Hellboy (2019)
Si tienes al gran Guillermo del Toro, ahora un ganador del Óscar, como el director de tu franquicia, ¿por qué lo despedirías? ¿Porque sus dos primeras películas, a pesar de ser muy entretenidas y creativas, no recaudaron suficiente dinero? Pues considerando lo mal que le ha ido a esta nueva versión de “Hellboy”, esta vez dirigida por Neil Marshall (quien aparentemente ni siquiera aprobó el corte final de la película), creo que vale la pena decir que a los productores les salió el tiro por la culata. Hay franquicias que merecen ser reseteadas, ya sea para desarrollar algo más fiel a la fuente principal de inspiración, o simplemente para darles un nuevo —y más fresco— comienzo. “Hellboy” no es una de ellas.
Y ni siquiera es que la ausencia de Guillermo del Toro sea el mayor de sus defectos. Sí, se extraña su imaginación y talento para desarrollar toda suerte de criaturas y dirigir secuencias de acción con aplomo. Pero también se extraña al infravalorado Ron Perlman, quien terminó siendo casi irremplazable como el personaje del título —David Harbour (quien interpreta al memorable Sheriff Hopper en la serie de Netflix “Stranger Things”) no hace un mal trabajo, pero desgraciadamente, nunca llega a estar al mismo nivel que Perlman. No obstante, vale la pena mencionar que esto es más culpa del guión y de la dirección, que de Harbour. De hecho, lo mismo podría decirse de todos los actores en “Hellboy” —nadie hace un mal trabajo. Ellos no son el problema. El problema está en todo lo demás.
La película es un “arroz con mango”, mezclando toda suerte de narrativas y personajes e historias de trasfondo para desarrollar un producto final incoherente y soso. Comienza con un prólogo apresurado, en el que vemos a la legendaria Reina de Sangre (Milla Jovovich), es decir, la villana de turno, siendo decapitada y despedazada por el Rey Arturo y su espada, Excalibur. Para evitar que conquiste el mundo y traiga el infierno a la Tierra (o algo así), deciden guardar los pedazos de su cuerpo en diferentes cajas, las cuales son repartidas en distintas partes del planeta (o al menos del Reino Unido).
Pero como se deben imaginar, siglos después, alguien se obsesiona con traerla de vuelta —ese alguien siendo un chancho gigante y parlanchín con ganas de vengarse de Hellboy (Harbour), la estrella de una agencia paranormal del FBI. Es así que nuestro demoníaco héroe debe unirse a una joven psíquica llamada Alice Monaghan (Sasha Lane) y un agente sin sentido del humor, Ben Daimi (Daniel Day Kim) para evitar que la Reina resucite. Pero como no todo puede ser tan sencillo, Hellboy irá descubriendo secretos de su pasado mientras se adentra en esta misión, siempre supervisado por su padre humano, el profesor Bloom (el siempre genial Ian McShane).
“Hellboy” es, en pocas palabras, un desastre. Me imagino que la versión original del guión era lo suficientemente interesante como para atraer a Marshall y todos estos actores, pero el producto final aparentemente ha destruido todo con lo que comenzaron a trabajar. La historia es incoherente y desordenada —en serio, hay secuencias enteras que no tienen importancia alguna para la trama—, los personajes carecen de carisma, y —especialmente hacia el final—, la película parece estar improvisando la manera en que desarrolla la historia, introduciendo giros narrativos sin sentido, y haciendo que sus personajes se comporten de la manera más idiota posible, todo para poder llegar al desenlace —apocalíptico, gratuitamente sangriento— lo más rápido posible. Es confuso y frustrante.
El hecho de que la edición sea absolutamente terrible ciertamente no ayuda. No sé si fue por falta de tiempo o de recursos, o porque no tenían al director durante la fase de post-producción, pero “Hellboy” es una de las películas profesionales Hollywoodenses con peor edición que jamás haya visto. Si los Razzies tuviesen un “premio” a Peor Edición, “Hellboy” lo ganaría. Las escenas de acción están cortadas de manera confusa e hiperactiva, y las secuencias importantes para el desarrollo de los personajes pasan de manera veloz, mientras que los momentos en donde se tiene que explicar la trama, parecen durar toda una eternidad. “Hellboy” está llena de escenas explicativas redundantes, y depende demasiado de los flashbacks, lo cual le pone un pare al ritmo de la historia, haciendo que todo se sienta demasiado desorganizado y fragmentado. El filme parece haber sido hecho por un comité que no tenía que la más mínima idea de qué historia contar, y por ende, decidieron contarlas todas.
¿Porque acaso necesitábamos ver el origen de Hellboy nuevamente? Definitivamente no. ¿Necesitábamos un clímax similar al de la primera película de Del Toro, o una breve aparición por parte de Rasputín? Para nada. ¿Necesitábamos un cameo de Thomas Hayden Church como un asesino de Nazis llamado Langosta Johnson (¡!) que claramente solo fue incluido como referencia a una futura secuela? ¡No! (Ja… secuelas…) Aunque no lo crean, “Hellboy” trata de seguirle los pasos a Marvel e incluye dos (!!!!) escenas post-créditos, las cuales jamás serán justificadas, ya que nunca llegaremos a ver una secuela, a menos que al estudio le encante perder dinero.
Harbour y el resto del reparto están bastante bien, al menos. Mill Jovovich es una gran villana —tanto así, que me encantaría verla interpretar a más antagonistas en el futuro. Ian McShane es brillante, como siempre —aunque la relación que su personaje tiene con Hellboy es, a veces, incómodamente agresiva, en vez de emotivamente paternal—, Daniel Dae Kim hace lo que puede con un personaje mal desarrollado (Ed Skrein se debe estar matando de risa en su casa), y Sasha Lane demuestra ser bastante encantadora, pero a la vez, incapaz de hablar con acento británico. No obstante, por más que tiene un reparto bastante sólido, uno no puede evitar pensar que la película hubiese sido mil veces mejor con el elenco de los filmes de Del Toro (y con su dirección y guión, de paso).
Este nuevo “Hellboy” ha sido “marketeado” como una experiencia más para adultos, pero me animaría a decir que es todo lo contrario. Sí, hay sangre y tripas por doquier, pero están hechas digitalmente de la manera más falsa y floja posible (la sangre parece más mermelada de fresa que otra cosa). Y sí, hay malas palabras, pero a menos que el espectador tenga 13 años, esto no debería ser un incentivo para ver la película. De hecho, el humor es más infantil que en los dos filmes anteriores, y apropiadamente, la historia parece haber sido escrita por un adolescente que solo quería ver violencia extrema y palabrotas en el cine (solo faltaron los desnudos para completar la trifecta). “Hellboy” es una total decepción, una adaptación que se jactaba de ser más fiel al cómic y más madura, pero que terminó siendo incoherente, tediosa, visualmente desagradable, y por supuesto, inferior a sus dos predecesoras. Una pena.
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