The Room
The Room es una película legendaria; no hay otra forma de describirla. Supuestamente, es una drama sobre traiciones, romance, amistad, y el Sueño Americano, pero todo aquel que haya visto la película —ya sea en un cine lleno de fanáticos, o en casa—, sabe cuál es la verdad: el filme más famoso de Tommy Wiseau es una comedia involuntaria, una de las malas películas más famosas de la historia. Como fanático del cinetrash, no puedo dejar de recomendarla, especialmente ahora que, gracias a los chicos de El Último Cine Club, la he visto proyectada en todo su absurdo esplendor.
De hecho, no existe mejor momento para ver y escribir sobre The Room: acabo de leer el libro escrito por Greg Sestero, amigo, productor y coprotagonista de Tommy Wiseau en la película, que detalla todos los pormenores de la grabación de la cinta, y la película del mismo nombre, protagonizada por James Franco, ganó varios premios en el Festival de San Sebastián (ojalá la lleguen a estrenar por estos lares). A pesar de haberse estrenado originalmente en el 2003, The Room es más relevante que nunca hoy en día. (Es más, Wiseau y Sestero estrenarán una nueva película a principios del próximo año, que espero sea superior a su esfuerzo anterior, o al menos igual de hilarante).
Mucho se puede escribir sobre la cinta, especialmente si se tiene conocimiento sobre todo lo que sucedió durante la producción: el hecho de que Wiseau decidió COMPRAR mucho del equipo que usó para la filmación (incluyendo dos cámaras, una digital y otra de celuloide) en vez de alquilarlo, o su actitud de diva, lo cual hacía que fuese casi imposible trabajar con él; ¡su equipo de rodaje cambió tres veces, y uno de los actores renunció! Considerando lo caótico que fue el proceso creativo de The Room, y lo incoherente que es el guion, no resulta sorprendente el que el producto final sea… bueno, lo que ES.
Supuestamente, The Room nos cuenta la historia de Johnny (Wiseau), un hombre común y corriente (sí, claro), muy adinerado y exitoso. Tiene una bella “futura esposa”, Lisa (Juliette Danielle, que sabemos es bella porque lo mencionan como 350 veces), un mejor amigo llamado Mark (Greg Sestero) y hasta un chico a quien le paga los estudios, Denny (Philip Haldiman). Sin embargo, la vida perfecta de Johnny está a punto de derrumbarse: Lisa le está sacando la vuelta con Mark, y Johnny no lo sabe.
La trama no podría ser más telenovelesca, y sin embargo es presentada de manera más exagerada y caricaturesca que una típica novela mexicana. El personaje de Johnny claramente representa lo que Wiseau quisiera ser en la vida real: un tipo completamente normal, popular, y muy amado tanto por su novia (al menos inicialmente) como por sus amigos. El guion menciona repetidamente que Johnny es “el mejor”, y hasta la madre de Lisa (Carolyn Minnott) le dice a su hija que es mala idea abandonarlo por otro. The Roomes un proyecto egocentrista espectacular, un filme que se supone iba a alimentar el ego de Wiseau. Claramente, el producto final tuvo el efecto contrario.
De hecho, Wiseau no parece tener la más mínima idea de cómo se comporta un ser humano regular. El diálogo es robótico y ridículo —todos los personajes entran a escena saludándose los unos a los otros (“oh hai Mark”,”hai Lisa”) y despidiéndose de forma similar, y han sido tan mal dirigidos, que parecen estar con ganas de irse de la película la mayor parte del tiempo. Tramas secundarias son mencionadas y abandonadas rápidamente (la madre de Lisa tiene cáncer de mama, aparentemente…), personajes aparecen repentinamente para reemplazar a otros que desaparecen (“¡estoy totalmente de acuerdo!”), y lo más grave, los personajes femeninos están terriblemente escritos, definitivamente de la manera en que Wiseau percibe a las mujeres.
Pongamos de ejemplo a Lisa. La “futura esposa” de Johnny está escrita como una personaje que cambia de parecer todo el tiempo, una bruja manipuladora que quiere ser mantenida por otros hombres, y que parece deleitarse en hacer sufrir a su pareja. Es la antagonista principal de la película, escrita como una caricatura, y utilizada como un pedazo de carne en numerosas escenas de sexo (con Wiseau… ugh…) estilo pornografía softcore. Su amiga, Michelle (Robyn Paris) es una contradicción andante (parece estar emocionada o feliz por todo, todo el tiempo, incluso en las escenas dramáticas… por alguna razón), y Claudette, la madre de Lisa, está simplemente loca (pero Minnott la interpreta con una cualidad formal que resulta verdaderamente enternecedora).
