El Club de las Madres Rebeldes
Es difícil escribir una comedia romántica. La mayoría de estas películas recurren a gags forzados, situaciones ridículas y personajes totalmente estereotípicos para desarrollar una historia previsible, lo cual resulta en un producto final con pocas sorpresas y que, con las justas, puedes ser disfrutado por su público objetivo.
Es debido a este tipo de producciones que el subgénero se ha ganado una mala fama, pero yo soy de los que piensan que cualquier tipo de película tiene el potencial de llegar a la grandeza. Todo lo que necesita es un guión sólido, un director que sepa extraer las emociones correctas tanto de su historia como de sus actores, y sí, un par de protagonistas que manejen buena química y convenzan como amantes.
Habiendo dicho eso, confieso que El Club de las Madre Rebeldes me sorprendió gratamente precisamente porque no cumple con la mayoría de expectativas inherentes al subgénero de la comedia romántica. Sí, el romance entre dos personajes es parte importante de la trama, pero no es el foco de la historia. No existe un típico rompimiento temporal entre ellos, y no existen exagerados intentos por recuperarse el uno al otro, por ganarse su amor una última vez.
Lo que me gustó de El Club de las Madre Rebeldes es que combina ciertos elementos de comedias románticas que hemos visto antes, con características que muchos esperarían más de comedias norteamericanas protagonizadas por actores masculinos como Seth Rogen o James Franco: actitudes rudas, escenas vulgares, malas palabras y gags sexuales. No es todo los días que uno se encuentra con filmes protagonizados por mujeres que adopten este tipo de humor —otros únicos ejemplos que se me ocurren son la divertida pero larga Bridesmaids, y la terrible Bachelorette— , y por ello agradezco la presencia de esta película en nuestra cartelera.
También ayuda el que la cinta sea realmente graciosa. Y el que se enfoque, principalmente, en las relaciones no amorosas de sus protagonistas: las relaciones entre madres e hijos, y las relaciones de amistad entre mujeres. Sí, El Club de las Madre Rebeldes contiene bastante humor vulgar (aunque jamás llega a los excesos de un ¿Qué pasó ayer?, por ejemplo) y líneas de diálogo jocosas, pero funciona principalmente gracias al componente emotivo de su historia. Si no, consideren una pequeña secuencia que se muestra durante los créditos finales, en la que nos enteramos un poco sobre la relación que tienen las protagonistas del filme —Mila Kunis, Kristen Belle y Kathryn Hahn— con sus madres en la vida real.
Mila Kunis interpreta a Amy, una mujer trabajadora que casi no puede con su vida. Tiene que lidiar con su inútil marido, Mike (David Walton) y con dos hijos, Jane (Oona Laurence) y Dylan (Emjay Anthony) que le exigen toda su atención. Además, su jefe, Dale (Clark Duke) depende demasiado de ella en la oficina, a pesar de que, supuestamente, solo trabaja para él a medio tiempo, y en el colegio de sus hijos, es presionada por Gwendolyn (Christina Applegate) para ser una suerte de madre ejemplo.
Es por todo esto que un día simplemente decide rendirse y dejar de ser una buena madre. Junto con sus nuevas amigas, la pisada Kiki (Kristen Bell) y la salvaje Carla (Kathryn Hahn), quienes también tienen hijos en el mismo colegio que los suyos, decide ser una “Mamá Mala”, y rebelarse contra todo lo que supuestamente priorizaba en su vida. Bota a su esposo de la casa, deja de hacerle sus tareas a sus hijos, e incluso comienza a faltar más al trabajo. Pero cuando Gwendolyn, al ver esta actitud, se mete con su hija, Amy decide enfrentarla y postular a presidente del Club de Padres.
Debo admitir que El Club de las Madre Rebeldes tiene un comienzo algo flojo. El primer par de escenas no parecen fluir bien, y presentan situaciones de manera algo exagerada y caótica, tratando de enfatizar el humor a través de gags algo previsibles y, francamente, poco divertidos. Pero es cuando Amy se encuentra con Kiki y Carla en un bar que la trama agarra viada, y la película obtiene una energía que no habíamos podido observar antes. Los gags se tornan más frecuentes y dan más risa, y las escenas emotivas entre madres e hijas comienzan a convencer más.
