Swiss Army Man
Swiss Army Man es una de las películas más originales que haya visto en mucho tiempo. Es tan extraña, tan poco ortodoxa, tan distinta a lo que uno usualmente puede encontrar en la cartelera de cine o en servicios como Netflix, que a diferencia de lo que uno podría esperar, funciona de lo lindo.
Perfectamente actuada, visualmente impresionante, capaz de hacernos reír, pero también de hacernos pensar e identificarnos con los personajes, Swiss Army Man es una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. Es una pena que no la llegué a ver el año pasado; hubiese podido incluirla en mi lista de las mejores películas de 2016, a pesar de no haberse estrenado en cines peruanos.
Swiss Army Man nos cuenta la historia de Hank (Paul Dano), quien al principio de la película nos enteramos ha quedado varado en una isla desierta. Barbado, deprimido y sin esperanza alguna, está a punto de suicidarse, cuando de pronto ve un cuerpo cerca a la orilla del mar. Cuando se acerca, se da cuenta que Manny (Daniel Radcliffe) está muerto, pero eso no evitará que ambos personajes, eventualmente, se comuniquen y entablen una relación de amistad.
Desafortunadamente, Manny no recuerda nada de su vida (y ni siquiera parece saber lo que significa estar vivo), por lo que, poco a poco, Hank tendrá que enseñarle diferentes conceptos sobre la vida, desde la muerte, el amor, el sexo, la masturbación, e incluso lo que significa soltar gases o ir al baño. Mientras tanto, irán viviendo experiencias surreales y casi de ensueño, tratando también de encontrar ayuda o escaparse de la aparentemente infinita jungla en la que se encuentran.
Si la premisa suena extraña, es porque lo es. Pero es precisamente por ello que Swiss Army Man funciona tan bien. Muchas veces se ha dicho que la rueda no puede volverse a inventar, que ya todo ha sido contado y de todas formas, razón por la que realizadores, desde cineastas hasta directores de publicidad o videoclips, siempre utilizan referencias —otras películas, comerciales o videoclips— para inspirarse a la hora de filmar sus propias producciones. Swiss Army Man, sin embargo, es una de las pocas cintas que haya visto que no parece haberse influenciado de ningún producto previo —se siente totalmente original, como si sus dos directores, Daniel Kwan y Daniel Scheinert (los “Daniels”) simplemente hubiesen plasmado en pantalla lo que tenían en mente, y punto.
Para que se hagan una idea de lo que tiene Swiss Army Man para ofrecer, una vez que Hank encuentra el cuerpo de Manny, se da cuenta de que no puede parar de soltar gases, como si el cadáver estuviese lleno de aire. Inesperadamente, esto le permite utilizar el cadáver como lancha a propulsión en el mar, para tratar de escapar de la isla y, con suerte, encontrar ayuda. Si esta primera escena no los convence, dudo que vayan a divertirse con Swiss Army Man.
De hecho, una de las peculiaridades del filme está en los usos que Hank eventualmente le da al cuerpo de Manny: utiliza sus pedos para prender fogatas, su boca —que de vez en cuando expulsa agua como un caño— para hidratarse, y su brazo para cortar objetos. Son estas escenas precisamente las que le hacen honor al título de la película —Manny es verdaderamente como una navaja suiza, llena de usos inesperados y muy variados.
Este tipo de situaciones alocadas no serían suficiente para elevar una cinta menor, pero felizmente ese no es el caso de Swiss Army Man. El corazón del filme está en la relación entre Hank y Manny. El primero es un hombre solitario, casi deprimido, quien confiesa tener pocos amigos en casa y una relación casi inexistente con su padre. El segundo recién está aprendiendo a ser humano, y pregunta todo lo que uno se imaginaría un niño pequeño le preguntaría a sus padres. Las escenas en donde descubre lo usos de sus gases, la presencia de sus erecciones cuando ve revistas con fotos de chicas en bikini, o la existencia de una chica llamada Sarah (Mary Elizabeth Winstead) en el mundo real, son tan graciosas como conmovedoras.
Sí, Swiss Army Man maneja un humor bastante infantil. El cadáver de Manny se tira pedos a cada rato, y hay un par de discusiones entre ambos personajes en relación al excremento humano. Pero no son el foco de la película, y más bien hacen de la historia algo más real, más humano —son conversaciones y temas que brotan naturalmente de la relación entre Manny y Hank, y jamás se sienten forzados. Además, el tono de la película, aunque jocoso por momentos es, en general, bastante triste; el desenlace en particular, aunque con toques de esperanza, no es del todo optimista. Swiss Army Man podría considerarse como un filme divertido, pero me dejó con una sensación muy fuerte y agridulce de nostalgia.
Paul Dano es perfecto como Hank. El personaje se asemeja mucho a otros que ha interpretado en el pasado —patético, solitario, triste—, pero le otorga suficiente humanidad como para que uno se pueda identificar con él fácilmente. Sí, no es un hombre particularmente valiente o fuerte, pero su ternura y su capacidad de ver características especiales en otras personas —o en el caso de Manny, en cadáveres— lo vuelve un protagonista memorable.
Como Manny, Daniel Radcliffe da la mejor actuación de su carrera hasta el momento. Uno jamás ve a Harry Potter en el personaje —uno ve a Manny, un cadáver que por alguna razón puede hablar, y que hasta cierto punto ayuda a Hank a ver el mundo de otra forma, de repente más inocente y optimista. El filme tiene mucho qué decir sobre la soledad y la depresión, la timidez y las relaciones interpersonales, y tanto Dano como Radcliffe logran transmitir todo esto a través de personajes interesantísimos y divertidos.
Muchos podrían quejarse de que la película no deja en claro qué es real y qué es fantasía; qué está pasando de verdad, y qué está pasando dentro de la cabeza de un Hank posiblemente deshidratado y famélico. Sin embargo, eso es algo que disfruté mucho de Swiss Army Man —la película en general se siente como un sueño, cuestión que es resaltada por el estilo de dirección de los Daniels, que favorecen las cámaras en mano, la poca profundidad de campo y hasta las cámaras lentas para darle una cualidad de fantasía al filme. Sí, es infantil por momentos, pero también cautivante y casi hipnotizante.
Es imposible hablar de Swiss Army Man sin mencionar la banda sonora, escrita y grabada por Andy Hull del Manchester Orchestra, y Robert McDowell. La película utiliza varias canciones, todas a capella, desde el tema principal de Jurassic Park (tiene sentido en el contexto de la trama) hasta melodías ridículas con letras incluso más absurdas. El hecho de que solo podamos escuchar voces o aplausos contribuye a la sensación de ensueño del filme en general. Mi canción favorita es la que se burla de los montajes, recurso audiovisual del que muchos directores (especialmente los encargados de dirigir comedias románticas) abusan.
Swiss Army Man es una tragicomedia espectacular, pero debo admitir que no es para todos. Sin embargo, si ven más allá de los pedos, el excremento y las erecciones, se encontrarán con una historia muy emotiva, poblada de personajes memorables y muy humanos, llena de momentos fascinantes y cautivantes. Swiss Army Man es una de las mejores películas del año pasado; ¡qué pena que recién la pude ver este año, y que nunca la estrenaron en cines peruanos! Recomiendo que la vean por el medio que puedan; si mantienen una mente abierta, es muy probable que se maravillen con esta increíble historia de soledad, cadáveres y gases.
Avance oficial:
- Mi calificación