Si llegaron a leer mi crítica de “Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald”, la segunda entrega de esta serie de precuelas del Wizarding World, se acordarán que no la pasé del todo bien con la película. De hecho, mencioné que era “la primera vez que un filme de la saga se me [hacía] aburrido y tedioso —dos adjetivos que nunca pensé relacionar con una película del “Wizarding World”, pero que desgraciadamente, describen a la perfección a esta hinchada secuela.” En pocas palabras: por más de que la primera cinta fuese entretenida sin ser particularmente memorable, la segunda se me hizo inflada, innecesariamente enredada, y francamente frustrante.
Lo cual no quería decir que careciese de potencial. De hecho, este mundo de magos y brujas —creado por una autora que, desde hace ya unos años, ha demostrado ser un ser humano extremadamente decepcionante— es muy rico y, a falta de una mejor expresión, mágico, y mucho se podría hacer con sus personajes y situaciones. Pero por alguna razón, los creadores de estas películas han decidido enfocarse en el backstory de Albus Dumbledore mencionado brevemente en las novelas y películas de “Harry Potter”, centrándose en temas relacionados al genocidio, la discriminación, la guerra y la muerte. ¿Sabían que Gellert Grindelwald (Johnny Depp) quería detener la Segunda Guerra Mundial en la segunda película de “Animales Fantásticos”, y sin embargo era el villano…?
Sí pues…
Pero si hay algo que este tercer filme, “Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore”, intenta hacer, es corregir los errores de su predecesor. J.K. Rowling (ugh) ya no es la única guionista de la película; esta vez, los productores trajeron de vuelta a Steve Kloves, escritor de las cintas de “Potter”, para ayudarla. Esta vez, ya no mencionan a la Segunda Guerra Mundial, y cómo parte del plan de Grindelwald consiste en detenerla. Y esta vez hay un mayor enfoque en los Animales Fantásticos del título, la narrativa dependiendo bastante de una criatura llamada qilin, la cual, de hecho, decidirá el destino del mundo de los magos, y de quién los gobernará por los siguientes años.
¿Y saben qué? Es un intento válido. No es del todo exitoso, dicho sea de paso, pero cuenta para algo.
“Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore” es ciertamente superior a su antecesor, pero igual carece de la magia que tan especial hizo a los libros y películas de “Harry Potter”. Sí, está escrito como una película y no como una novela; ¿recuerdan la escena en el segundo filme, en donde la historia es detenida súbitamente para que dos personajes expliquen sus historias de origen uno después del otro? ¡Pues eso ya no sucede acá! ¿Recuerdan que “Los crímenes de Grindelwald” tenía como diez mil personajes secundarios que poco o nada tenían que ver con el Newt Scamander de Eddie Redmayne? ¡Pues esta vez hay menos! Y como bonus, la trama en sí va más directa al grano, y a pesar de incluir varias referencias a personajes conocidos de “Potter”, al menos no se siente como un laberinto narrativo que solo puede ser entendido por aquellos que tengan un conocimiento enciclopédico de la franquicia.
Todo eso es lo bueno. Pero como estaba dando a entender líneas arriba, lo malo es que, a pesar de haber corregido varios de los errores de su predecesor, “Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore” se sigue sintiendo como un filme innecesario, como algo que fue creado únicamente porque Warner Bros. y la transfóbica creadora de este universo querían algo más de dinero. Sí, la película cumple con lo mínimo, avanzando un poco más la historia de Newt, Dumbledore y compañía, pero a la vez, no pude evitar sentir al verla que igual contaba con mucho relleno, y que sería extremadamente difícil justificar dos entregas más de la franquicia (se supone que serán cinco películas en total). ¿Una más? Quizás. ¿Pero dos más? Eso va a estar más difícil.
