No calculan lo emocionado que estaba por ver “Todo en todas partes al mismo tiempo”, lo último de los Daniels (“Swiss Army Man”). Tan emocionado estaba, de hecho, que decidí esperar a que alguien —Diamond Films— por fin se anime a estrenar la película en cines limeños, por más de que el filme ya esté disponible en digital, y salga a principios de julio en Blu-ray. Y creanme cuando les digo que vale mucho la pena ver en “Todo en todas partes al mismo tiempo” en la pantalla grande, así que si tienen la oportunidad, háganlo. No exagero cuando digo que se trata de una de las películas más originales que haya visto en mucho tiempo, y algo que estoy seguro no podrá ser replicado hasta dentro de varios meses (o años).
Si vieron la ya mencionada película anterior de estos directores, sabrán a qué me refiero. Dan Kwan y Daniel Scheinert comenzaron con videos de música, siempre inyectándoles un estilo caótico y muy bien definido, y han logrado traer consigo la misma energía a sus películas, pero sin dejar de lado el componente emocional, siempre tan importante para desarrollar un vínculo con el espectador. Y qué bien que “Todo en todas partes al mismo tiempo” logra ser tan emotiva, porque al tratarse de un multiverso infinito lleno de posibilidades, muy bien hubiera podido transformarse en algo incoherente e inconexo.. pero felizmente, ese no es el caso. De alguna manera —con una gran atención al detalle y un toque inesperadamente delicado—, los Daniels han logrado convertir ese caos en sentimiento; ese desorden en algo increíblemente entretenido y creativo.
La gran Michelle Yeoh interpreta a Evelyn Wang, una inmigrante china en los Estados Unidos, dueña de una lavandería junto a su bonachón esposo, Waymond Wang (Ke Huy Quan). A pesar de tener una familia que la quiere —incluyendo a su hija, Joy (Stephanie Hsu)—, Evelyn siempre está pensando en lo que hubiera podido ser; en sus sueños no cumplidos, y en sus ambiciones jamás completadas. No obstante, su mundo mundano, cotidiano, cambia justamente el día que su padre, Gong Gong (James Hong) llega de China, y que una trabajadora gubernamental llamada Deirdre (Jamie Lee Curtis), le informa que tiene problemas con sus impuestos. De pronto, se entera que su mundo es parte de un vasto multiverso, y que una versión alterna de su esposo ha llegado para buscarla. Después de todo, solo ella parece ser capaz de detener a una fuerza que amenaza con acabar con todos los universos.
La narrativa suena básica, pero felizmente ese no es el caso. De hecho, la razón principal por la que “Todo en todas partes al mismo tiempo” funciona tan bien, es que se centra, principalmente, en las relaciones familiares de sus protagonistas. El corazón de la película está en cómo Evelyn comienza a revalorar su relación con su esposo —a quien consideraba como alguien aburrido y débil— y con su hija —a quien no parecía querer entender. Todo el concepto del multiverso y de la amenaza que se acerca está intrínsecamente ligado a estas relaciones, lo cual resulta en un clímax emocional en el tercer acto que seguramente hará que más de un espectador se ponga a lagrimear. Puede que “Todo en todas partes al mismo tiempo” sea una película, a falta de una mejor expresión, bien loca, pero es ese centro emocional lo que la convierte en una experiencia potente.
Y sí, como ya se había dado a entender líneas arriba, “Todo en todas partes al mismo tiempo” es de las cintas más creativas que haya visto en un buen tiempo. A pesar de no contar con el presupuesto de un blockbuster, los Daniels han aprovechado el concepto del multiverso al máximo, mostrándonos cómo una persona trataría de lidiar con la percepción de varios universos en simultaneo, o haciendo que salten de uno a otro, obteniendo diferentes habilidades. Por ende, uno termina viendo secuencias de artes marciales expertamente coreografiadas, personajes con dedos de salchicha, enemigos tratando de meterse butt plugs en el trasero, mujeres que usan a sus perros como armas, o hasta homenajes inesperados a películas clásicas de Pixar. Es todo bien alocado y aleatorio, pero curiosamente, tiene sentido dentro de la lógica interna de la película.
Y eso es algo que tienen bien en claro los Daniels: sí, la utilización de un multiverso les permite usar unan infinidad de ideas —lo crean o no, una de las escenas más emotivas de la película involucra a un par de rocas con ojos saltones—, pero como siempre mantienen intacta la lógica interna de la historia, uno nunca se pierde ni se harta de lo que está viendo. La reglas son bien explicadas por una de las versiones de Waymond, y tanto el conflicto interno de Evelyn, como el conflicto externo que pone en riesgo a todos los universos, son desarrollados de manera clara y emocionante. Lo que hace “Todo en todas partes al mismo tiempo”, pues, es balancear de manera delicada y experta lo alocado y “random” y enérgico, con lo más emotivo y simplemente humano.
Como se deben imaginar, Michelle Yeoh está excelente como Evelyn. Esta leyenda de la actuación de verdad logra desarrollar al personaje como una madre llena de arrepentimientos, siempre pensando en las diferentes rutas que su vida pudo haber tomado, sin prestarle mucha atención a lo que sí tiene frente a sus ojos. Yeoh destaca tanto en los momentos más dramáticos como en las secuencias de pelea, y nunca pierde de vista a la historia, por más de que pueda llegar a tornarse algo enredada. Por su parte, Ke Huy Quan (el recordado Short Round de “Indiana Jones y el Templo de la Perdición”) logra demostrar que el no haber aparecido en una película durante los últimos veinte años no afectó sus habilidades actorales. De hecho, es muy conveniente en todas las facetas de Waymond. Lo mismo se puede decir, además, de Stephanie Hsu y su Joy. Y el veterano James Hong (uno de los rostros más conocidos y de más experiencia en Hollywood) destaca en uno de sus roles más interesantes en años.
“Todo en todas partes al mismo tiempo” es, pues, una película innegablemente ambiciosa, que felizmente nunca se torna en un experimento fallido ni en una experiencia confusa. Sí, puede que algunos espectadores le pasen un poco mal con el ritmo acelerado —consideren la primera secuencia, caótica y apresurada—, y sí se puede decir que la película llega a sentirse algo larga, especialmente hacia el final. Pero tampoco se puede negar lo que los Daniels han logrado acá: contar una historia multiversal de manera increíblemente creativa, sin abusar —o necesitar— de efectos visuales espectaculares o secuencias masivas de destrucción y CGI. De hecho, “Todo en todas partes al mismo tiempo” brilla por lo mucho que hace con poco, aprovechando las habilidades de sus talentosos protagonistas, y centrándose en el aspecto emocional de la trama.
Es así, pues, que por fin logro entender por qué muchos espectadores y críticos consideran a “Todo en todas partes al mismo tiempo” como una mejor historia multiversal que la meramente cumplidora “Doctor Strange en el Multiverso de la Locura”. A pesar de tener menos presupuesto y menos recursos que la taquillera película de Marvel, “Todo en todas partes al mismo tiempo” aprovecha mejor el concepto del multiverso, enseñándonos las diferentes posibilidades de sus protagonistas, y desarrollando con aplomo una narrativa centrada en la relación entre madre e hija, y esposa y esposo. Por más de que hayan piedras con ojitos saltones, butt plugs, mapaches, y homenajes al cine de Wong Kar Wai, “Todo en todas partes al mismo tiempo” nunca se hace “bolas”, y más bien hace que todo esto se sienta… natural. Todo un logro, que resulta en una de las mejores películas que haya visto en lo que va de este 2022.
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Para mí es genial.lo mejor que he visto el los últimos tiempos…me diverti