Hay una razón principal por la que el público peruano está yendo a ver “Transformers: el despertar de las bestias” al cine: Machu Picchu.
Por si no se habían enterado, “Transformers: el despertar de las bestias” es de las pocas producciones Hollywoodenses en haber grabado tanto en la ciudad de Cusco como en Tarapoto, haciendo uso de las ruinas de Machu Picchu y de escenarios selváticos, respectivamente, como locaciones para la cinta. Técnicos y realizadores audiovisuales estuvieron involucrados en la producción, que se llevó a cabo el año pasado, y mucho se ha dicho y escrito sobre la manera en que la Marca Perú ha estado ayudando a promocionar la película. Después de todo, se trata de un filme que promociona de manera bastante vistosa nuestro país y nuestra cultura, incluyendo elementos como el Inti Raymi (llevándose a cabo en una locación incorrecta, pero bueno… es una licencia creativa), o una escena en la que un Transformer le habla en quechua a un personaje humano.
Nada mal, la verdad.
Pero muy aparte del tema promocional (y del tema cultural, del cual podemos estar extremadamente orgullosos), ¿qué más nos ofrece “Transformers: el despertar de las bestias”? Lamentablemente, no mucho. Lo que tenemos acá es una película meramente cumplidora, que nos entrega exactamente lo que los fanáticos de los Transformers —y de series noventeras como “Beast Wars”— esperarían. Es una producción mucho menos caótica que cualquiera de las películas del infame Michael Bay —y felizmente carece de los elementos racistas y machistas de dichos filmes—, pero lamentablemente, no llega a ser igual de emotiva y sincera que “Bumblebee” (y bueno, la gran Hailee Steinfeld también se hace extrañar). Es un “blockbuster” entretenido, pues, que no ofrece nada particularmente novedoso u original.
“Transformers: el despertar de las bestias” se lleva a cabo en 1994 (siendo, entonces, una suerte de secuela de “Bumblebee”) y tiene como protagonistas a Noah Díaz (Anthony Ramos, de “En el barrio”) y Elena (Dominique Fishback, de “Proyecto Power”). El primero es un ex militar que se encuentra en busca de un nuevo trabajo en Nueva York; después de todo, tiene que cuidar a su pequeño hermano enfermo (Dean Scott Vásquez). Y la segunda trabaja como practicante en un museo, siempre interesada en artefactos antiguos y en las historias detrás de ellos. Ninguno logra convertirse en un personaje tridimensional, pero al menos resultan más interesantes —y menos desesperantes— que los personajes de Shia LaBeouf y Mark Wahlberg en las películas de Bay.
Tanto Noah como Elena se involucran con los Transformers cuando la segunda descubre la llave “Transwarp”, la cual tiene el poder de atraer a Unicron (voz de Colman Domingo), un Transformer gigante devorador de planetas. El primero, por su parte, termina haciéndose amigo del divertido Mirage (voz de Pete Davidson), quien lo lleva donde Optimus Prime (voz de Peter Cullen), su líder. Todos juntos tendrán que enfrentarse al desagradable Scourge (voz de Peter Dinklage), secuaz de Unicron, quien lógicamente quiere encontrar la llave (la cual, encima, ha sido partida en dos). Es así que todos los personajes terminan viniendo a Perú, donde se encuentran con los Maximals (Transformers con forma de animales), liderados por Optimus Primal (voz de Ron Perlman), quien los ayudará a detener a Scourge, intentando evitar que Unicron venga a comernos a todos.
La narrativa no es particularmente interesante —pero siendo justos, muy pocas personas van a ver una película de “Transformers” esperando una historia cautivante. Lo que quieren es ver peleas entre robots gigantes, y en el caso particular de “Transformers: el despertar de las bestias” (y para el público peruano), las escenas en Cusco y Tarapoto. En lo que se refiere a lo primero, el director Steven Caple Jr. (“Creed II”) no hace un mal trabajo. Las secuencias de pelea están dirigidas con claridad, haciendo uso de ambiciosos efectos visuales. Y en lo referente a lo segundo, puedo decir con confianza que aprovecha bien las locaciones peruanas, haciendo que las ruinas de Machu Picchu se luzcan, y mostrándonos imágenes impactantes del Inti Raymi, incluyendo a un Transformer latino (con voz de Cristo Fernández, de “Ted Lasso«) que ha vivido en nuestro país por un buen tiempo.
