Tenet

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De vuelta al templo

Después de poco más de cinco meses de estar encerrado en mi cuarto en Londres, tomando mis clases de la maestría de manera remota, y yendo al campus únicamente para nuestro rodajes —los cuáles se llevaron a cabo de manera extremadamente segura, tomando todas las precauciones del caso—, por fin he podido regresar a una sala de cine. Y como era lógico, la primera película que he podido ver en la pantalla grande es “Tenet”, lo nuevo de celebrado —pero también a veces criticado— cineasta británico Christopher Nolan.

Ahora bien, la única razón por la que me animé a ir, es porque consideré que las medidas tomadas por el BFI IMAX —el cine con pantallas IMAX de la cadena Odeon y el Instituto Británico de Cine— eran suficientes como para hacerme sentir seguro. Estoy consciente de que los cines todavía no abren en el Perú —y de que posiblemente no vayan a hacerlo hasta el próximo año—, pero si viven en un país donde ya se encuentran operativos, les pido por favor que solo vayan si es que consideran que se sentirán seguros. Acá la seguridad es lo primero: el poder ver una película mientras usan una mascarilla, lejos de otros espectadores, y en un ambiente bien ventilado. De lo contrario, lo mejor, en en realidad, es que se queden en casa.

Mi experiencia en el BFI IMAX, sin embargo, fue bastante positiva. Al llegar con mi amigo —no nos parecía buena idea ir con un grupo demasiado grande de personas, por obvias razones—, nos acercamos a la entrada del cine, donde una persona con mascarilla y visor revisó nuestros tickets. Al entrar, cada uno tenía que limpiarse las manos con gel antibacterial, y se nos urgía mantener una distancia de dos metros con cualquier otra persona. Además, al ir al baño —necesario antes de ver una película de dos horas y media de duración—, nos dijeron que solo se podía entrar de dos en dos, y una vez ahí, nos percatamos de que la mitad de urinarios y lavaderos estaban cerrados, para evitar que la gente esté demasiado cerca la una de la otra.

Pero eso fue sólo el comienzo. Al entrar en la sala de cine, en el segundo piso, encontramos nuestros sitios rápidamente, sabiendo ya desde que los compramos a través de la plataforma online, que el cine cuenta con varios asientos bloqueados, para que ningún grupo de espectadores esté cerca del otro. Y felizmente dicha regla fue cumplida de manera rigurosa: la sala parecía estar operando a un 50% de su capacidad, con varios asientos vacíos, lo cual ciertamente limitó mucho nuestra interacción con los demás espectadores. En general, el cine parecía estar tomándose todas las regulaciones en serio; los baños eran desinfectados cada media hora, y todos los trabajadores del lugar usaban mascarillas.

El único aspecto verdaderamente negativo de esta experiencia fue que el cine de todas maneras estuvo vendiendo pop corn y gaseosas, por lo que, a pesar de que la mayoría de gente estuvo usando mascarillas mientras veíamos la película, muchos de ellos se la quitaban para tomar y comer. Siendo justos, la presencia de —algunas— personas sin mascarillas convierte al cine en un lugar prácticamente igual de seguro que cualquier pub o restaurante aquí en Londres —los cuales abrieron hace poco más de un mes—, pero igual hubiese preferido que, al menos en un inicio, no vendiesen ese tipo de productos. Los espectadores, al menos, fueron lo suficientemente considerados como para no generar demasiadas incomodidades para los demás.

No obstante, una vez que un representante del cine nos saludó y señaló las puertas de salida, y las luces se apagaron, por más de que haya estado usando una mascarilla, mis preocupaciones se esfumaron, y logré concentrarme en la película. Puede que esta sea la nueva normalidad —y lo más probable es que también lo sea cuando los cines eventualmente reabran en el Perú—, por lo que si piensan regresar a este tipo de establecimientos, tendrán que acostumbrarse a ella. Si ninguna de las medidas anteriormente explicadas los termina por convencer, o si creen que se sentirán demasiado incómodos viendo una película usando una mascarilla, lo mejor será que todavía no regresen al cine. Lo entendería perfectamente. Nuevamente; acá lo importante, más que la película o el regreso a la “normalidad” de antes, es que se sientan seguros.

Para adelante y para atrás

¿Valió la pena, entonces, seguir todas las precauciones anteriormente mencionadas para ver “Tenet” en la pantalla grande? Creo que todo dependerá de las expectativas que cada uno tenga sobre la película. Luego de haber sido pospuesta tres veces, y luego de todos los comentarios del mismísimo Nolan sobre la experiencia de ver un filme en la pantalla grande, “Tenet” ha adquirido una cualidad casi mítica, considerándose prácticamente como la gran salvadora de las cadenas de cine en medio de esta pandemia global. Pero no debemos olvidar que se trata únicamente de una película, y que como todo producto audiovisual, va a ser disfrutado por muchos espectadores, pero también criticado por otros.

