Hace sesenta años, Alfred Hitchcock estrenó “Los pájaros”, un thriller de suspenso centrado, lógicamente, en una serie de perturbadores eventos que involucran a nuestro voladores amigos. Protagonizada por Tippi Hedren, Rod Taylor y Jessica Tandy, la película fue un éxito, haciendo que miles de personas desarrollen una terrible fobia a la aves, y cementando a Hitchcock como el maestro del suspenso. Y es ahora en el 2023, que he tenido la oportunidad de ver este clásico nuevamente en la pantalla grande, como parte de un ciclo de cine de Hitchcock organizado por la cadena de cines UVK.
¿Qué tan bien ha envejecido esta película, entonces? ¿Da el mismo miedo hoy en día que hace sesenta años, cuando se podría argumentar la gente era un poco más sensible, sin haber experimentado tanto terror como un público contemporáneo? En pocas palabras, “Los pájaros” todavía funciona. Quizás no tanto como en 1963, pero sí lo suficiente como para generar una palpable respuesta en el espectador, a través de secuencias verdaderamente tensas, y un buen manejo del suspenso. Lo que muy fácilmente hubiera podido ser una simple película de serie B (si no denle una mirada a la infame “Birdemic: Shock and Terror”, se convierte en algo más complejo y serio, gracias, por supuesto, al trabajo del gran Alfred Hitchcock.
“Los pájaros” tiene como protagonista a Melanie Daniels (Hedren), la hija de un magnate de la prensa que vive en San Francisco. Es en aquella ciudad, de hecho, que termina conociendo a Mitch Brenner (Rod Taylor), un abogado que la reconoce debido a que una vez lo vio en un juicio, relacionado a una mala broma que le hizo a otra persona. Luego de “flirtear” un poco, apropiadamente, en una tienda de mascotas (aparentemente especializada en aves), Melanie decide averiguar más sobre Mitch, lo que la lleva a un pueblo cerca a un lago, donde el exitoso abogado pasa los fines de semana.
Es ahí que nuestra protagonista finalmente averigua que Mitch comparte una casa con su madre, Lydia (Tandy, quien años después protagonizaría “Paseando a Miss Daisy”, con Morgan Freeman), y con su hermana menor, Cathy (Veronica Cartwright, a quien quizás reconocen debido a que apareció, ya de adulta, en la primera película de “Alien”, con Sigourney Weaver). Pero lo que se va desarrollando, poco a poco y con paciencia, como una suerte de drama romántico, se va convirtiendo en una experiencia terrorífica. Gradualmente, Hitchcock va insertando a los famosos pájaros, primero como presencias individuales y algo agresivas, y más adelante, como una fuerza de la naturaleza, por alguna razón, empecinada en acabar con cuanto humano se les cruza en el camino.
Los espectadores de poca paciencia, o quienes esperen ver una película que comienza de frente con el terror, seguro quedarán decepcionados luego de ver “Los pájaros”. Este es un filme que se toma su tiempo —de hecho, hay que esperar más de media hora para ver el primer ataque aviar, y casi una hora para que comience el terror. Pero Hitchcock sabe todo esto, y de hecho utiliza el primer acto de su historia no solo para desarrollar bien a sus personajes principales, si no también para jugar con la anticipación de su público. Todos sabemos qué tipo de película estamos viendo; y gracias a su título, sabemos también lo que eventualmente pasará. Hitchcock utiliza dichas expectativas por parte del espectador para generar suspenso, creando una atmósfera ominosa en donde, poco a poco, se van llevando a cabo sucesos perturbadores.
