Rápidos y Furiosos: Hobbs y Shaw

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Es impresionante la manera en que ha… ¿evolucionado?… la franquicia de “Rápidos y Furiosos”. Lo que comenzó como “Point Break con carros” (en la primera película, los villanos querían robar un camión lleno de reproductores de DVD), se fue transformando, poco a poco, en una telenovela para quienes supuestamente no le gustan las telenovelas. Es decir, los guionistas y directores comenzaron a mezclar acción, explosiones y bíceps, con traiciones, personajes con amnesia, diálogos sobre familia, y villanos que se convierten, milagrosamente, en buenas personas. Y hey, es entendible; la fórmula terminó funcionando tan bien, que al final lograron sacar siete secuelas, y ahora, un spin-off (y la novena parte se está grabando en este momento, por supuesto).

Si la primera película, dirigida por Rob Cohen, funcionaba gracias a la química entre Vin Diesel y Paul Walker (Q.E.P.D.), las últimas divierten gracias a sus ridículas secuencias de acción (¿recuerdan cuando Dwayne “La Roca” Johnson le tiró un misil a un submarino desde un carro en medio del ártico congelado?) y una capacidad alucinante para no tomarse las cosas demasiado en serio. Después de todo, actrices del calibre de Helen Mirren y Charlize Theron se unieron a la saga únicamente para divertirse un poco; todo lo que tuvieron que hacer fue recitar sus líneas, teclear de vez en cuando mientras miraban un monitor con expresión seria, y voilà; unos cuantos millonciitos fueron depositados en sus respectivas cuentas. Habría que estar demente para rechazar una oferta de ese tipo.

Pero me estoy desviando un poco del tema. Lo que nos ocupa en esta ocasión es el anteriormente mencionado primer spin-off de la franquicia, “Hobbs y Shaw”, protagonizado por La Roca y Jason Statham, cuya química fue tan fuerte (y resultó en momentos tan divertidos) en la octava entrega de la saga principal, que la cinta fue aprobada por Universal casi inmediatamente. Y considerando lo mal que el ex luchador se llevó con Vin Diesel durante el rodaje de dicha película (un choque de egos casi imposible de medir), no sorprende el que se hayan animado a separarlos; cada uno puede tener una porción del pastel, dándole incluso más dinero al estudio, y divirtiendo a los fanáticos de estos filmes quienes, al menos hasta el momento, no se han hartado de ver cosas explotar, carros volar, y calvos fortachones recitando frases lapidarias ridículas.

Porque no hay otra manera de resumir una cinta como “Hobbs y Shaw”: es todo lo que uno esperaría de un spin-off protagonizado por dos actores conocidos más por sus habilidades físicas que por las actorales, aunque considerando lo inverosímil que es la mayor parte del tiempo, ciertamente no tenía por qué durar poco más de dos horas. La trama casi ni importa, la mayoría de personajes secundarios está de adorno, y las secuencias de acción, aunque espectaculares y suficientemente bien coreografiadas, no generan ni un gramo de tensión porque los protagonistas son prácticamente invencibles. Pero hey, la química entre Johnson y Statham sigue intacta, y la presencia de Vanessa Kirby en esta ridiculez es invaluable, así que tampoco es que me pueda quejar de mucho, siendo honesto.

Si quieren saber de qué trata “Hobbs y Shaw”, sepan esto: Idris Elba es el villano de turno, Brixton, o el “Superman negro”: un ex compañero de Deckard Shaw (Statham) que fue rescatado por una organización maligna, la cual le otorgó superpoderes para que pueda ayudar a limpiar al mundo de la gente débil, o algo por el estilo. ¿Importa? No realmente. Lo que importa es que la hermana de Deckard, Hattie Shaw (Kirby) ha sido infectada por un virus letal, por lo que debe aliarse con Luke Hobbs (la Mole— digo, La Roca) para salvarla, mientras son perseguidos por Brixton. Es ahí donde comienzan las persecuciones en carro, explosiones, saltos mortales, y frases graciosas.

Considerando lo exageradas que habían sido las últimas películas de “Rápidos y Furiosos”, no sorprende el que el spin-off haya incursionado, finalmente, en el subgénero del cine de superhéroes. El Brixton de Idris Elba se sentiría muy cómodo en cualquiera película de Marvel (o hasta DC), aunque quizás me lo imaginaría más como villano de James Bond. El británico actor, algo desperdiciado en el caricaturesco rol, sin embargo logra robarse la mayor parte de escenas en las que aparece, desarrollando a Brixton como un hombre megalomaníaco, hambriento de poder, y ambicioso. Es inteligente, es carismático, y sí, tiene superfuerza, lo cual debería permitirle romper la mandíbula de cualquier ser humano común y corriente de un solo puñetazo. Si no, ¿para qué darle súper poderes?

