Sebastiana, la maldición

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Varios cineastas peruanos han tratado de realizar películas de terror, con resultados de todo tipo. Hemos tenido desde producciones estilo found footage como “Cementerio General”, hasta propuestas más tradicionales como “La cara del diablo” o “No estamos solos”. Y por supuesto, se han realizado incontables películas de dicho género fuera de Lima, en donde, me atrevería a decir, existe una mayor variedad de estilos, referencias, e historias basadas en mitos y leyendas de nuestro país. No obstante, me atrevería a decir que hasta ahora no se ha hecho la película de terror definitiva en el Perú; muchas de estas propuestas tienen elementos destacables, pero la mayoría carecen de los ingredientes que convirtieron a cintas como “El exorcista”, “La profecía” o “El conjuro” en clásicos absolutos.

Lo cual, evidentemente, no fue suficiente para impedir que Augusto Tamayo se aventure a realizar un filme de terror propio. Inspirada en un relato llamado “Mujer y Tigre”, del gran escrito peruano Ricardo Palma, “Sebastiana, la maldición” es una producción de buenas intenciones pero lamentable ejecución. Llena de clichés y secuencias carentes de atmósfera o tensión, la cinta no funciona ni como relato de terror, ni como drama juvenil, y mucho menos como homenaje al trabajo de Ricardo Palma. Se trata, pues, de una de las producciones de terror más redundantes y tediosas que haya visto en un buen tiempo; puede que haya sido un experimento interesante para el reconocido cineasta, pero ahora que logró “quitarse el clavo”, le recomendaría que regrese a los géneros que le han traído mayor éxito en el pasado.

“Sebastiana, la maldición” comienza con una serie de imágenes que son mejor desarrolladas durante el tercer acto de la película —algo así como un in medias res hecho a medias, que no hace más que desorientar al espectador. Luego de eso, Tamayo nos transporta a un salón de clases universitario, en donde una profesora (Bertha Pancorvo) le narra la historia de “Mujer y Tigre” a sus estudiantes. Es así que los primeros quince (¡!) minutos de la película son dedicados a este flashback, en donde Tamayo demuestra estar su elemento: la recreación de la época virreinal es impecable, y la elección de planos, así como la utilización de una detallada dirección de arte, ayudan a acentuar algunos de los momentos más dramáticos de la historia de Sebastiana.

Pero este, también, fue uno de los primeros problemas que tuve con el filme. En vez de encontrar una solución elegante para contar la historia de Sebastiana, Tamayo simplemente la vomita de un porrazo antes de siquiera comenzar con el primer acto. Y lo peor es que se siente como una secuencia excesiva, que abusa de la narración en off por parte de la profesora (la mayor parte de eventos que narra, el espectador los puede ver en pantalla), así como de los primeros planos de reacción de las protagonistas (quienes todavía no han sido introducidas, dicho sea de paso).

Entiendo que sea información necesaria, pero si de verdad tenía que incluir un prólogo, este no tenia por qué durar quince minutos. Consideren, si no, filmes como “La Momia”, de Stephen Sommers. Dicha película (también de terror, pero con varios toques de aventura y fantasía) también comienza con un prólogo que narra la historia el villano, pero es muchísimo más corto, se mueve a mejor ritmo, y crucialmente —y a pesar de ser narrado, también, por un personaje que existe dentro de la narrativa—, no nos muestra a nadie literalmente contándole la historia a un público. Lo mismo pasa con el prólogo de “El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo”. ¿Se imaginan a Galadriel contándole la historia de Sauron a un grupo de pequeños elfos? A veces no es necesario contextualizar de manera tan concreta un flashback; a veces, hay que confiar en que el público lo entenderá sin mayores explicaciones.

Luego de ver como Sebastiana asesina a sus hijos y quema vivo a su esposo (Stefano Salvini), regresamos al presente, donde un grupo de amigas se anima a viajar en auto a la casa de campo de Nani (Silvana Cañote), quien resulta ser descendiente de la susodicha. Nuestra protagonista, algo nerviosa y con un pasado misterioso, acepta a regañadientes. Sus amigas, sin embargo, están bastante más emocionadas: Gianni (Alicia Mercado) es la estereotípica joven que solo piensa en sexo y chicos; Paula (Andrea Luna) es la más avezada del grupo, emocionada por tratar de contactar a Sebastiana con la ayuda de una Ouija; Mafe (Luciana Blomberg) es… ¿miedosa? Y Anto (Paola Nanino) parece ser la más feminista de las cinco, aunque dicho aspecto de su personalidad no entra mucho a tallar en la historia. En todo caso, al llegar a la casa, las chicas se encontrarán con todo tipo de horrores, y tendrán que encontrar una forma de sobrevivir. Y deshacerse de Sebastiana, por supuesto.

