La ciudad perdida

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Por más de que no sea una gran película, da gusto ver algo como “La ciudad perdida” en una sala de cine. Después de todo, se trata de una experiencia algo a la antigua, que trata de emular lo que otras películas de aventuras, como las de “Indiana Jones”, “La Momia” de 1999 (mi favorita) o hasta “Romancing the Stone”, hicieron en el pasado. No pertenece a ninguna franquicia famosa, depende, más de que nada, del carisma de sus protagonistas para funcionar, y no cuenta con efectos visuales de enorme escala ni de rayos láser que van a las nubes ni nada de eso. “La ciudad perdida” es, pues, una cinta de aventuras de corte vintage, con bastante humor contemporáneo como para darle una dimensión adicional (y más moderna).

Ahora bien, lo que también vale la pena mencionar es que, lamentablemente, no llega a estar al mismo nivel que la mayoría de ejemplos ya mencionados. No es que esté (demasiado) sesgado por la nostalgia, pero algo como “La Momia” puede considerarse como el ejemplo prácticamente perfecto de lo que se puede hacer con una increíble mezcla de acción, aventura, terror y comedia —ni Brendan Fraser ni Rachel Weisz han estado mejor (en filmes anteriores o posteriores) en lo que se refiere al mundo de los blockbusters. Y aunque “La ciudad perdida” parece estar tratando de hacer algo similar, hay algo que le falta —la energía de aquella película, o quizás la intensidad de sus secuencias de acción. Si uno se olvida de dichas comparaciones, sin embargo, la pasará muy bien con “La ciudad perdida”, por más de que no vaya a quedar grabada en sus memorias, precisamente.

“La ciudad perdida” tiene como protagonista a Loretta Sage (Sandra Bullock), una escritora de fantasía erótica que, en realidad, siempre ha tenido una fascinación con la historia y la arqueología. De hecho, sus novelas más famosas son de corte histórico y de aventuras, lo cual la ha obligado a publicitar su trabajo junto al modelo de sus portadas, Alan (Channing Tatum). Luego de que la conferencia de prensa de su más reciente libro sale mal, sin embargo, Loretta es secuestrada por un joven millonario llamado Abigail Fairfax (un alocado Daniel Radcliffe), quien quiere obligarla a ayudarlo a encontrar un tesoro en una misteriosa isla en medio del Atlántico.

Es así que Loretta termina en dicha aventura, pero felizmente no está sola. Alan decide ir a rescatarla, y su publicista, Beth (Da’Vine Joy Randolph) eventualmente viaja a la isla también, luego de que ninguno de los dos da signos de vida. Adicionalmente, Alan cuenta con la ayuda (temporal) de Jack Trainer (Brad Pitt), un ex Navy Seal atractivo, ágil y demasiado habilidoso. Pero incluso considerando todo esto, tanto el modelo de portadas como su jefa (y potencial interés amoroso) tendrán varios problemas para salir de la isla con vida, e incluso, para encontrar el tesoro con el que Fairfax está tan obsesionado.

Al igual que en “La Momia”, la química entre los dos protagonistas de “La ciudad perdida” es muy importante para que la película termine de funcionar. Y felizmente, tanto Bullock como Tatum dan todo de sí, sin miedo de protagonizar situaciones ridículas, siempre conscientes de que ninguno de sus personajes está preparado para sobrevivir en la selva y enfrentarse a los peligrosos secuaces de Fairfax. Tatum interpreta a Alan como alguien vanidoso y algo torpe, pero a la vez, de noble corazón, felizmente evitando muchos de los clichés inherentes a este tipo de personaje (que hubieran sido utilizados para muchos chistes tontos en una película de menor calidad). Y Bullock desarrolla a Loretta como una mujer neurótica y seria, alguien que está todavía superando la muerte de su previo amor, y que tiene que aprender a abrirse un poco hacia el mundo. Es un contraste de personajes bastante tradicional, pero que para afectos de esta historia, funciona.

Quien quizás resalta más, sin embargo, es Daniel Radcliffe. El joven actor británico sigue demostrando que no le tiene miedo alguno a los géneros más extravagantes del cine, todavía dispuesto a separarse lo más que pueda del mundo de “Harry Potter”. Es así que interpreta a Farifax como un hombre megalomaníaco e inseguro, una suerte de Elon Musk que, en vez de estar obsesionado con las redes sociales (¡Twitter!) o la tecnología que no ha inventado, está empecinado en encontrar un tesoro milenario (o como él lo dice: “algo que nunca nadie ha encontrado antes”). Se trata de una interpretación exagerada, llena de miradas intensas y discursos grandilocuentes, y muy entretenida.

¿Pero qué tal funciona “La ciudad perdida” en comparación a otras cintas de aventuras? Pues no está mal. Los efectos visuales son, en general, verosímiles —al parecer, la mayor parte de escenas fueron grabadas en locaciones reales, sin abusar de elementos sintéticos o pantallas chroma, y se nota. Y aunque a las secuencias de acción les falta algo de energía e inmediatez, al menos logran emocionar y divertir al espectador, especialmente cuando no se toman demasiado en serio a sí mismas. Consideren, si no, el cameo entendido de Brad Pitt (verlo “poner a dormir” a varios secuaces en la base de Fairfax es muy entretenido), o los comentarios de parte de Loretta y Alan sobre los enemigos que matan de casualidad. Siendo un filme más moderno que los ejemplos mencionados líneas arriba, “La ciudad perdida” cuenta con varios elementos “meta”, pero felizmente no abusa de ellos.

No hay mucho más que se pueda escribir sobre “La ciudad perdida”. Es una película sencilla, de pocas ambiciones, que solo busca entretener con una historia divertida de aventuras, y un arco de personaje apropiadamente previsible para su protagonista. La química entre Bullock y Tatum es palpable, el villano de Radcliffe es delirantemente exagerado, y el cameo de Brad Pitt es de lo mejor que la cinta tiene para ofrecer. Puede que “La ciudad perdida” no esté al nivel de cualquiera de las películas de “Indiana Jones”, o siquiera de “La momia” (aunque ciertamente está mejor que la tercera entrega de dicha franquicia), pero si lo que quieren es reírse, asustarse y emocionarse con un blockbuster que no se toma demasiado en serio a sí mismo, ciertamente vale la pena verla en la pantalla grande. Al menos serviría como una suerte de respiro entre tanta nueva entrega de franquicia famosa.

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