“La ventana indiscreta” es una película sobre voyeurismo, pero también sobre el acto de ver cine. Después de todo, lo que hacemos al meternos a una sala de cine es adentrarnos en las vidas de otras personas —ya sean ficticias o reales—, interesándonos más en SUS vidas que en las nuestras. Es alejarnos de nuestra realidad, de nuestro día a día, para observar —a veces de lejos, a veces de cerca— los eventos de una historia protagonizada por OTRA gente. Y al igual que el voyeurismo, no tiene que ver con lo sexual, necesariamente —el chiste está en el escapismo, en concentrarse en las vidas de otros para ignorar, aunque sea por un par de horas o más, la propia. En ese sentido, “La ventana indiscreta” es una experiencia increíblemente metatextual, obligando al espectador a ver una película sobre alguien al que le gusta observar a otras personas de lejos.
Es por eso, y simplemente porque se trata de un excepcional thriller, que “La ventana indiscreta” es considerada por muchos —incluyendo a vuestro servidor— como una de las mejores, si no es que es LA mejor, película de Alfred Hitchcock. La había visto ya muchas veces en casa, primero en formato DVD y luego en HD gracias al Blu-ray, pero disfrutarla en la pantalla grande, como parte del ciclo de Hitchcock disponible en los cines UVK, es simplemente espectacular. Uno no ha visto una película de este tipo hasta que la ve en el cine —no realmente. En este caso, nos permite observar lo que el protagonista observa, ya sea con una cámara o con un largavistas, casi como si fuéramos su cómplice. Es voyeurismo secundario, supongo, o voyeurismo por asociación. En todo caso, es fascinante.
El protagonista de “La ventana indiscreta” es L.B. “Jeff” Jefferies (James Stewart), un fotógrafo profesional que, luego de un accidente en el trabajo, se ha visto obligado a quedarse inmóvil en su departamento en Greenwich Village, sentado en una silla de ruedas con una pierna enyesada. Es debido a eso que se entretiene viendo a sus vecinos por la ventana, adivinando lo que hacen o de dónde vienen o hacia dónde van. A pesar de que está a solo una semana de que le quiten el yeso, se ha obsesionado con las actividades de la gente en los departamentos del frente, lo que, inicialmente, preocupa tanto a su enfermera, Stella (Therma Ritter), como a su joven, atractiva y adinerada enamorada, Lisa Fremont (Grace Kelly).
Pero las cosas cambian cuando L.B. decide que ha sido testigo de un crimen. Uno de sus vecinos del frente, Lars Thorwald (Raymond Burr) parece haber matado a su esposa, lo que lleva a nuestro protagonista a investigar más, involucrando incluso a un amigo policía suyo, Tom Doyle (Wendelly Corey). Pero cuando este último se niega a tomarse el caso en serio, argumentando que las probabilidades de que sea un asesinato son casi nulas, L.B. se ve obligado a actuar por sí solo… lo cual, considerando su condición actual, es casi imposible. Es así que Lisa comienza a ayudarlo, lo cual la pone más en peligro a ella, que a él. Y teniendo en cuenta que él no la puede ayudar, esto resulta en algunos momentos verdaderamente tensos, especialmente durante el clímax de la historia.
Hitchcock hace un increíble trabajo estableciendo el lugar y contexto en el que se desarrolla la historia, mostrándonos la vida diaria de los vecinos de L.B., tal y como él las ve: desde su ventana. Tenemos desde una bailarina amateur que siempre deja sus ventanas abiertas, y que se dedica a socializar con hombres durante la noche, hasta a una (aparentemente) eterna solterona, una pareja que mantiene sus cortinas abiertas la mayor parte del tiempo, un pianista, una pareja que, debido al calor, prefiere dormir en un balcón de emergencia del edificio, y más. Lo mejor de todos estos personajes no es que le otorgan color a “La ventana indiscreta”, si no que le permiten al barrio de L.B. sentirse como un lugar real. Y una vez que las sospechas comienzan —debido, principalmente, a un suceso que muchas veces se considera como una regla irrompible en la mayoría del cine comercial—, muchos de estos se convierten en posibles criminales.
