El Perú no tiene el mejor historial del mundo en lo que se refiere al cine de animación —desde la nefasta “Piratas en el Callao” (cuya animación era de bajísima calidad, incluso para estándares del año 2005), hasta la olvidable “Condorito: La Película”, la mayor parte de producciones realizadas localmente se han conformado con apelar a los más pequeños de la casa, sin pensar que sus padres, tíos o hasta hermanos mayores podrían estar interesados en ver algo de carácter más universal. Previsiblemente, el resultado siempre ha sido una serie de productos infantiles, poco originales, y en general, no muy recomendables que digamos, especialmente frente a lo que las grandes productoras de los Estados Unidos nos ofrecen año tras año.
Claramente, “Ainbo: Espíritu del Amazonas” quiere acabar con esa mala racha. Se trata de una co-producción entre Perú (a través de Tunche Films), los Países Bajos y los Estados Unidos, enfocada en la mitología y el folklore de la selva del Amazonas. Visualmente cumplidora y narrativamente aceptable, “Ainbo: Espíritu del Amazonas” es una película animada de buenas intenciones que definitivamente supera a cualquiera de las producciones que se han hecho en nuestro país antes, y que a pesar de no llegar a estar al nivel de las películas de Pixar, Dreamworks, o siquiera Aardman Animation, debería funcionar muy bien para quienes estén buscando algo de entretenimiento familiar sano, con moraleja ambientalista y todo. Más importante, sin embargo, es que se nota que fue hecha por gente apasionada por su trabajo y esta historia en general, lo cual ayuda a compensar algunas de sus deficiencias más notables.
“Ainbo: Espíritu del Amazonas” tiene como protagonista a la chica del título, una cazadora de 13 años que vive en lo más profundo de la selva Amazónica, en Candámo, sin saber que existen otros humanos fuera de la civilización a la que está acostumbrada. Todo es paz y armonía, hasta que descubre que su hogar está siendo amenazado por las fuerzas del capitalismo… es decir, la minería ilegal, la tala de árboles, y más perturbadoramente, la explotación infantil. Es así que busca la ayuda de la Madre Espíritu del Amazonas, Motelo Mama, para poder salvar a sus seres queridos de la destrucción, y hasta para evitar el resurgimiento de Yacuruna, el espíritu maligno de la selva Amazónica.
Lo que más resalta en “Ainbo: Espíritu del Amazonas” es la manera en que utiliza el folklore y la cultura de la selva de nuestro país, para contar una historia que resulta digerible y, en general, bastante entretenida. A diferencia de la mayoría de producciones norteamericanas que, hasta cierto punto, se apropian de las culturas de otros países, “Ainbo: Espíritu del Amazonas” se siente auténtica, como si hubiese sido realizada por gente que de verdad investigó bien los temas y figuras mitológicas que quería incluir, y más importante, que estaba en serio interesada en la historia que quería narrar. Sí, la película incluye elementos fantásticos que no representan necesariamente lo que uno encontraría en la vida real, pero no hay nada que resulte ofensivo o particularmente estúpido. Puede que sea una co-producción, pero “Ainbo: Espíritu del Amazonas” se siente absolutamente peruana, lo cual es todo un deleite.
Donde la cinta comienza a fallar un poco, más bien, es en la manera en que narra su historia. Los detalles culturales están todos bien —aunque podrían llegar a confundir a los espectadores del extranjero; habrá que esperar a ver sus reacciones—, pero la narrativa no se siente particularmente original. De hecho, la primera mitad de la película se siente casi como una copia de “Moana”, de Disney, tanto en la caracterización de Ainbo, como en su relación con otros personajes y la manera en que la historia va avanzando. Es recién durante la segunda mitad que el guion de Brian Cleveland, Jason Cleveland, Richard Claus y Larry Wilson (basado en una historia del director José Zelada) encuentra su propio estilo, y se atreve un poco a ir más allá de los clichés del cine animado estadounidense.
Adicionalmente, quienes prefieran sus producciones animadas con un poco más de sutilezas, probablemente no la pasarán demasiado bien con “Ainbo: Espíritu del Amazonas”. La moraleja en la película es clara, y es presentada con toda la sutileza de un martillazo en la frente. Está muy claro desde el principio que el hombre blanco, junto a sus terribles acciones —mencionadas líneas arriba— son los villanos, y que uno debe estar de parte de la naturaleza, y de la inocencia del personaje del título. Todo eso está muy bien —y no lo querría de ninguna otra manera—, pero creo que hubieran podido incluir dicha moraleja más en el subtexto que en el texto. Es tentador subestimar un poco al público cuando se trata de una película familiar, pero eso puede resultar en una experiencia algo aburrida y previsible. Los niños no son tontos, y con todo lo que consumen tanto en el cine como en la televisión —y ni qué decir de la Internet—, son perfectamente capaces de entender el mensaje de una historia sin que se lo estén diciendo de manera ridículamente obvia.
A nivel visual, “Ainbo: Espíritu del Amazonas” es de lo mejor que se ha hecho en nuestro país… sin llegar, obviamente, a estar al mismo nivel de las grandes superproducciones de Hollywood (no vean la película comparándola a Pixar, por favor). La selva se siente un poco muy sintética para mi gusto, y algunas de las animaciones se hubiesen beneficiado de un poco de trabajo adicional, pero me gustaron mucho los diseños de los personajes. Son suficientemente adorables y caricaturescos —siempre hay que tener los ojos enormes—, sin llegar a sentirse como imitaciones de películas que hayan visto antes (como toda buena película animada, además, incluye a dos compinches animales, Vaca y Dillo). Y las actuaciones de voz son también de muy buena calidad, otorgándole mucha personalidad a los protagonistas, sin llegar a sonar desesperantes o forzadas.
“Ainbo: Espíritu del Amazonas” no es la mejor película animada que vayan a ver este año; tampoco es de las más sutiles o complejas, ni de las más espectaculares a nivel visual. Sin embargo, no se puede negar que se nota la pasión de sus creadores en pantalla, lo cual la convierte en una experiencia algo genérica —especialmente durante su primera mitad—, pero en general, entretenida. Admito haberme emocionado bastante por ver una representación tan digna del Amazonas en una película animada de buen presupuesto —definitivamente eso contribuyó a que disfrute más de “Ainbo: Espíritu del Amazonas”. Pero el filme también hace un buen trabajo presentando personajes simpáticos, suficientes momentos de humor, y por qué no, una moraleja ambientalista que merece ser aprendida por los niños. Si la encuentran, denle una oportunidad a “Ainbo: Espíritu del Amazonas” —definitivamente es la mejor película animada que se haya realizado en nuestro país (hasta ahora).
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