No sorprende, entonces, que la película haya alcanzado el millón de espectadores durante su primer fin de semana en nuestro país —evidentemente la novedad de ver a nuestra cultura relativamente bien representada en una película de Hollywood ha ayudado. Pero tampoco se puede negar que “Transformers: el despertar de las bestias” es un “blockbuster” hecho con solvencia, que sin llegar a se revolucionario, incluye suficiente acción, momentos de humor, y personajes divertidos —el Mirage de Pete Davidson es particularmente memorable— como para entretener a un público en busca de diversión pura. Al menos no es ofensiva como las películas de Bay. Y al menos dura menos de dos horas. Puede que la valla esté un poco baja en lo que se refiere a esta franquicia, pero “Transformers: el despertar de las bestias” igual logra superarla (no tan bien como “Bumblebee”, pero es ALGO).
No obstante, quienes estén buscando algo impactante, luego de ver excelentes “blockbusters” recientes como “Spider-man: a través del Spider-verso”, o hasta “John Wick 4”, no lo encontrarán acá. Los efectos visuales son algo inconsistentes (siguen escondiendo algunas transformaciones, asumo porque son muy complicadas de “renderizar”), y la batalla final, demasiado larga y algo tediosa, se lleva a cabo en un ambiente gris y visualmente desagradable, claramente sintético. Hubiese sido genial que aprovechen alguna locación peruana para desarrollar el enfrentamiento final entre robots, en vez de situarlo en una locación aleatoria y completamente genérica. Si creían que el clímax de “Avengers: Endgame” se veía demasiado… bueno, PLOMO, claramente no han visto “Transformers: el despertar de las bestias”.
De las actuaciones no se puede decir mucho. Después de todo, los humanos no son el foco de una película como esta. No obstante, igual se puede decir que hay una diferencia un poco grande entre los dos protagonistas… y no creo que sea culpa de los actores. El Noah de Anthony Ramos no es un GRAN personaje, pero igual cae bien por lo noble y valiente que es —siempre dispuesto a ayudar a su hermano, y hacer lo correcto (incluso cuando comete ciertos errores). Ramos lo interpreta con suficiente inocencia, desarrollando con credibilidad su arco de personaje. Por otro lado, tenemos a la Elena de Dominique Fishback quien, fuera de EXPONER datos importantes para la trama, no tiene mucho qué hacer. El personaje está débilmente escrito, lo cual hace que Fishback de una interpretación poco convincente. Súmenle a eso la poca química entre ellos (no fuerzan un romance entre ellos, felizmente, pero no convencen ni como AMIGOS), y el lado humano de “Transformers: el despertar de las bestias” termina por cansar.
“Transformers: el despertar de las bestias” no es un desastre, pero luego de lo gratamente sorprendente que fue “Bumblebee” hace unos años, no puedo evitar sentirme algo decepcionado. Sí, la acción es decente, muchos de los robots tienen personalidades definidas (¡el Mirage de Pete Davidson!) y resulta muy divertido ver a nuestro país en la pantalla grande como parte de un “blockbuster” de este tipo. Pero a la vez, la película ha sido dirigida con poca imaginación, los efectos visuales son de calidad inconsistente, y la batalla final es innecesariamente larga y visualmente desagradable. Ah, y ni me pregunten por la última escena: se trata de una de las revelaciones finales más repentinas y ABSURDAS que haya visto en un buen tiempo. En fin; “Transformers: el despertar de las bestias” no convencerá a los escépticos, pero al menos no los dejará con un fuerte dolor de cabeza, como las películas de Michael Bay. Los entretendrá, pero se olvidarán de ella en un par de días.
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