Emma.
Muchos millenialls recordarán una comedia noventera llamada “Clueless”, protagonizada por una genial Alicia Silverstone, en el rol por el cual siempre será recordada. Pero lo que de repente algunos no sabrán, es que se trataba de una suerte de remake o readaptación de la famosa novela “Emma”, de Jane Austen. Transportar una historia sobre aparentes frivolidades, en donde uno tiene que tratar de empatizar con los problemas de “primer mundo” de su protagonista, a una escuela secundaria norteamericana, resultó ser una idea genial —permitió que la trama y los temas de Austen se sientan relevantes, y que toda una generación de jóvenes consuman una nueva versión, diferente pero a la vez similar, de “Emma”.
Lo que tenemos ahora, sin embargo, es una adaptación algo más fiel al texto original, que igual logra diferenciarse substancialmente de la película de 1996 protagonizada por Gwyneth Paltrow. Lo que ha hecho la novel directora Autumn de Wilde (una experimentada fotógrafa y artista) es otorgarle sensibilidades más modernas a la historia de Emma Woodhouse, tratándola como una suerte de farsa, a veces algo exagerada, pero consistentemente emotiva. Puede que aquellos que estén buscando algo más cercano a la calidez del texto de Austen queden un poco decepcionados por esta nueva película, pero los que estén dispuestos a ver algo ligeramente más novedoso, puede que sean conmovidos por el trabajo de Wilde y de su protagonista, Anya Taylor-Joy.
Taylor-Joy interpreta, lógicamente, a Emma Woodhouse. Luego de que su institutriz decide casarse, la joven privilegiada se queda sola en casa con su hipocondriaco padre (Bill Nighy), dispuesta a jamás contraer matrimonio, más interesada en emparejar a los que la rodean, que en encontrar una pareja para sí misma. Las cosas van cambiando gradualmente, sin embargo, cuando se vuelve amiga de Harriet Smith (Mia Goth), una joven empobrecida que sueña con encontrar el hombre ideal. Emma decide emparejarla con un vicario llamado Elton (Josh O’Connor) a pesar de que claramente está más interesado en ella, lo cual resulta en una serie de enredos amorosos, en los que también se involucra el Sr. Knightley (Johnny Flynn), el vecino de Emma. Lo que al principio parece ser una situación normal para nuestra protagonista, se convierte en algo mucho más complicado, especialmente cuando comienza a darse cuenta que Knightley la considera como algo más que una amiga.
“Emma.” comienza de manera particularmente gélida, con Wilde haciendo énfasis en los tonos pasteles de su diseño de producción, y mostrando a su protagonista como una joven más interesada (egoístamente) en cómo los resultados de sus acciones podían afectarla a ella, que en los sentimientos de quienes la rodean; la escena inicial, en donde tiene que despedirse de su institutriz, transmite esto de manera ideal. No obstante, Wilde toma la excelente decisión de desarrollar la amistad entre Emma y Harriet de manera muy humana, lo cual ayuda a suavizar un poco la caracterización de la primera, y ayuda a que el espectador empatice con ella, especialmente cuando comete un par de errores verdaderamente terribles (en el contexto de esta historia en particular, por supuesto).
Porque si se le mira de manera exageradamente crítica, se podría decir que ver “Emma.” es como meterse en los problemas de “primer mundo” de gente extremadamente privilegiada. Y uno no estaría equivocado. Pero Wilde felizmente logra enfatizar el carácter humano de sus personajes, convirtiendo momentos potencialmente “pequeños” (como el insulto por parte de Emma a la simplona Miss Bates, interpretada por una hilarante Miranda Hart) en situaciones que se sienten graves, y que de hecho generaron fuertes reacciones en el público con el que logré ver la película. Para ser una historia de “apuestas bajas”, “Emma.” se siente particularmente intensa, lo cual combina sorprendentemente bien con algunos momentos de inesperada ligereza que Wilde logra insertar.
Lo cual no quiere decir, por supuesto, que “Emma.” sea un éxito rotundo. Como se dio a entender líneas arriba, los primeros minutos de metraje no son del todo redondos, haciendo énfasis en momentos de humor que no siempre funcionan —Bill Nighy está muy bien, como siempre, pero su personaje es desarrollado de manera muy ligera y caricaturesca, especialmente al principio— y de una banda sonora que más bien parece haber sido extraída de una comedia norteamericana del absurdo. Pero mientras la trama va avanzando, y Emma se va convirtiendo en una protagonista más humana, las reacciones del público se van tornando más cálidas. La segunda mitad del filme, por ende, es considerablemente más sólida que la primera; es más honesta a nivel emocional, y los momentos de humor ya no se sienten tan fuera de lugar.
Quien logra mantener la dignidad entera en todo momento es Anya Taylor-Joy. Demostrando un considerable talento, tanto durante los momentos más absurdos como durante las escenas de franqueza emocional, la joven actriz americana-argentina (¡tienen que ver sus entrevistas en español!) desarrolla a Emma como una chica privilegiada y algo superficial, pero que poco a poco va creciendo como persona, dándole más importancia a su relación con Harriet que a sus propios intereses. Sí, es algo distante durante las primeras escenas de la película, pero poco a poco va demostrando más carisma, e incluso algo de verdad emocional, especialmente en escenas como la del insulto a Miss Bates. Como Harriet, Mia Goth es suficientemente naive y delicada; Josh O’Connor es caricaturesco y exagerado como Elton, y Johnny Flynn es apuesto y escéptico como George Knightley.
No me animaría a decir que “Emma.” es la adaptación definitiva de la obra de Jane Austen, pero ciertamente se trata de una de las más interesantes. Haciendo un buen uso de la presencia en pantalla de su actriz principal, y mostrando algunas de las situaciones y costumbres más ridículas del siglo 19 (los vestuarios, la hipocondría del Sr. Woodhouse, y hasta el breve plano en donde Emma tiene que calentar su trasero con el fuego de una chimenea), el filme de Wilde es rápido, ocasionalmente gracioso, y visualmente atractivo. Puede que carezca del encanto de “Clueless”, o de la fidelidad al texto original de la película de Gwyneth Paltrow, pero “Emma.” trae consigo suficientes novedades como para justificar su propia existencia. Y considerando lo habilidosa que es Taylor-Joy a la hora de protagonizar filmes de géneros tan variados, también sirve como una excusa para verla en pantalla grande y pasarla bien.
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