Fuerza de la Naturaleza
Últimamente, se están produciendo dos tipos de cine de acción en los Estados Unidos: las grandes producciones, con presupuestos absurdos, estrellas de Hollywood, y secuencias de pelea expertamente coreografiadas (por ejemplo, los filmes de “John Wick” y cualquier producción donde participe la gente de 87Eleven), y las películas más humildes, con presupuestos más bajos y combates menos impresionantes, muchas veces protagonizadas por actores ligeramente venidos a menos, como Bruce Willis o Steven Seagal. Evidentemente el dinero no lo es todo, y de hecho, hay tanto buenos como malos exponentes de cada estilo, pero muchas veces, los malos ejemplos pertenecientes al segundo grupo tienden a ser particularmente terribles, precisamente por la limitada experiencia de sus creadores, y las pocas ganas que le ponen sus protagonistas.
“Fuerza de la Naturaleza”, el más reciente thriller protagonizado por Mel Gibson, pertenece al segundo grupo, pero felizmente trae consigo suficientes elementos de interés, como para no ser considerado como un total fracaso. Fuera de la participación de Stephanie Cayo, quien tiene acá su primer papel grande en una película estadounidense, “Fuerza de la Naturaleza” nos brinda a un Gibson suficientemente interesado en su personaje, como para darle algo de personalidad y la intensidad necesaria para que resalte de entre los demás. Súmenle a eso una premisa intrigante —aunque no muy bien aprovechada—, balaceras decentemente escenificadas, y un sólido grupo de actores secundarios, y “Fuerza de la Naturaleza” se convierte en una experiencia entretenida, aunque algo genérica.
El filme nos cuenta la historia de Cardillo (Emile Hirsch), un oficial de policía americano que trabaja en Puerto Rico, y que luego de haber sido testigo de la muerte de su novia —y de echarse la culpa por dicha tragedia—, está considerando el suicidio. Ciertamente su trabajo, tedioso y repetitivo, no lo ayuda. No obstante, las cosas cambian cuando le asignan una nueva compañera: la novel Jess (Stephanie Cayo), quien claramente está mucho más emocionada que él por salir a las calles a poner algo de orden.
Su primera misión juntos, sin embargo, resulta ser particularmente difícil: una tormenta tropical está a punto de acabar con la ciudad, por lo que son enviados a un bloque de departamentos a evacuar a todo el mundo. Cuando llegan, se enteran de que, a pesar de que las lluvias y los vientos huracanados ya han llegado, todavía quedan dos personas en el interior del edificio: un señor mayor llamado Bergkamp (Jorge Luis Ramos), y un ex policía retirado llamado Ray (Mel Gibson), quien está siendo cuidado y medicado por su hija, la doctora Troy (Kate Bosworth). Con la ayuda de uno de los vecinos, Griffin (William Catlett), nuestros protagonistas tendrán que ayudarlos a salir, lo cual terminará siendo mucho más complicado de lo que esperaban. Después de todo, se tendrán que enfrentar a un peligroso mafioso llamado John (David Zayas), que ha llegado con sus secuaces en busca de una pieza de arte increíblemente valiosa.
La presencia de una tormenta tropical no es más que una excusa para encerrar a los personajes en un edificio de departamentos, en una suerte de historia de supervivencia al más puro estilo de “Duro de Matar”, pero menos claustrofóbica, más húmeda, y con una mayor cantidad de personajes principales. La idea no es mala, y de hecho, ayuda a que la película, al menos, no luzca como una producción de acción más del montón. Las escenas en exteriores lucen creíbles —deben haber gastado una buena porción de su presupuesto en máquinas de agua—, y la locación principal es presentada como un laberinto de pasillos, escaleras y andamios, lo cual resulta en secuencias suficientemente tensas, en donde los protagonistas tienen que esconderse de John y sus secuaces (Dillon y Ernesto).
Desgraciadamente, considerando la importancia que le dan a la tormenta —especialmente durante el primer acto—, no puedo evitar sentir que pudo haber sido mejor aprovechada. Es utilizada la mayor parte del tiempo como parte del escenario afuera de la locación principal, haciéndonos recordar que es una presencia constante en la película, pero que, fuera de obligar a los personajes a no salir inmediatamente del edificio, no trae consigo mayores consecuencias para la trama. Entiendo que hubiera resultado prohibitivamente caro, pero usar la tormenta de manera más explícita, incluso durante el clímax de la película, hubiese resultado en un producto final que se diferencie más de la película americana de acción promedio.
De hecho, la trama en sí no ayuda —es genérica, no incluye giros narrativos particularmente sorprendentes, y resulta fácil adivinar cómo terminará. Es por eso que el director Michael Polish prefiere concentrarse más en las secuencias de suspenso y acción, con Cardillo y Jess escapando de los mafiosos, y Ray tratando de ayudar a pesar de estar terriblemente enfermo. No hay muchos combates mano a mano —me imagino porque son complicados de ensayar y coreografiar—, pero las balaceras son emocionantes, sangrientas y brutales, y las escenas de tensión —muchas veces involucrando a Cardillo tratando de salvar a Troy— no están del todo mal. “Fuerza de la Naturaleza” no nos presenta nada particularmente original o sorprendente, pero al menos está hecha con oficio, ayudando a que una trama ligeramente absurda se sienta verosímil.
Para mi sorpresa, el Ray de Mel Gibson no es el protagonista del filme, y sin embargo, el experimentado (y controversial) actor hace lo que puede para darle algo de personalidad al rol. Es el tipo de papel que podría interpretar hasta dormido —eso me queda claro—, pero al menos se nota que Gibson está interesado en la trama y en quienes lo rodean, lo cual, para este tipo de filme, es algo que vale la pena resaltar. Sin embargo, quien me parece da la mejor actuación es Stephanie Cayo. A pesar de que su personaje no es particularmente tridimensional, la actriz peruana logra otorgarle más carisma de lo que merecería, interpretándola como una policía decidida y fuerte, pero a la vez, poco experimentada y algo naive. El simple hecho de que no sea eclipsada por ninguno de los actores más veteranos demuestra lo bien que Cayo se preparó para la película; se toma en serio a Jess, y por ende, el espectador hace lo mismo. Me encantaría verla en filmes más grandes, interpretando papeles más complejos, para ver qué sería capaz de hacer.
“Fuerza de la Naturaleza” resulta de interés no porque sea un filme de acción original, intenso o visualmente espectacular, si no porque es un ejemplo de lo que Stephanie Cayo sería capaz de hacer en una producción de mayor calibre. No obstante, y a pesar de tener ciertas limitaciones —un consejo para cualquier cineasta; si no puedes conseguir un animal salvaje real, bórralo de tu guion—, “Fuerza de la Naturaleza” termina siendo suficientemente entretenida, como para que valga la pena verla durante un sábado o domingo particularmente flojo. Es previsible, poco ambiciosa, y por momentos absurda, pero tiene sólidas actuaciones —por más que a Emile “Meteoro” Hirsch se le vea algo aburrido—, secuencias de suspenso bien logradas, y una premisa con potencial. En pocas palabras: en la escala de Keanu Reeves a Steven Seagal, pondría a “Fuerza de la Naturaleza” justo en el medio.
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