“Resistencia” representa el regreso de Gareth Edwards — “Monsters”, “Godzilla” (2014), “Rogue One: una historia de Star Wars”— a la pantalla grande. Pero a diferencia de sus últimas dos películas, se trata de una historia original, llena de referencias e influencias de otras franquicias y producciones, pero en términos generales, original. Sí, “Resistencia” es un blockbuster de género que no pertenece a ninguna saga o propiedad intelectual ya existente; si no se emocionan tanto como yo por ver algo así en el cine, entonces no podemos conversar. No resulta absurdo decir, después de todo, que este tipo de filme se ve con cada vez menos frecuencia en las pantallas grandes, especialmente desde tiempos post-pandémicos.
Lo cual no quiere decir, por supuesto, que “Resistencia” iba a ser una buena película por default. Sin embargo, aparte de lo ya mencionado, teníamos buenas razones para estar emocionados. Después de todo, Edwards es un cineasta innegablemente talentoso; un director británico que sabe manejar bien sus recursos, y que incluso logró —hasta la intervención de Tony Gilroy— manejar una producción complicada con “Rogue One”. Su “Godzilla”, además, y para Vuestro Servidor, sigue siendo la mejor entrega del MonsterVerso de Legendary Pictures, y en general, parece estar particularmente cómodo en el mundo de la ciencia ficción y el futurismo, por lo que el prospecto de que haga algo como “Resistencia” simplemente era demasiado emocionante como para ignorar.
¿Y cuál es el resultado, entonces? Pues lo que tenemos acá es una historia de ciencia ficción muy centrada en el tema de la inteligencia artificial —súper relevante—, que no tiene miedo de admitir y utilizar sus influencias y referencias de distintas maneras. Mezclando la estética de “Distrito Nueve” y “Blade Runner 2049”, con varias referencias a la Guerra de Vietnam y filmes como “Apocalipsis Ahora”, «Resistencia» termina sintiéndose como un pastiche bien hecho, que tiene mucho qué decir sobre la naturaleza humana, la discriminación, y las intervenciones violentas de los Estados Unidos en otros países. No es sutil, valgan verdades, pero no tiene por qué serlo —y el trabajo de dirección de Edwards logra compensar muchas de sus carencias y defectos.
“Resistencia” comienza con un prólogo en el que vemos a Joshua (John David Washington) viviendo en paz en su casa de playa con su esposa embarazada, Maya (Gemma Chan). El mundo en el que residen, sin embargo, es distinto al nuestro —es un planeta Tierra sumido en una guerra entre robots (inteligencias artificiales) y humanos, la cual fue desatada luego de que los primeros lanzaron una bomba nuclear en la ciudad de Los Ángeles. Joshua y Maya, entonces, son parte de un grupo que cree en la convivencia entre seres humanos y seres artificiales, viviendo en Asia del Sur mientras que el gobierno y los militares estadunidenses tratan de erradicar a los robots del mundo.
Luego de un suceso trágico, vemos ya a Joshua en el “presente”, trabajando como recolector de chatarra, alejado del conflicto central de este mundo. Pero como se deben imaginar, nuestro protagonista es arrastrado de vuelta a la acción, con la promesa de que el gobierno ha encontrado, por fin, la base de la resistencia robot, y por ende, tanto al creador de estas inteligencias artificiales, como una nueva arma con el potencial de destruirlo todo. Es cuando Joshua llega a dicho lugar, sin embargo, que se da cuenta de que dicha arma es, en realidad, la primera niña robot. Es así que escapa con Alphie (Madeleine Yuna Voyles), sin estar seguro de qué hacer. ¿La protege, sabiendo de que tiene más humanidad de la que él hubiese esperado antes, o se la entrega a su jefa, la coronel Howell (Allison Janney), para acabar con la guerra de forma violenta?