Por ende, por más de que, efectivamente, la haya pasado muy bien con “Tenet”, vale la pena mencionar que las expectativas infladas no le harían ningún favor —ninguna película, por más bien construida o actuada que esté, podría cumplir con las expectativas que se le han dado a la más reciente producción de Nolan. Pero si uno logra olvidarse, aunque sea por unos minutos, del contexto en el que ha sido estrenada, y de la supuesta “importancia” que se le ha dado, se encontrará con una historia engañadoramente sencilla pero por momentos enredada; ambiciosa, frenética, algo fría, y muy original. Se trata, pues, de una película de Nolan al 100%, para bien y para mal, incluso más que cualquiera de sus propuestas anteriores.

Ahora bien, considerando que “Tenet” todavía no se estrena en el Perú, y que probablemente no vaya a ser estrenada en el futuro cercano, NO pienso incluir spoilers en el presente texto. Sin embargo, se me hace prácticamente imposible escribir sobre la cinta sin mencionar, aunque sea, un par de elementos narrativos —después de todo, algo tengo que explicar—, por lo que si no quieren saber absolutamente nada sobre la película, les recomiendo que dejen de leer, y cierren la ventana —o pestaña— de su navegador.

Advertidos están.

¿Sigue aquí?

OK, genial.

“Tenet” tiene como protagonista a… bueno, “El Protagonista” (John David Washington), quien luego de sobrevivir un atraco en la Casa de la Ópera de Kyiv, es reclutado por una misteriosa organización para tratar de prevenir la Tercera Guerra Mundial. Es así que comienza a trabajar con Neil (Robert Pattinson), un agente muy bien vestido del que sabemos muy poco, y Kat (Elizabeth Debicki), la maltratada esposa de un traficante de armas ruso llamado Andrei Sator (Kenneth Branagh), que está utilizando la tecnología de “inversión del tiempo” para intentar acabar con el mundo.

Sí, “inversión del tiempo”. Se trata de un concepto fascinante que resulta en momentos verdaderamente surreales, donde la gente comienza a caminar en reversa mientras otros se mueven a tiempo normal, los carros dan vueltas de campana al revés para luego comenzar a moverse normalmente, y los edificios explotan para luego reconstruirse, y de ahí implotar. La idea es explicada de manera concisa y entretenida por Laura (Clémence Poésy), una científica que le enseña al Protagonista a atrapar balas con su pistola, en vez de dispararlas… lo cual funciona con tal de que las haya disparado antes. O mejor dicho, en el futuro que todavía no sucede.

Sí, es esa clase de película.

Al igual que “El Origen”, “Tenet” cuenta con varias escenas en donde los personajes explican los conceptos que luego son utilizados de manera más dinámica en secuencias de acción, como un enfrentamiento entre el Protagonista, Neil y dos agentes con máscaras, o una persecución de carros que ha aparecido en la mayoría de avances de la película. Otras escenas, como el choque de un avión contra un edificio del aeropuerto de Oslo, se llevan a cabo en tiempo normal, pero no resultan menos espectaculares —de hecho, esa escena en particular resalta gracias a que Nolan decidió chocar un avión real en vez de construir la secuencia digitalmente, ya que aparentemente resultaba más barato que contratar a un equipo de efectos visuales. Eso nos dice más sobre lo caros que resultan los efectos digitales, que sobre las ambiciones de Nolan como director.

“Tenet” termina siendo, pues, una mezcla de secuencias de diálogo frío y funcional, con momentos más tensos, en donde los personajes tienen que correr contra el tiempo —o contra dos líneas temporales, una moviéndose normalmente, y otra a la inversa— para salvar al mundo. Suena complejo, pero Nolan se asegura de mantener al espectador siempre consciente de lo que está pasando, guardándose únicamente algunos giros para el tercer acto, donde son revelados de manera efectiva y verdaderamente sorprendente. Lo mejor de “Tenet”, sin embargo —y esto no debería sorprenderle a ningún seguidor de Nolan—, es que maneja una lógica interna consistente, por lo que casi ninguna contorsión narrativa resulta absurda o ilógica, ni siquiera luego de haber pensado en ellas por horas. “Tenet” está construida con la misma precisión y dedicación que “Memento” o “El Origen” —es un reloj suizo, preciso y con pocos engranajes oxidados.

