Johnny English 3.0
No hay duda de que Rowan Atkinson es uno de los mejores comediantes británicos que jamás hayan vivido. Consideren, si no, a sus personajes más famosos: el elástico y mudo Mr. Bean, y el sarcástico y astuto Edmund Blackadder. No podrían ser más diferentes, y sin embargo, Atkinson los interpreta de manera tan magistral, que ambos terminan siendo igual de graciosos y entretenidos. Por algo tanto “Mr Bean” como las cuatro temporadas de “Black Adder” son consideradas como algunas de las mejores series de comedia jamás hechas; demuestran no solo dos tipos de comedias muy distintas, si no también el rango y la versatilidad de Atkinson.
Es por ello que varios fanáticos esperaban bastante de la primera película de “Johnny English” hace unos años, y terminaron decepcionados. No se trata de una mala comedia, pero en comparación al trabajo previo de Atkinson, definitivamente no sobresale —lo cual no quiere decir, por supuesto, que no contenga algunos momentos brillantes (después de todo, Atkinson logra extraerle bastante humor a un guión decepcionantemente convencional). Si la secuela terminó siendo superior, es gracias, nuevamente, a Atkinson, pero también a un reparto lleno de estrellas, como Rosamund Pike (quien también ha interpretado a una Chica Bond, en la lamentable “Otro Día para Morir”), Daniel Kaluuya (antes de hacerse famoso), Benedict Wong (antes de trabajar para Marvel) o Dominic West.
En todo caso, una tercera parte podría brindarle la oportunidad a Atkinson te traer varias mejorías, y aunque “Johnny English 3.0” no es una decepción, tampoco se trata de una magnífica comedia. Es, pues, lo que uno esperaría de la tercera entrega de una franquicia como esta; si disfrutan enormemente del tipo del humor de Atkinson —más similar a lo que hacía con Mr Bean, que lo que hacía con Blackadder— y, más importante, si se rieron con las dos películas anteriores de English —como yo—, se divertirán con “Johnny English 3.0”. Si no, ni intenten verla. Es un filme con un público objetivo muy específico —si no pertenecen al mismo, no serán convertidos por los gags aquí presentes.
La trama no es más que una excusa para desarrollar la mayor cantidad de chistes físicos, caídas y torpezas posibles. Johnny English (Atkinson) está retirado; trabaja como maestro de una escuela primaria de prestigio, intentando enseñarle a sus alumnos lo que significa ser un espía. Pero cuando el M17 es atacado por un hacker, revelándole la identidad de todos sus agentes secretos al mundo entero, la Primera Ministra (una exagerada Emma Thompson) no tiene más opción que llamar a English para encontrar al villano y salvar al Reino Unido.
Esto llevará a nuestro torpe agente secreto a buscar la ayuda de su antiguo asistente, Bough (Ben Miller), quien se salteó la aventura previa. Ambos viajarán al Sur de Francia, lugar de donde provino la señal del hacker, y se encontrarán con una misteriosa mujer llamada Ophelia (la eternamente infravalorada Olga Kurylenko), quien podría ser tanto amiga como enemiga. A la par, la Primera Ministra está a punto de cerrar un contrato con el multimillonario genio de la tecnología, Jason (Jake Lacy), y como podrán imaginarse, nuestros protagonistas descubrirán en su aventura, que dicho magnate tiene intenciones un poco más malévolas de lo que originalmente imaginaban.
“Johnny English 3.0” es un filme previsible, pero nadie va a ver una película como esta para maravillarse con los giros narrativos, o las “sorpresas” que cualquiera que esté medianamente familiarizado con el género podría ver venir con kilómetros de antelación. De hecho, hasta me animaría a decir que, con esta nueva entrega, la franquicia incluso ha dejado de parodiar al cine de espías o al mismo James Bond —lo cual, considerando lo “choteado” que está el género de la parodia, no es mala idea. Acá el foco está en la torpeza de English y en la agilidad de Atkinson, así como los incontables gags y situaciones alocadas que este último protagoniza.