Lo bueno, además, es que el Maestro del Suspenso logra poblar su película con personajes a los que vale la pena seguir, como para que uno no se desespere por la falta de terror durante el primer acto. El arco de personaje de la Melanie de Tippi Hedren es interesante; pasa de ser una mujer misteriosa y hasta un poco engreída, a alguien que se preocupa por los demás (especialmente la Cathy de Cartwright). El último par de escenas, eso sí, juegan un poco en contra de este desarrollo, manteniendo a Melanie en estado catatónico, habiendo quedado (comprensiblemente) traumada luego de un ataque aviar particularmente violento. No obstante, resulta increíble pensar que esta fue la primera película de Hedren; no hay nada en su sólida actuación que nos dé a entender que se trata de una primeriza.
Por su parte, Rod Taylor interpreta el papel del arquetípico héroe del cine clásico de Hollywood; un hombre grande y fuerte que se encarga de superar los retos físicos que la impone la película. Taylor logra inyectarle carisma al personaje de Mitch, eso sí, haciendo que el romance que se va desarrollando entre él y Melanie se sienta natural. Por otro lado, Jessica Tandy está bien como Lydia; una mujer algo celosa, que le tiene muchísimo miedo a la soledad, siempre pendiente de las mujeres que se le acercan a su hijo —después de todo, no quiere que la abandone. Es una actuación en general redonda, que solo cae en la exageración en una par de instancias. Y una joven Veronica Cartwright destaca como Cathy, desarrollándola como una púber completamente normal, que está pasando por circunstancias verdaderamente extrañas.
Puede que la primera mitad de “Los pájaros” se concentre más en las interacciones entre personajes y el drama que se va desarrollando entre Melanie y los habitantes del pueblo al que ha llegado, pero es durante la segunda que las cosas se tornan más intensas. Como en buena parte de su filmografía, Hitchcock demuestra ser un maestro a la hora de generar suspenso, aprovechando al máximo la presencia de los pájaros — de lejos, parados encima de techos o juegos de jardín, o de cerca, picoteando e hiriendo a nuestros protagonistas. Resaltan secuencias como la de la gasolinera (que incluye explosiones y todo; ¡como en una película moderna!), el momento en el que Melanie se queda atrapada en una cabina telefónica (una imagen clásica), y un tenso recorrido casi a oscuras por la casa de Mitch, con Melanie buscando la fuente de un ruido extraño. Es en estos momentos que “Los pájaros” me tuvo al borde del asiento, mordiéndome las uñas.
Lo cual está muy bien, porque al ser una película de sesenta años de antigüedad, igual cuenta con algunos elementos que no han envejecido del todo bien. El final, por ejemplo, se siente algo plano —la imagen final es potente (se siente hasta apocalíptica), pero a la vez, lo deja a uno con más preguntas que respuestas, algo insatisfecho con lo que ha visto. Y los efectos ópticos, aunque eficientes durante buena parte de la historia, igual cuentan con ciertos momentos que no lucen del todo bien. Se sabe, por ejemplo, que Hitchcock odiaba grabar en locaciones, por lo que “Los pájaros” cuenta con varias escenas exteriores con fondos falsos o proyectados, lo cual contrasta a sobremanera con los planos que SÍ fueron grabados en lugares reales. Los pájaros, al menos, sí lucen suficientemente realistas todo el tiempo (porque de hecho se utilizaron varias aves de verdad).
Puede que “Los pájaros” no sea la película más terrorífica que Hitchcock llegó a dirigir, pero igual se trata de una experiencia llena de suspenso, momentos memorables, y personajes tridimensionales. El trabajo de los actores es, en su mayoría, excelente —y disfruté mucho de la presencia de los habitantes del pueblo, varios de ellos de personalidades excéntricas—, y el filme cuenta con varios momentos de innegable tensión, especialmente hacia el final de la historia. Sin embargo, entre los efectos ópticos de calidad variable, y lo mucho que la película se demora en arrancar, puede que no sea del agrado de algunos espectadores modernos. “Los pájaros” es un clásico, de eso no hay duda —pero como cualquier película de hace cuarenta, cincuenta, sesenta o más años, hay que recordar que debe ser evaluada y disfrutada como un producto de su época, y no como lo harían con una producción contemporánea.
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