Desgraciadamente para él, ni Statham ni La Roca son seres humanos comunes y corrientes, por lo que la inclusión de los elementos de ciencia ficción en la película termina siendo completamente gratuita. Después de todo, no hay absolutamente ninguna diferencia entre las habilidades de Brixton, y las de Hobbs y Shaw; nuestros protagonistas son tan capaces como él de sobrevivir caídas imposibles y resistir toda suerte de golpes, lo cual me lleva a una pregunta importante: ¿por qué simplemente no hicieron que Brixton sea un súper agente, humano como Hobbs y Shaw, pero igual de indestructible? Si van a incluir elementos del cine de superhéroes, o villanos que parecen haber sido sacados de películas como “Otro día para morir”, ¡al menos háganlo bien!

Pero de repente me estoy concentrando en los detalles equivocados. La gente va a ver una película como Hobbs y Shaw por la acción, y en ese sentido, el filme no decepciona… al menos en lo que se refiere a espectacularidad y cantidad. Hay explosiones por doquier, puñetazos hasta para regalar, y balazos que acaban con toda suerte de extras y dobles de riesgo sin mayor problema. Ni Hobbs ni Shaw pierden muchas pelas (pero como sabemos ahora, eso se debe más a los egos de los actores), y como son tan cool, no se hacen ni un rasguño, ni siquiera cuando se caen de un precipicio dentro de un carro o un helicóptero, por lo que la mayoría de combates se sienten sorprendentemente ligeros. No hay mucha tensión ni una sensación palpable de peligro; siempre sabemos que los protagonistas saldrán victoriosos (si no, a La Roca le da la chiripiorca), por lo que solo nos queda admirar las lindas explosiones, y reírnos de los insultos que intercambian ambos fortachones.

Porque es precisamente ahí donde radica el encanto de “Hobbs y Shaw”. La química entre Johnson y Statham sigue siendo un punto fuerte; protagonizan momentos verdaderamente hilarantes, especialmente cuando se insultan de formas increíblemente ridículas, y aunque por momentos pueden llegar a caer un poquito mal (debido a sus actitudes algo infantiles), finalmente, uno se deja llevar y termina disfrutando de sus interacciones. Es como ver “Arma Mortal” o “48 horas”, pero con esteroides, batidos de proteína, aceite de bebé, y harta gasolina. La presencia de la gran Vanessa Kirby (me imagino que después de estar aquí Y en “Misión: Imposible – Repercusión”, Hollywood comenzará a hacerle más caso), además, termina siendo una grata sorpresa; es genial tanto durante las secuencias de acción como durante los momentos más cómicos, y ayuda, para variar, a cementar los famosos temas de familia a los que la franquicia nos tiene acostumbrados. Súmenle a esto los cameos de Helen Mirren (Magdalene está en la cárcel, pero solo porque quiere descansar un rato), Eiza González (que de seguro tendrá algo más interesante que hacer en la inevitable secuela), Cliff Curtis (el actor multiétnico por excelencia), y un par de figuras famosas que ni pienso nombrar, y el resultado es un filme repleto de caras conocidas, actuaciones divertidas, y bíceps gigantes.

No puedo evitar pensar, sin embargo, que “Hobbs y Shaw” se hubiera visto beneficiado por una menor presencia de egos inflados. Y no me refiero únicamente al hecho de que, efectivamente, Johnson y La Roca nunca pierden una pelea. Statham siempre ha interpretado, hasta cierto punto, al mismo personaje en todas sus películas (excepto, quizás, en “Snatch”, de Guy Ritchie), y eso no está mal (es lo que sabe hacer bien), pero La Roca lo lleva al siguiente nivel en esta cinta. Acá no estamos viendo a Luke Hobbs; estamos viendo a una versión maximizada de Dwayne Johnson, lo cual, al menos por momentos, se siente bastante forzado. No solo incluye referencias a su famosa Ceja del Pueblo, si no que lo vemos regresar a casa (es decir, Samoa), hablar en su idioma nativo, y dar discursos sobre la importancia de su familia. Ah, y hasta incluye una escena donde incursiona en uno de sus famosos Cheat Meals (si lo siguen en Instagram, saben a qué me refiero). El ego de Johnson está embarrado en toda la película; un tratamiento más humilde de su personaje hubiera resultado en un producto final más solido, o aunque sea, menos inflado.

“Hobbs y Shaw” es, básicamente, lo que esperaba; ni más, ni menos. No, no tenía porqué durar poco más de dos horas (es más, con media hora menos de metraje, la hubiera disfrutado muchísimo más); no tenía porque convertir al personaje de Luke Hobbs en un Dwayne Johnson de un universo paralelo, y tampoco tenía por qué incluir elementos de ciencia ficción (al menos no de la manera en que lo hizo). Pero con todo y esos defectos, termina siendo un filme de acción entretenido, con buen ritmo, escenas de acción bien dirigidas y coreografiadas (el director, David  Leitch, también es el responsable de la primera “John Wick” y “Deadpool 2”, después de todo), y una excelente química entre Johnson, Statham y Kirby. Los fanáticos de “Rápidos y Furiosos” la pasarán bien, y los demás, si es que no fueron “convertidos” con las cintas anteriores, probablemente no entenderán cual es el punto. La película no es para ellos, sin embargo; es para quienes han hecho posible la existencia de nueve películas de esta franquicia (próximamente diez), y un sinnúmero de posibles spin-offs más. ¿Yeeeey….?

Avance oficial:

60%
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