Con “Sebastiana, la maldición”, Tamayo parece haber querido realizar su propio slasher, algo así como un homenaje al cine de terror estadounidense de los 70s y 80s, altamente explotador y poco elegante. Curiosamente, utiliza todos los clichés de dicho subgénero, pero sin introducir a un villano (o villana) que realmente se sienta como un peligro constante. Concretamente hablando: no hay nadie que haga el slashing. Sí, el clímax de la historia es suficientemente exagerado y ruidoso —aunque creo que no era necesario ver a Sebastiana tan bien iluminada; le quita bastante misterio al personaje—, y sí, los jump scares son utilizados hasta el hartazgo, pero no hay nada (absolutamente nada) en “Sebastiana, la maldición”, que no hayamos visto en cualquier otra película de terror sobrenatural.

¿Muñecas antiguas que se mueven solas? Aquí están. ¿Espíritus que aparecen y desaparecen repentinamente? Por supuesto. ¿Ruidos raros que nadie puede explicar? ¡De todas maneras! ¿Una secuencia increíblemente gratuita de desnudo, en donde una de las protagonistas decide bañarse sin ropa en la piscina, para luego tener una conversación normal (¿?) con un personaje masculino al cual no conoce? Pues… también. Como en cualquier otra película mediocre de terror, los personajes no toman las decisiones más inteligentes, y más bien parecen saber que están viviendo un filme de terror. Por ende, Mafe termina corriendo sola y desesperada por el bosque, Nani tiene alucinaciones en el baño (si se imaginaron una tina llena de sangre, es porque han visto cine de terror antes), y Gianni es… ¿abusada verbalmente por su novio machista (Diego C. Seyfarth)? OK, ese no es un cliché del género, pero tiene tanta lógica como todo lo anteriormente mencionado.

La previsibilidad de la narrativa, así como el hecho de que no pasa nada particularmente interesante durante todo el segundo acto, podría ser perdonable si es que “Sebastiana, la maldición” fuese una película tensa, atmosférica y aterradora, pero ese no es el caso. La casa, por ejemplo, debería ser un personaje más en la película, pero es filmada por Tamayo de la manera más convencional posible, sin establecer bien la geografía de la misma, o cualquier característica interesante que pueda tener. Los jump scares no funcionan, la banda sonora es exagerada y hasta por momentos melodramática, lo cual no hace más que quitarle efectividad a los momentos de supuesto terror, y la dirección de fotografía, aunque correcta, no le otorga una identidad visual perturbadora (o siquiera interesante) al filme. No exagero cuando digo que no me asusté ni una sola vez al ver “Sebastiana, la maldición”… lo cual, evidentemente, es un serio problema.

Lo cual es una verdadera pena, porque la idea de utilizar uno de los relatos de Ricardo Palma como base para un filme de horror está llena de potencial. Y “Sebastiana, la maldición” está protagonizada por actrices de mucho talento, quienes en otras producciones —la mayoría teatrales, pero en algunos casos, también televisivas— han demostrado ser capaces de dar interpretaciones muy potentes. Pero acá tienen muy poco con qué trabajar; las personalidades de las chicas no están muy bien desarrolladas, su conversaciones no son muy convenientes que digamos, y en el caso de Alicia Mercado, es objetivizada en una escena tan gratuita, que me imagino fue realizada como homenaje al cine explotador de los 70s. (Espero). Gianfranco Brero destaca, al menos, en la única escena donde aparece, y la siempre genial Katerina D’Onofrio tiene una suerte de cameo durante un flashback que termina siendo mucho más perturbador que cualquiera de los sucesos paranormales por los que atraviesan los personajes.

“Sebastiana, la maldición” es un experimento extremadamente fallido; una película que trata de utilizar los clichés del género para narrar una historia muy peruana, pero que termina sintiéndose absolutamente genérica y previsible. La pasividad de los personajes, así como sus caracterizaciones planas y los cuestionables desnudos femeninos ciertamente son problemas graves, pero el simple hecho de que la cinta no resulta aterradora, o siquiera perturbadora, definitivamente es lo que la convierte en un producto difícil de recomendar. Como se mencionaba líneas arriba; hasta ahora no se ha producido la película peruana de terror definitiva, y desgraciadamente, “Sebastiana, la maldición” no ha hecho nada para cambiar dicha situación. Solo queda seguir esperando. Eventualmente llegará; es cuestión de tiempo.

“Sebastiana, la maldición” está disponible en netzun.com.

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