Pero si hay una razón por la que The Room se ha convertido en una película de culto, es porque su incompetencia general resulta en carcajadas de parte de cualquier público que se anime a verla. El filme es infinitamente citable; desde la manera en que Wiseau interpreta a Johnny con un acento francamente indescifrable (“in a few minutes, bitch!”), hasta los momentos que salen repentinamente (“anyway, how is your sex life?”), las actitudes que tienen poco sentido (los sonidos de gallina que a los personajes les gusta hacer, o la caracterización tipo voyeur de Denny) o la simple sobreactuación (“YOU ARE TEARING ME APART, LISA!”) The Room es una obra maestra de lo kitsch y lo ridículo.
A pesar de que la trama debería ser relativamente fácil de contar, Wiseau se complica la vida por absolutamente ninguna razón. Varias escenas se llevan a cabo en el techo de un edificio, y en vez de filmar en una locación verdadera, Wiseau tomó la brillante decisión de grabar con una pantalla Chroma… lo cual hace que todos los planos en dicho lugar luzcan terribles. Hay varias subtramas que no tienen propósito alguno en la cinta (¡Denny le compraba drogas a un maleante llamado Chris-R!), y demasiadas secuencias se desarrollan en el interior del departamento de Johnny, tanto así que cualquiera podría confundir a The Room con una sitcom particularmente mal escrita y actuada.
Sin embargo, la verdadera estrella de The Room es el mismísimo Wiseau, aunque no creo que de la forma que a él le hubiese gustado. Su aspecto es… peculiar (pelo largo e imposiblemente negro, cuerpo pálido y fornido, ojos cansados), lo cual es totalmente incoherente a la forma en que todos hablan sobre Johnny. Su actuación es, a falta de una mejor expresión, de principiante: muchas de sus líneas no se entienden debido a su acento, y por alguna razón, decide inyectare las emociones incorrectas a cada escena: exagera en los peores momentos (cuando cree que es necesario ser dramático, supongo), y parece estar a punto de quedarse dormido cuando participa en escenas supuestamente intensas. La pelea que tiene con su mejor amigo Mark es de las más patéticas que jamás haya visto en un largometraje.
Eso sí, se nota que al menos parte del equipo de The Room sabía lo que estaba haciendo. A diferencia de otras películas malas, la mayor parte de planos en la cinta están en foco; la dirección de fotografía es cumplidora (aunque súper plana), y el sonido directo no tiene fallas. Sin embargo, y a pesar de la cantidad de dinero que Wiseau gastó en cámaras y equipo, aparentemente no estaba dispuesto a invertir en elementos como escenografías creíbles, o una banda sonora que sea coherente con las imágenes presentadas en pantalla. De hecho, The Room cuenta con un “tema principal” que les aseguro se quedará grabado en sus cabezas… por todas las razones equivocadas.
El mejor elogio que le puedo dar a The Room es que es consistentemente absurda e hilarante: la última vez que la vi —esta vez, proyectada en un Cineclub— me hizo reír de principio a fin, tanto con los primeros momentos —en los que vemos a Johnny y Lisa teniendo sexo varias veces, con música de porno en el fondo—, como con las escenas ya “clásicas” (“I did not hit her, I didn’t do it, I did NAWT…o hai Mark”) y el sangriento y estúpidamente dramático final, en el que la cinta nos presenta imágenes inolvidables como Johnny destruyendo su apartamento de manera somnolienta (a pesar de que se supone está furioso), o él mismo sobándose con la ropa de Lisa antes de usar un arma de fuego (¿tenía un fetiche que no fue mencionado antes…?) The Room es oro puro para aquellos que quieran saber cómo NO hace un largometraje dramático.
¿Qué más puedo decir de The Room? El filme de Wiseau se ha convertido en un fenómeno mundial, tanto así que a muchas funciones los fanáticos van disfrazados de sus personajes favoritos, o se ponen a tirar cucharitas de plástico en diferentes momentos (estén atentos, y verán que el departamento de Johnny y Lisa está lleno de cuadros con fotos de cucharitas, porque aparentemente no tenían el presupuesto para reemplazar imágenes de stock). Es una obra maestra de lo incomprensible y lo mal hecho, y una de las películas mas involuntariamente graciosas que jamás vayan a ver. La recomiendo apasionadamente, especialmente si planean verla con un grupo de amigos; ver The Room es una actividad que debe hacerse acompañado (y si es posible, con la ayuda del alcohol).
Ahora, que estrenen The Disaster Artist. ¡Me muero por ver la historia DETRÁS de The Room plasmada en la pantalla grande!)
Lo mejor de The Room:
- Mi calificación