The Post: Los Oscuros Secretos del Pentágono
Puede que “The Post” cuente una historia de hace más de cuarenta años, pero eso no quiere decir que no resulte relevante el día de hoy. De hecho, considerando todo lo que tiene que decir sobre la libertad de prensa, así como de la lucha de las mujeres para hacerse escuchar, para hacerse valer en un mundo dominado por hombres, el estreno de la película este año —o el año pasado, dependiendo de donde la hayan visto— no podría ser más apropiada. Pero de “The Post” no es solamente una lección histórica pro-feminismo o pro-prensa; también es una película impecablemente dirigida y expertamente actuada.
El filme nos cuenta la historia de cómo el Washington Post se hizo con los Papeles del Pentágono, documentos secretos que contenían todos los trapos sucios sobre la participación de diferentes gobiernos de los Estados Unidos en Vietnam (primero conocido como Indochina). Puede que en un principio la publicación de dichos documentos podría resultar casi como una obligación, pero la situación era más complicada de lo esperado; el gobierno de Nixon estaba empeñado a censurar a la prensa en todo lo que se refería a este tema, y la dueña del Post, Kay Graham (Meryl Streep), tenía muchos amigos en la administración que podían verse dañados por la publicación de dicha información.
El editor del diario, Ben Bradlee (Tom Hanks), tenía una idea distinta, sin embargo. Para él, era imperativo el mantenerse “en el juego”, compitiendo con periódicos como el New York Times (quienes fueron los primeros en obtener una porción del estudio de más de cuarenta mil páginas realizado por Robert McNamara) para convertirse en una empresa de importancia global, no solo local. Por ende, Kay tenía que tomar una decisión muy clara: ¿publicar la información obtenida, arriesgándose a ir a la corte y, posiblemente, a prisión, o dejarse censurar por un gobierno evidentemente corrupto y lleno de secretos oscuros?
Considerando la posición de Kay, no resulta impactante el hecho de que tenga que pensar sobre dicha decisión por casi la duración entera de “The Post”. Estamos hablando de los años setenta, y estamos hablando de una mujer que quedó a cargo de una publicación importante no porque así lo haya querido, si no porque su padre se lo dejó a su esposo, quien se suicidó años antes. Está en una posición de poder no porque la sociedad esté de acuerdo con ello, si no porque no quedaba nadie más a quién dárselo. Kay vive en un mundo dominado por hombres, en el que su voz nunca es tomada en cuenta, y su opinión es considerada de baja importancia, casi nula.
Es frustrante. Y según lo que me han contado muchas mujeres, todavía se da hoy en día, especialmente en países como el nuestro. Mujeres cuyas opciones no son tomadas en cuenta, cuyas voces son olímpicamente ignoradas en reuniones de suma importancia. La manera en que Streep caracteriza a Kay es espeluznantemente realista; comienza el filme como una mujer con poca confianza en sí misma, como alguien que poco más y susurra sus opiniones cuando está rodeada de hombres que para hablar más fuerte —y encima de ella— tendría que gritar. Felizmente, el arco del personaje es muy satisfactorio, y la manera en que cambia realmente hace que uno la apoye al 100%; una escena en la casa de Bradlee, en la que poco más y manda al diablo a los miembros del directorio —sin perder su amabilidad, curiosamente— poco más y me hace aplaudir en dirección a la pantalla.
No, “The Post” no es una película particularmente sutil, pero no necesita serlo. El arco de Kay es claro y satisfactorio, y algunos momentos, como cuando sale de la corte y es recibido por un grupo de mujeres que claramente la apoyan y la consideran como un ejemplo a seguir, son importantes visualmente, pero felizmente no son mencionados en diálogo o en una narración de voz. Evidentemente se trata de una cinta con opiniones feministas, pero consideremos, también, que no se trata de una historia que debería ser alabada desde ese punto de vista, necesariamente. Recordemos, pues, que Kay era, de todas maneras, una mujer privilegiada, por lo que su historia podría resultar poco relevante si se compara a las vidas de mujeres con menos recursos y menos oportunidades.
No, acá lo que resulta incluso más interesante es todo lo relacionado a la búsqueda de los Papeles del Pentágono, y a los problemas en los que tanto Kay como Ben se ven involucrados. Considerando que los Estados Unidos tiene ahora como presidente a un payaso que se pelea con la prensa casi todos los días (¡y por Twitter!), el estreno de este filme no podría ser más relevante. Después de todo, dicho país podría estar a punto de vivir una situación similar —pero bajo otro contexto—, en el que la prensa podría comenzar a ser censurada por el gobierno. Muy aparte de sus logros narrativos, “The Post” debería ser considerado como una historia con moraleja, como para no repetir los errores del pasado.
La dirección de Spielberg es sólida y menos estilizada que la de filmes anteriores. Utiliza planos largos para favorecer los movimientos de sus actores, dándoles respiros para que sus acciones y el diálogo dicten el ritmo de las escenas, y no tanto la contraposición de planos o los movimientos de la cámara. De hecho, resuelve varias escenas de conversación sin muchos cortes, con una cámara estática o de movimientos sutiles, sin hacerlo sentir a uno, no obstante, que esté viendo teatro filmado, ni mucho menos. La dirección de fotografía de Janusz Kamiński es atractiva —¡y por fin no abusa de las fuentes de luz exageradamente brillantes!— y la música de John Williams es sorprendentemente sutil; funciona, pero nadie saldrá tarareando los temas de “The Post”.
“The Post” es una película que resalta los beneficios y la importancia del periodismo de investigación a través de una historia fascinante que nunca se siente como un sermón o como una moraleja moralista. El filme se mueve a buen ritmo, la dirección de Spielberg es efectiva sin llamar demasiado la atención a sí misma, y las actuaciones del reparto —el cual es espectacular; aparte de Streep y Hanks, tenemos a Sarah Paulson (un poco desperdiciada), Bob Odenkirk (de “Breaking Bad” y “Better Call Saul”), Alison Brie, Carrie Coon, Jesse Plemons, David Cross, y Bruce Greenwood— son excelentes. “The Post” es la mejor película de Spielberg en años, y una experiencia que definitivamente vale la pena tener en una sala de cine.
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