Así como quien no quiere la cosa, el bueno de Kenneth Branagh ya ha protagonizado y dirigido tres películas basadas en el personaje de Hercule Poirot, de Agatha Christie. La primera, “Asesinato en el Expreso del Medio Oriente”, fue una cumplidora adaptación de una de sus historias más populares —protagonizada por un reparto de lujo, todos en su mejor momento. La segunda, “Muerte en el Nilo”, se vio afectada por la presencia de algunos actores “cancelados” (Armie “El Caníbal” Hammer, Russell “El Conspiranoico” Brand), y decepcionó un poco. Pero para nuestra suerte, la tercera y más reciente producción, “Cacería en Venecia”, ha logrado sorprender gratamente con su mezcla de elementos de suspenso y convenciones del cine de investigaciones.
Porque lo que tenemos acá, pues, de una gran demostración de lo que se puede hacer con Poirot y sus aventuras. Conservando la esencia del personaje, y adaptando una de las historias menos conocidas de Christie — “Fiesta de Halloween”—, Branagh ha decidido cambiar un poco de género, alterando lo que uno podría esperar de una nueva película en base a lo que vimos en las dos anteriores, y desarrollando una historia apropiadamente perturbadora y misteriosa. El resultado es, para este crítico, la mejor entrega de la trilogía. Una experiencia dirigida con mucho estilo, protagonizada por un gran reparto, y apropiadamente tensa la mayor parte del tiempo. Es un poco diferente a lo que vimos anteriormente, pero probablemente gracias a estar adaptando una historia menos conocida, también es superior.
Poirot (Branagh) está de regreso, pero ahora se encuentra retirado —viviendo una vida de recluso en Venecia, disfrutando de su té y kekitos, y con la constante protección de un guardaespaldas italiano llamado Vitale (Riccardo Scamarcio). Su paz se ve interrumpida, sin embargo, por la llegada de una vieja amiga —una conocida autora de libros de misterio llamada Ariadne Oliver (Tina Fey). Ésta convence a Poirot de ir a una fiesta infantil en un conocido palazzo, supuestamente embrujado, organizada por la antes adinerada Rowena Drake (Kelly Reilly), quien hace relativamente poco perdió a su única hija. Esto se debe a que, luego de la fiesta, se llevará a cabo una sesión de espiritismo organizada por la infame Señora Reynolds (Michelle Yeoh). Ariadne quiere la ayuda de Poirot para demostrar que Reynolds es un fraude, pero como suele pasar, dicho objetivo no será tan fácil de cumplir.
Desde la primera escena, Branagh deja bien en claro que “Cacería en Venecia” es una producción distinta a las dos anteriores. Comenzando por la locación principal —la ciudad italiana del título—, y pasando por la atmósfera que logra generar, “Cacería en Venecia” se convierte en una experiencia más estilizada, muy interesada en generar sensaciones específicas en el espectador a través de las imágenes que nos presenta. Se nota que buena parte de la historia, por ejemplo, fue grabada en locaciones reales, y Branagh se esfuerza en convertir tanto a la ciudad en sí, como al palazzo donde se llevan a cabo la mayor parte de situaciones, en elementos importantes para la narrativa. Felizmente, ha logrado abandonar buena parte del artificio que se hacía evidente en “Muerte en el Nilo”.
De hecho, disfruté mucho de los recursos visuales que Branagh utiliza para meternos de lleno en este universo. Desde primeros y primerísimos primeros planos de los rostros de sus personajes, casi todos con lentes angulares, hasta planos en picado que los hace ver pequeños y oprimidos y, por supuesto, sus clásicos planos de ángulo aberrante, Branagh no parece tenerle miedo a otorgarle un poco estilo al filme. Un estilo, además, que ayuda a que el espectador sienta que algo anda mal —que los personajes se encuentran todos encerrados en un palazzo antiguo y lleno de supuestos espíritus, y que hay una sensación palpable de paranoia y miedo. Nada mal, considerando lo “directas al grano” —al menos en términos visuales— que fueron las dos entregas anteriores.