Sin embargo, no puedo evitar sentir que la película cuenta con algunos defectos de montaje, especialmente en lo que se refiere al ritmo de edición. El primer acto, por ejemplo, se mueve rapidísimo, sin permitirle al espectador absorber lo que está sucediendo —de hecho, resulta algo desorientador, lo cual, considerando el enredado tema central de la película, no ayuda. Y el segundo acto, más bien, se mueve de manera algo letárgica, concentrándose en momentos que parecen estar alejando al Protagonista de su objetivo principal. Es en el tercer acto, sin embargo, donde “Tenet” parece encontrar el ritmo adecuado, presentándonos secuencias de acción verdaderamente memorables, y cerrando algunos de los cabos aparentemente confusos que fueron abiertos durante el segundo acto. Puede que algunos espectadores se impacienten un poco con “Tenet”, pero si logran aguantar hasta el final de la cinta, serán recompensados.

Por otro lado, “Tenet” cuenta con algunos de los problemas que parecen ser ya parte del estilo de Nolan. La mezcla de sonido, por ejemplo, favorece enormemente a la banda sonora de Ludwig Göransson (“Pantera Negra”, “The Mandalorian”), por lo que muchas escenas de diálogo terminan siendo casi imposibles de entender. Consideren, por ejemplo, una secuencia donde el Protagonista, Kat y Andrei, se encuentran en un bote, hablando sobre temas bastante importantes para la trama; entre la música de Göransson y el ruido del agua, no podía escuchar casi nada, lo cual resulta particularmente irritante cuando no se cuenta con subtítulos (y no, no era solo yo; mi amigo, que es británico, tampoco los podía entender). Súmenle a esto varias escenas donde los personajes hablan usando máscaras (otro clásico de Nolan, aunque no es tan grave acá como con el Bane de Tom Hardy), y buena parte de “Tenet” resulta bastante difícil de entender.

El hecho de que ninguno de estos problemas sean lo suficientemente graves como para arruinar la experiencia en general de ver “Tenet”, sin embargo, debería ser suficiente evidencia del talento de Nolan, tanto como director como guionista. Si uno presta atención, y si uno comienza a tratar de atar cabos desde un comienzo, no debería tener problemas a la hora de seguir la trama de la película, incluso durante secuencias como la del bote, o cuando las cosas se tornan verdaderamente locas en el tercer acto del filme. Al igual que “El Origen”, “Tenet” utiliza un concepto algo abstracto para construir una fascinante historia de suspenso, en donde personajes elegantemente vestidos tienen que enfrentarse a contrincantes misteriosos y poderosos, siempre yendo contra el reloj. Es fascinante, tanto a nivel visceral como intelectual.

El hecho de que el concepto de “inversión de tiempo” sea utilizado de manera creativa durante las secuencias de acción ciertamente ayuda. Y también colaboran los actores, quienes hacen un buen trabajo explicando las ideas abstractas de Nolan, pero también involucrándose emocionalmente en la historia. El Protagonista de John David Washington es un clásico personaje de Nolan: elegante, afable, inteligente, e incapaz de hacerle daño a gente inocente. Robert Pattinson está genial como Neil, robándose la mayoría de escenas en las que participa (y demostrando, de una vez por todas, que será un genial Bruce Wayne/Batman). Kenneth Branagh interpreta a Sator como un villano de James Bond, sádico, egoísta, y manipulador. Y la siempre infravalorada Elizabeth Debicki es el corazón de la película, interpretando a Kat como una mujer que está harta de la vida que tiene, y que está dispuesta a hacer de todo por salvar a su hijo y escapar de una situación de abuso emocional y físico.

Visualmente espectacular —¡explosiones, balas en reversa, locaciones desde Bombay hasta Londres y Oslo!—, impecablemente actuada y temáticamente ambiciosa, “Tenet” es todo lo que esperaba de una nueva película de Christopher Nolan. Sí, tiene problemas de ritmo; sí, se toma muy en serio a sí misma —aunque Washington y Pattinson me hicieron reír un par de veces—, y sí, Nolan abusa un poco de las cámaras nerviosas durante sus escenas de pelea cuerpo a cuerpo, pero nada de eso logra arruinar un filme tan original y gigante como este. Ver “Tenet” en una pantalla IMAX, con proyección de 70mm, fue un absoluto privilegio. Si pueden hacerlo de manera segura (no puedo enfatizar lo importante que es eso), definitivamente vale la pena que vean “Tenet” en el cine. Son películas como esta las que me recuerdan lo hermoso que es tener este tipo de experiencias, infinitamente más cautivantes e hipnotizantes que cualquier torrent o servicio de streaming. Solo espero que todo el planeta sea capaz de regresar al cine muy pronto; de verdad que se hacía extrañar.

Avance oficial:

80%
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