“Morbius” tenía el potencial de convertirse en una aterradora historia de vampiros, criaturas de la noche, y personajes vulnerables, pero al final del día, el director Daniel Espinosa y sus equipo han decidido entregarnos algo un poco más previsible. Lo que tenemos acá es un blockbuster meramente competente, que se descarrila de manera tan alucinante durante su tercer acto —y especialmente durante sus escenas post-créditos—, que uno puede evitar sentir un mal sabor de boca al salir de la sala de cine. Puede que no sea la peor película jamás hecha, pero ciertamente podría haber sido mucho mejor.
“Morbius” cuenta la historia, apropiadamente, del Doctor Michael Morbius (Jared Leto), quien desde pequeño ha sufrido de una enfermedad mal definida que afecta su sangre y su movilidad. Felizmente, tuvo la suerte de ser cuidado por Emil Nikols (Jared Harris), quien lo trató tanto a él como a su mejor amigo, Milo (Matt Smith) como si fueran sus hijos. No obstante, ya de adulto, Morbius está obsesionado con encontrar la cura para su enfermedad, tanto así que se adentra en una cueva en la selva de Costa Rica, trayendo de vuelta a un grupo de murciélagos vampíricos que podrían ayudarlo.
Y eso es precisamente lo que hacen. Con la ayuda de su mejor amiga (y potencial interés amoroso), la doctora Martine Bancroft (Adria Arjona), Morbius logra desarrollar un suero, el cual no solo lo cura de su enfermedad (tornándolo musculoso, porque obviamente), si no que también le da poderes de vampiro, otorgándole mucha fuerza, agilidad… y desgraciadamente, una espantosa sed de sangre. Es esto último lo que no puede controlar, desgraciadamente, lo cual empeora cuando Milo se inyecta el mismo suero, y se convierte en una versión maléfica de lo que Morbius podría llegar a ser. Es así que nuestro protagonista se empecina en detener a su viejo amigo, antes de que sea demasiado tarde.
Lo mejor de “Morbius”, curiosamente, está durante la primera mitad de la historia. Es cuando conocemos a Michael, adentrándonos en su infancia, viendo cómo se desarrolló su amistad con Milo, y cómo eventualmente se obsesionó con encontrar la cura de su enfermedad, que la película se siente más verosímil, más interesante. Por más de que haya sido criticado en ciertos círculos, el trabajo actoral de Leto no es malo, y maneja una química decente con Adria Arjona, quien hace lo que puede con un personaje algo plano. En todo caso, “Morbius” logra ser bastante entretenida durante los momentos de descubrimiento del personaje, cuando lo vemos probando sus poderes, y disfrutando de una libertad que nunca antes había tenido.
No obstante, es cuando la película se va acercando a su inevitable clímax, que las cosas se tornan más caóticas. Ciertos eventos se sienten inconexos o hasta incoherentes, y la “batalla final” (porque siempre tiene que haber una batalla final) se siente más anticlimática que otra cosa, haciendo que Morbius demuestre poderes que antes no había aprovechado tanto, y en general, abusando de efectos visuales digitales que se sienten excesivos en comparación a todo lo que vino antes. Entiendo que quisiesen culminar la historia de manera espectacular, pero en este caso en particular, se siente como un giro forzado, y para colmo de males, visualmente confuso.
Fuera de Leto y Arjona, sin embargo, vale la pena destacar a Matt Smith, quien parece estar pasándola de lo lindo como un villano que simplemente disfruta del caos a su alrededor. Resulta gracioso verlo bailar mientras se pone un terno frente al espejo, o gritarle frases trilladas a Jared Leto como si no hubiese un mañana. Lamentablemente, “Morbius” decide concentrarse, también, en una suerte de subtrama con Tyrese y Al Madrigal, quienes interpretan a una pareja de policías cuyo impacto en la narrativa es prácticamente nulo. Es en serio; podrían quitar a estos dos personajes de la película, y absolutamente nada de la trama cambiaría. El hecho de que Tyrese, además, interprete al oficial Stroud de manera seria y hasta aburrida ciertamente no ayuda. Prefiero verlo de payaso en las películas de “Rápidos y Furiosos”.
Por otro lado, el trabajo de Espinosa en “Morbius” no es del todo convincente. Algunas de las secuencias de acción abusan de la cámara lenta o del shakycam, lo cual hace que la película se sienta, al menos por momentos, como un producto de hace diez o quince años. Y por alguna razón, muchas escenas abusan de los primeros planos con lentes largos, haciendo que sea difícil que uno se ubique en el espacio que los personajes comparten. “Morbius” se siente curiosamente claustrofóbica, quizás no solo debido al trabajo de Espinosa, si no también a la intervención de Sony en el proceso de post-producción. Obviamente no tengo evidencia concreta, pero “Morbius” se siente como un producto modificado por un estudio sin la (completa) intervención de sus creadores.
Al final del día, sin embargo, “Morbius” no es terrible —comienza bien, se desarrolla con algo de promesa, pero concluye de manera increíblemente torpe, desperdiciando a actores de la talla de Jared Harris (súper infravalorado), Adria Arjona (quien ha destacado en series como “Good Omens”), y sí, aunque no lo crean, hasta Tyrese. Los efectos visuales son decentes, las secuencias de acción no están mal, y las interacciones entre Leto y Smith o hasta Leto y Arjona le otorgan algo de pulso a la historia, pero fuera de eso, no hay mucho más que recomendar. Hasta las escenas post-créditos son decepcionantes —incluso habiendo visto (y disfrutado de) “Spider-man: Sin camino a casa”, me resultaron incoherentes y confusas. Pero lo peor, creo, es que mucha gente terminará olvidando a “Morbius”; honestamente, dudo que vaya a causar muchas reacciones apasionadas, ya sean positivas o negativas.
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