Lo que Branagh sí ha conservado de las otras dos cintas, es la idea de utilizar un buen —y extenso— reparto a favor de la historia… comenzando por él mismo. De hecho, se puede decir que Branagh ya parece sentirse súper cómodo en el rol de Poirot, interpretándolo como alguien más grande que la vida, que decide retirarse simplemente porque ya no encontraba ningún caso retador o que lo motive a seguir trabajando. No se trata de una actuación particularmente sutil —ni su enorme bigote, ni su exagerado acento belga son sutiles—, pero funciona dentro del contexto de “Cacería en Venecia”. Y resulta divertido, además, ver cómo sus creencias son retadas —ver como un hombre inteligente, astuto y ateo, comienza a ser testigo de sucesos aparentemente sobrenaturales y carentes de cualquier explicación racional.
El resto de actores no hace un mal trabajo. Michelle Yeoh, por ejemplo, destaca a pesar de tener el rol algo pequeño de la Señora Reynolds —una supuesta pitonisa o adivina que no podría ser más distinta a Poirot. También está Tina Fey, quien logra otorgarle mucho carisma a Ariadne —es una interpretación seria, coherente con el tono del filme, y sin embargo las cualidades cómicas de Fey logran aparecer muy ocasionalmente, como para que la historia nunca se torne demasiado oscura. Por su parte, Jude Hill (“Belfast”, también de Branagh) sorprende gratamente, interpretando al joven Leopold como un niño precoz, inteligente y por momentos perturbador. Y también vale la pena mencionar el trabajo de Ricardo Scamarcio (como el guardaespaldas de Poirot), Jamie Dornan (como un doctor nervioso, claramente sufriendo de estrés postraumático), Kelly Reilly (como una mujer predispuesta a creer en lo sobrenatural), y Emma Laird (como la asistente de la Señora Reynolds).
Ahora bien, siendo una aventura de Hercule Poirot, “Cacería en Venecia” es un misterio, y en ese sentido, la cinta funciona bastante bien. A pesar de manejar un tono más de thriller, con uno que otro elemento aparentemente sobrenatural, lo más interesante de “Cacería en Venecia” está en el caso que Poirot tiene que resolver. Este no solo está relacionado a la verdadera naturaleza de la Señora Reynolds, si no también a un par de asesinatos que se llevan a cabo en el interior del palazzo. Al igual que en las dos cintas anteriores, contamos con varios sospechosos —todos ellos encerrados en la vieja casona—, y cada uno cuenta con motivaciones, defensas y preocupaciones muy creíbles. El chiste está, pues, en ver cómo Poirot resuelve el asunto, y en ese sentido, “Cacería en Venecia” no decepciona.
Porque a pesar de que la película está siendo vendida como una experiencia de terror… no lo es. Sí, cuenta con varios “jump scares” (ruidos fuertes y súbitos), pero están más relacionados a lo que Poirot experimenta en el interior del palazzo, que a una sensación palpable de horror. “Cacería en Venecia” se lleva a cabo, pues, como un thriller de misterio con algunos elementos sobrenaturales, en donde lo más importante está en el misterio que nuestro protagonista tiene que resolver. Branagh le otorga mucho estilo a la cinta, y logra desarrollar una atmósfera que no se hizo presente en ninguna de las entregas anteriores, pero igual no creo que “Cacería en Venecia” pueda ser clasificada como “terror”. La experiencia funciona —es intrigante, entretenida y por momentos hasta sutilmente graciosa—, pero nunca llega a dar miedo.
Lo cual está bien, porque al final del día, lo que tenemos acá es una sólida interpretación de una de las aventuras menos conocidas de Hercule Poirot. “Cacería en Venecia” funciona, pues, gracias a lo táctil que se siente su mundo; al gran trabajo de dirección de fotografía —contrastada, grandilocuente, llena de planos memorables y un excelente uso de lentes angulares—, las sólidas actuaciones, y el misterio bien construido. Es la mejor entrega de las tres películas dirigidas y protagonizadas por Branagh, y una experiencia que, sin llegar a ser perfecta, al menos se arriesga un poquito, sin llegar a dormirse en los laureles construidos por lo que vino antes. “Cacería en Venecia” me sorprendió gratamente, y espero que logre hacer lo mismo con más espectadores —simplemente no vayan a verla pensando que es una cinta de terror. No lo es, y no tendría por qué serlo.
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