar la historia que debe narrar a través de actuaciones creíbles, momentos verdaderamente emotivos (el cine entero terminó la película llorado y moqueando), y números musicales que, a pesar de sentirse un poco fuera de lugar de cuando en cuando, funcionan para demostrar lo talentosas que son las protagonistas del filme. No me animaría a decir que esta nueva versión de “El color púrpura” es superior a la original; hay un tema de conflicto de identidad en este nuevo filme que no puedo ignorar. No obstante, sí se puede considerar como un cumplidor complemento para aquella cinta, y una gran oportunidad para que las nuevas generaciones conecten con esta potente historia.

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