Adicionalmente, el Maestro del Suspenso se asegura de mantenernos inseguros sobre la naturaleza de lo que L.B. ve a través de su ventana. Sí, las actividades de Thorwald son sospechosas, pero nunca vemos de manera explícita como mata a alguien. Y como el 99% del tiempo nos hace ver únicamente lo que nuestro protagonista ve, desde su perspectiva y sin salir del departamento, estamos seguros que mucho debe haber pasado mientras él dormía… solo que no lo hemos podido ver. Se trata, pues, de un excelente ejemplo de lo que se puede hacer con el punto de vista en el cine; en este caso, el espectador, al ser un voyeurista al igual que L.B., solo ve lo que él ve y desde su perspectiva, lo cual además ayuda al desarrollo del suspenso en la historia.
Por otro lado, es interesante lo que Hitchcock hace temáticamente hablando. L.B., por ejemplo, tiene el máximo Problema del Primer Mundo: no quiere comprometerse seriamente con Lisa porque ella es “demasiado perfecta”. Ella es más joven y (se podría argumentar) más atractiva y optimista que él, un fotógrafo cínico y por momentos renegón, y sin embargo no parece, al menos al inicio, tener mucho interés en seguir con ella. Y estos problemas de pareja se ven reflejados en las vidas de sus vecinos: tenemos a una pareja recién casada con problemas, a una solterona que no parece ser capaz de encontrar el amor, a una bailarina que socializa con hombres casi todas las noches, y por supuesto, el supuesto crimen marital que ha cometido Thorwald. En ese sentido, “La ventana indiscreta” es una película sobre relaciones románticas o sexuales, y las diferentes maneras en que se pueden llevar a cabo, y los problemas que pueden involucrar.
Hablando ya más a nivel técnico, es increíble pensar que “La ventana indiscreta” no fue nominada al Óscar a Mejor Diseño de Producción, considerando que tuvieron que construir un barrio entero, con patio y edificios de seis pisos y todo, para traer esta historia a la pantalla grande. A pesar de ser una película de hace 69 años (¡!), uno jamás duda que está viendo un lugar real en medio de Nueva York, poblado por gente común y corriente que, gradualmente, se está viendo involucrada, aunque sea tangencialmente, en un horrible crimen. El nivel de verosimilitud que Hitchcock maneja es realmente impresionante, además utilizando movimientos de cámara increíbles para la época (entrando y saliendo de la ventana, incluyendo múltiples cambios de foco) para establecer la perspectiva y la situación de L.B. Sí, hay un par de planos durante el clímax que no convencen (con imágenes claramente superpuestas, y otras que han sido aceleradas en la post-producción), pero no son suficientes para arruinar la experiencia.
James Stewart era más conocido en aquella época por interpretar a personajes intachables o de carácter más tranquilo, por lo que resulta refrescante verlo como L.B., un hombre claramente frustrado por su actual situación, y que prefiere meterse en la vida de los demás, en vez de intentar arreglar o disfrutar de sus propias relaciones interpersonales. Se trata de una magnífica actuación, que nos permite relacionarnos con un protagonista fallido y por momentos un poco desagradable —es la fama de Stewart, de hecho, y su modo de hablar y su carisma, lo que ayuda a suavizar algunos de los aspectos más toscos de L.B. Por su parte, Grace Kelly demuestra porqué fue una de las más grandes estrellas de Hollywood, iluminando la pantalla cada vez que aparece en una escena, y construyendo a Lisa como el opuesto a L.B. El reparto secundario, que incluye a Wendell Corey (como Doyle, un cínico policía), Thelma Ritter (como una enfermera que siempre puede “oler el peligro”), y Raymond Burr (como el posible asesino), hace un trabajo impecable.
Estoy muy feliz de haber disfrutado de “La ventana indiscreta” en el cine. Lo que tenemos acá es un clásico que, evidentemente, funciona muy bien en cualquier formato, pero que definitivamente se ve beneficiado de una experiencia en la pantalla grande, en donde uno realmente se siente cómplice del voyeurismo de L.B. Jeffries. Mezclando drama, con una pizca de comedia ácida y seca, y por supuesto, los elementos de thriller a los que Hitchcock nos tenía acostumbrados, “La ventana indiscreta” es una de las mejores película de su filmografía, y un interesante comentario metatextual sobre el voyeurismo, y sobre el rol del espectador a la hora de ver una película, o cualquier producto audiovisual, en realidad. Si no la han visto antes, vale mucho la pena que le den una oportunidad a “La ventana indiscreta”; puede que, como le ha sucedido a mucha gente en el pasado, se termine convirtiendo en una de sus cintas favoritas.
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