Newt Scamander (Eddie Redmayne) está de regreso, y esta vez tiene que cumplir otra misión para Albus Dumbledore (un excelente Jude Law): detener el ascenso de Gellert Grindelwald (esta vez interpretado por el genio de la actuación que es Mads Mikkelsen), quien planea convertirse en el líder del mundo de los magos. Para ello, Newt tiene que proteger al ya mencionado qilin, y trabajo junto a un grupo de coloridos personajes: su hermano Theseus (Callum Turner); el muggle Jacob Kowalski (el siempre gracioso Dan Fogler), quien sigue enamorado de la traicionera Queenie (Alison Sudol); la profesora Lally Hicks (una encantadora Jessica Williams), y su ayudante, Bunty (Victoria Yaetes). La Tina Goldstein de Katherine Waterston casi ni aparece, lo cual estoy seguro nada tiene que ver con el hecho de que la actriz se pronunció públicamente en contra de las declaraciones transfóbicas de Rowling.
Sí… nada…
En todo caso, si hay algo que realmente resalta (positivamente) en “Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore”, son las actuaciones. Respeto a Johnny Depp como actor, pero el Grindelwald de Mads Mikkelsen es simplemente superior (¿por qué no lo contrataron a él desde un principio?). Es frío, es calculador y es megalomaníaco, pero en ciertas escenas (especialmente hacia el principio y hacia el final), resulta fácil darse cuenta porqué Dumbledore se enamoró de él. Ah, sí; por fin mencionan, de manera clara y directa, que Dumbledore estaba enamorado de Grindelwald. ¿Muy poco y muy tarde? Pues sí. ¿Será parte de una táctica para minimizar el comportamiento controvertido de Rowling en la vida real? De todas maneras. Pero igual da gusto verlo, y además contribuye a la trama y al desarrollo tanto de Dumbledore como de Grindelwald.
Por su parte, Eddie Redmayne sigue interpretando a Newt como un eterno excéntrico; siempre interesado en criaturas de todos los orígenes y tamaños. Como Dumbledore, Jude Law sigue demostrando que fue la elección perfecta para tan emblemático personaje (aunque espero que en la cuarta película ya comience a pasar de los ternos de tres piezas a las túnicas coloridas de mago). Jessica Williams destaca como Lally Hicks (aunque no pude evitar sentir que su personaje era una suerte de reemplazo para la ausente Tina Goldstein). Y por supuesto, Dan Fogler sigue brillando como Jacob, otorgándole algo de ligereza y humor a una franquicia que, aparentemente (y bajo la dirección de David Yates), tiene que tomarse súper en serio a sí misma. El Jacob de Fogler, sin embargo, termina siendo el corazón de la película, y el personaje con el que resulta más fácil empatizar.
Fuera de eso, disfruté que la película sea más fácil de entender —incluso para aquellos que no sean fanáticos acérrimos del Wizarding World—, y que no se ahogue en explicaciones innecesarias de historias de trasfondo de personajes secundarios y aburridos. Sí, el ritmo sigue siendo algo letárgico, especialmente durante un segundo acto que separa a nuestros personajes principales para enviarles a sus propias misiones personales. Y sí, por momentos se torna algo oscura (tanto temática como literalmente), lo cual no convierte al filme en una experiencia idea para la familia, precisamente. Y SÍ, yo todavía creía que, como fue anunciado originalmente, la película se iba a llevar a cabo en Brasil… y terminé muy decepcionado cuando eso no sucedió. Pero nuevamente; puede que no sea un elogio particularmente sólido, pero sí vale la pena recalcar que “Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore” es una mejora en relación a la segunda película. ¡Muchas gracias por la ayuda, Steve Kloves!
No obstante, el filme está lejos de recuperar la magia de “Harry Potter”. En aquellas películas, ayudaba el que estén basadas en libros que ya de por sí eran populares, y donde la autora parecía estar totalmente segura de cómo acabaría la historia. El caso de la franquicia de “Animales Fantásticos” es distinto: los filmes se sienten erráticos, desordenados, como si no tuvieran un norte preciso, y cómo si se estuvieran realizando correcciones en el camino, para mantener contentos a todos los miembros del público. Es así, pues, que terminamos con una cinta como “Animales Fantásticos: Los secretos de Dumbledore”: entretenida, sí, y con algunos momentos (esporádicos) llenos de la tan ansiada magia, pero en general, irregular y poco memorable. Solo queda esperar a ver si la historia continua mejorando con la ya anunciada cuarta (y ojalá última) entrega.
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