Como seguro ya están asumiendo, “Resistencia” se lleva a cabo como una suerte de road movie, en la que vemos a un personaje adulto cuidando de una chica con la que se encariña. Se trata de un recurso que ha ganado popularidad en los últimos años —si no, pregúntenle a los fanáticos de “The Mandalorian” o “The Last of Us”—, y que acá está desarrollado de manera meramente competente. Resulta creíble ver como Joshua comienza a desarrollar una fuerte conexión con Alphie, pero a la vez, la emoción que Edwards claramente quiere que el espectador sienta simplemente no está ahí. Esto resulta en un clímax que DEBERÍA arrancarle lágrimas a varios espectadores, pero que se siente algo distante. “Resistencia” cuenta con varios logros y fortalezas, pero el aspecto emocional no es uno de ellos.
No obstante, seguramente muchos la pasarán bien con “Resistencia” gracias a la manera en que su mundo es construido. Mezclando locaciones reales con personajes sintéticos, naves espaciales, armas futuristas y demás, “Resistencia” se termina llevando a cabo en un contexto lleno de textura y detalles, que se siente VIVIDO, como una realidad alterna a la que no podemos acceder normalmente. En ese sentido, y al menos a nivel estético, “Resistencia” termina teniendo varias similitudes con “Rogue One”, especialmente en la utilización de cámaras en mano, locaciones reales modificadas para que se vean futuristas, y la implementación de robots y tecnología fantástica en un mundo de corte táctil y verosímil.
De hecho, “Resistencia” es la máxima demostración de lo que bueno que es Edwards manejando sus recursos y presupuesto. Lo crean o no, el filme tan solo contó con un presupuesto de 80 millones de dólares, lo cual, para estándares del cine Hollywoodiense contemporáneo, no es NADA. En comparación, la visualmente horrorosa “Flash” tuvo un presupuesto de 300 millones (¡!), y hasta “Guardianes de la Galaxia Volumen 3”, de James Gunn, contó con 250 millones. ¿Qué hizo Edwards, entonces? Pues junto a su director de fotografía, el gran Greg Fraiser, decidió usar una cámara digital tipo “prosumidor” para grabar la película (una Sony FX3, que se vende en cualquier tienda de aparatos electrónicos), y en vez de depender de pantallas Chroma o tecnología Stagecraft, grabó en locaciones reales en todo el mundo. El resultado es mucho más orgánico que lo que hacen Marvel o DC hoy en día, y contribuye a la construcción de un mundo mucho menos artificial a lo que los blockbusters promedio nos tienen acostumbrados.
Además, fuera del apartado técnico, “Resistencia” logra desarrollar algunos temas bastante interesantes, los cuales han estado en las cabezas de los autores de ciencia ficción por años. ¿Qué nos hace humanos? Si un ser sintético cobra conciencia y comienza a tener sentimientos, ¿se convierte en humano? ¿Con qué derechos contaría un robot con consciencia? ¿Y qué derechos tendríamos los humanos sobre ellos, siendo sus creadores? Ninguna de aquellas preguntas tiene una respuesta fácil —de hecho, Edwards decide contestar la mayoría de ellas tomando la ruta sentimental, lo cual quizás no será del agrado de todo el mundo. En todo caso, hace un buen trabajo INTEGRANDO estos temas en la narrativa, permitiéndole al espectador sacar sus propias conclusiones en base a cómo se desarrolla la relación entre Joshua y Alphie.
Fuera del aspecto emocional algo distante, y de un ritmo irregular —que fastidia más durante el segundo acto del filme—, disfruté mucho de “Resistencia”. Disfruté del mundo tan táctil y lleno de texturas que Edwards ha creado, disfruté de los temas que logró desarrollar a través de una narrativa relativamente previsible, y ciertamente disfruté del aspecto visual, simplemente espectacular. Y hasta quedé (ligeramente) sorprendido por lo que anti-militar y anti-Estados Unidos que terminó siendo la experiencia (aparentemente, en el futuro distante, el gobierno americano seguirá metiéndose violentamente en conflictos que no les incumben y países que no los quieren). Y como se mencionó líneas arriba: da gusto ver una historia de ciencia ficción ORIGINAL en el cine, protagonizada por talentosos actores (¿mencioné que sale el gran Ken Watanabe?), y llena de contenido temático potente. “Resistencia” tiene sus defectos, pero igual termina siendo una experiencia que vale la pena tener en la pantalla grande (y si es en IMAX, mejor).
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