La Vieja Guardia

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La idea de tener protagonistas inmortales, que tienen que sufrir las consecuencias de una larga vida, reflexionando sobre lo terrible que es ver a sus seres amados morir, no es nueva en lo absoluto. De hecho, ha sido realizada varias veces, ya sea en novelas, cómics, series de televisión, o películas, como la clásica “Los Inmortales”, con Christopher Lambert y Sean Connery. Se trata, pues, de un concepto con mucho potencial, el cual puede ser desarrollado de diferentes maneras, haciendo énfasis, quizás, en los cuestionamientos morales y filosóficos que se hacen los personajes, o de manera menos profunda, en los elementos más explosivos de una narrativa típica de un blockbuster.

No debería sorprender, pues, que Netflix se haya animado a producir “La Vieja Guardia”, una película de gran presupuesto basada en el cómic del mismo nombre, y protagonizada por Charlize Theron, una gran actriz que ha demostrado en el pasado ser una excelente heroína de acción. La sudafricana artista, además, está rodeada en este proyecto por un reparto de innegable talento, por lo que las expectativas hacia la película eran moderadamente altas antes de su estreno. Después de todo, como nos encontramos en plena pandemia por el COVID-19, cualquier estreno potencialmente emocionante —y protagonizado por actores de renombre— llama la atención, haciendo que nos remontemos a las épocas pre-virus, donde uno veía este tipo de películas en la pantalla grande, embutiéndose canchita y pasándola bien con familiares y amigos.

¿Pero qué hay del resultado final, entonces? Lo mejor que puedo decir sobre “La Vieja Guardia” es que se disfruta sin mayores problemas en una pantalla de laptop o televisión: se trata de una película de acción cumplidora, suficientemente emocionante y de buen ritmo, pero no muy original que digamos. Considerando la premisa que maneja, y el hecho de que este tipo de historias han sido contadas antes y de formas más ambiciosas, “La Vieja Guardia” debió tratar de hacer mucho más de lo que terminó entregándonos. Si la veía en el cine, probablemente quedaba decepcionado; pero considerando el contexto en el que se ha estrenado, y el hecho de que se puede disfrutar en casa sin prestarle demasiada atención, “La Vieja Guardia” se deja ver. Sin embargo, me quedo, todavía, con las aventuras de Connor MacLeod y Ramírez.

“La Vieja Guardia” cuenta la historia de Andy (Theron), una guerrera inmortal y muy vieja, que lidera un grupo de justicieros dedicados a corregir algunos de los problemas más graves del mundo. Su mano derecha, Booker (Matthias Schoenaerts), la acompañaría hasta la muerte (si es que pudiese morir), y la pareja de Joe (Marwan Kenzari) y Nicky (Luca Marinelli) los ayudan a mantener cierta objetividad moral a la hora de involucrarse en situaciones peligrosas y turbias. Sin embargo, el status quo cambia debido a la aparición de Nile (Kiki Layne), la primera inmortal en más de quinientos años, quien eventualmente se une al grupo para tratar de lidiar con su nueva condición. Pero como suele pasar en este tipo de filmes, nuestros protagonistas terminan siendo perseguidos por un agente de la CIA, Copley (Chiwetel Ejiofor), y más preocupantemente, por el joven CEO de una empresa farmacéutica, Merrick (Harry Melling), que está obsesionado con descubrir la cura para la muerte.

El conflicto central de “La Vieja Guardia” no es particularmente novedoso: los protagonistas de la historia representan el respeto a la vida, mientras que los villanos quieren ganar más poder a toda costa, sin llegar a entender bien en lo que se están metiendo. Es una fórmula previsible, pero que ha funcionado bastante bien en películas previas, y por ende, es utilizada con cierta efectiva en “La Vieja Guardia”. Uno llega a entender, al menos de manera superficial, por qué Andy y sus amigos se rehusan a ser utilizados como ratas de laboratorio; ellos saben que su inmortalidad no es eterna — “todo lo que vive, muere”—, y saben que tratar de aprovecharla o convertirla en una pastilla para ser vendida, está muy mal. La postura de cada “equipo” es clara, y por ende, resulta fácil empatizar con el grupo de inmortales, y por supuesto, detestar a Merrick y sus secuaces.

El problema viene, más bien, con la caracterización de los personajes…. y con lo plana que resulta ser esta. Charlize Theron está muy bien como siempre —podría interpretar a este tipo de personajes hasta dormida—, pero a pesar de revelar algunos secretos de su pasado a través de flashbacks, Andy se mantiene como un misterio, como una persona llena de experiencias y arrepentimientos y con mucha sangre en sus manos. Entiendo que el personaje comience la historia de esa manera, pero el que no sepamos mucho de ella —fuera de un evento traumatizante en particular— para el final de la película, definitivamente es un problema.

Lo mismo podría decirse del resto de los inmortales; una decisión en particular tomada por Booker es terriblemente previsible —hasta se podría considerar como un cliché—, y el romance entre Joe y Nicky no es explorado de manera particularmente interesante. Por su parte, Nile es una protagonista suficientemente interesante —ella representa al público, entrando por primera vez a este mundo, tratando de averiguar cómo reaccionar y qué hacer con su vida. KiKi Layne es convincente, como una ex Marine fuerte y capaz Y como una joven algo confundida, pero el diálogo que le dan no es el mejor, y sus reacciones a ciertas contorsiones narrativas son, en el mejor de los casos, terriblemente frustrantes.

Al menos “La Vieja Guardia” funciona bastante mejor como película de acción. Las secuencias de combate mano a mano y las balanceas son brutales y sangrientas —se trata de un filme para mayores de 18 años, después de todo—, y están escenificadas con algo de estilo. Sí, la cámara se mueve demasiado por momentos, pero al menos la directora Gina Prince-Bythewood (gran nombre) no abusa de los cortes frecuentes, y más bien presenta las peleas de forma enérgica. De hecho, en lo que se refiere a la acción, al menos, “La Vieja Guardia” me recordó un poco a otra producción reciente de Netflix: “Misión de Rescate”, con Chris Hemsworth. Ambas son cintas de acción que no revolucionan el género ni mucho menos, pero que resultan ser cumplidoras, sin aprovechar al máximo sus respectivas premisas.

No la pasé mal con “La Vieja Guardia”; es una película entretenida, de buen ritmo, y con secuencias de acción bien coreografiada. No obstante —y como mencioné líneas arriba—, considerando que maneja una premisa con mucho potencial, no puedo evitar sentirme algo decepcionado con el producto final. Sí, Charlize Theron está genial como siempre, y sí, el villano de Harry Melling (a quien seguramente recordarán como Dudley Dursley en las películas de “Harry Potter”) es una caricatura total, entretenida e hilarante, pero la experiencia en general se siente superficial y poco ambiciosa. No obstante, se nota a leguas que el equipo detrás de “La Vieja Guardia” se muere por hacer una secuela, por lo que si llega a pasar, me gustaría que desarrollasen una narrativa más compleja y menos previsible. Ya introdujeron a sus personajes y el contexto en el que se desenvuelven; ¡ahora tocaría verlos desatados y en una historia más sorprendente!

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