Uno puede evaluar a una comedia con el ratio de chistes que funcionan, y en este caso, no se trata de una mala cifra. Me habré reído con el 60% de los chistes, lo cual, siendo honestos, no está del todo mal. Sí, hay varios momentos que no funcionan porque resultan demasiado previsibles —la cámara de centra demasiado en un elemento que será usado en un gag minutos después, por ejemplo— pero los demás me generaron varias carcajadas. De hecho, lo bueno es que no fui el único; no hay nada más entretenido que ir a ver una comedia al cine en una sala llena, y que la mayoría de espectadores de ría en los mismos momentos que uno. Eso fue lo que pasó en mi función de “Johnny English 3.0”, y espero que suceda lo mismo con el resto de proyeccciones en nuestra ciudad.
En todo caso, cabe recalcar que el humor en “Johnny English 3.0” es bastante sano. No hay vulgaridades, no hay humor de baño y no hay sexo —esto último no sorprende, considerando que, nuevamente, la cinta ni siquiera intenta parodiar los elementos más reconocibles de las películas de James Bond. Acá uno se divierte con lo torpe que puede llegar a ser English, y con las situaciones algo extrañas pero innegablemente jocosas en las que se ve involucrado —consideren, si no, la secuencia en la que usa un casco de realidad virtual sin darse cuenta cómo afecta al mundo real, o la razón por la que termina usando una armadura de metal durante los últimos veinte minutos de metraje. Sí, puede llegar a ser un poco forzado, pero los resultados —frecuentemente hilarantes— son innegables.
Atkinson ya no es una jovencito, pero sigue teniendo la misma vitalidad y agilidad de siempre. Considerando que “Johnny English 3.0” es la tercera —y posiblemente última— entrega de una franquicia de por sí popular, el talentoso cómico hubiera podido interpretar su rol en piloto automático, pero felizmente ese no es el caso. Se mete de lleno, lo cual resulta en momentos potencialmente aburridos, a los que le inyecta mucha energía y humor. Su rostro es elástico, y su cuerpo sorprendentemente móvil —consideren, si no, una hilarante escena de baile, consecuencia de una pastilla inesperadamente potente. El guión de “Johnny English 3.0” no será una obra maestra, pero Atkinson definitivamente lo eleva.
El resto no brilla tanto como Atkinson, pero cumplen bien sus roles. Bough sigue siendo la contraparte perfecta de English; la interpretación calmada, suave de Ben Miller contrasta muy bien con la energía casi maníaca de Atkinson. Jake Lacy es odioso como Jason —me imagino que esa era la idea— y Emma Thompson se devora el escenario como la Primera Ministra. Es una actuación inesperadamente exagerada, la cual me tomó por sorpresa. Olga Kurylenko (también una ex Chica Bond; trabajó con Daniel Craig en “Quantum of Solace”) se defiende en un rol relativamente parco; no tendrá un gran ritmo cómico, pero tiene cierta química con Atkinson, y no se le ve perdida, como le suele pasar a varios actores serios en comedias de este tipo. Ella, al igual que Atkinson, podría interpretar este rol —el de la femme fatale— en piloto automático, pero felizmente no hace eso.
“Johnny English 3.0” es una comedia ligera, inocente y entretenida —la película perfecta para “pasar el rato” en una sala de cine. Definitivamente me hizo reír más que la primera entrega, igualando —o por momentos, superando— a la primera secuela. Sí, no todos los gags funcionan, y sí, hay ciertos errores de continuidad algo graves, así como actuaciones poco creíbles, pero como siempre, Atkinson está acá para salvar el día, haciendo un gran uso de su ritmo cómico, sus hilarantes expresiones faciales, y su elástico cuerpo. Puede que Johnny English no sea el protagonista más simpático del mundo, pero Atkinson le da vida con energía y humor. Si esta termina siendo la despedida cinematográfica tanto del actor como del personaje, no se trata de una mala manera de decir “adiós”.
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