Esto se debe a que el corazón del filme está en sus tres protagonistas, y la relación que entablan entre sí. Me sorprendió la química existente entre Mila Kunis, Kristen Bell y Kathryn Hahn. Sus personajes están tan bien definidos, que contrastan los suficiente como para que las escenas que comparten funcionen —Amy es la madre que quiere dejar de ser tan perfecta, Kiki es la poco experimentada que se resiste al cambio, y Carla es la alocada que vive la vida a su propio ritmo. No son caracterizaciones particularmente complejas, pero le otorgan una dinámica muy divertida a la historia que resulta en escenas muy divertidas. Consideren las acciones de Carla en la fiesta que se lleva a cabo en la casa de Amy, o la conversación sobre sexo que tienen las tres dentro de un baño.
Mila Kunis es la perfecta Amy —atractiva pero llena de inseguridades; fuerte y trabajadora pero cansada; llena de amor para sus hijos, pero con ansias de un cambio. Me gustó mucho durante las escenas más emotivas del filme, pero también me convenció con su impecable ritmo cómico. Kristen Bell es muy divertida como Kiki, una mujer tímida y con poca experiencia. Y Kathryn Hahn realmente resalta como Carla —es el típico personaje exagerado de comedia, aquel que tiene que contrastar con los más sutiles y que tiene las líneas de diálogo más memorables y protagoniza los momentos más escandalosos. Sin embargo, Hahn le otorga suficiente humanidad como para que Carla jamás se torne en un personaje irritante.
Jay Hernandez tiene el rol ingrato del interés amoroso de Mila Kunis. Las escenas entre estos dos funcionan —hay suficiente química entre ellos— pero la relación no está lo suficientemente desarrollada como para que logre derretir los corazones de aquellos que vean la película. Funciona para desarrollar al personaje de Amy, y nada más. Christina Applegate es odiosa como Gwendolyn, al igual que el Mike de David Walton. La pequeña Oona Laurence (Revancha) interpreta a la hija de Amy, y Jada Pinkett Smith tiene un rol secundario como una de las seguidoras de Gwendolyn.
El estilo de humor manejado por El Club de las Madres Rebeldes es similar a lo que uno puede encontrar en otras comedias Hollywoodenses. Favorece los chistes sexuales, las malas palabras y las situaciones sorprendentes, por lo que si no son fanáticos de eso, no la pasarán muy bien viendo esta película. Pero si, como yo, reconocen que este tipo de gags funcionan en una historia poblada por personajes con los que uno se puede identificar, y que pueden ser mezclados con escenas más emotivas, se reirán mucho durante El Club de las Madres Rebeldes.
Cabe mencionar que, al ver El Club de las Madres Rebeldes, pensaba que la dirección o el guión había estado a cargo de mujeres. Después de todo, se trata de un filme que enfatiza la relación entre las mujeres y sus hijos, y la amistad femenina. Se podrán imaginar mi sorpresa, entonces, cuando vi en los créditos finales que la película fue escrita y dirigida por Jon Lucas y Scott Moore (¿Qué pasó ayer?). Agradezco el que podamos tener una buena comedia femenina en nuestra cartelera, pero seré incluso más feliz el día en que este tipo de producciones puedan ser realizadas también por mujeres.
El Club de las Madres Rebeldes es entretenimiento puro y simple. Sí, tiene un mensaje valioso sobre la amistad y las relaciones maternales, pero no ahonda demasiado en los sentimientos de sus protagonistas. Su objetivo principal es causar risa en su público; el desarrollo romántico y amical de sus personajes es, más bien, secundario. Sin embargo, la película terminó por encantarme, a pesar de no ser la mejor comedia que haya visto este año ni mucho menos —contiene demasiadas tramas secundarias incompletas (como el romance entre Amy y Jessie, o el enfrentamiento entre Kiki y su esposo) como para que pueda considerarla un película redonda, pero está cerca.
Si quieren pasar un buen rato viendo un filme lleno de gags originales y protagonizado por buenas actrices que se ven en situaciones jocosas usualmente reservadas para sus compañeros masculinos, pues definitivamente les recomiendo que vean El Club de las Madres Rebeldes. Es una fallida pero entretenida mezcla de lo emotivo con lo suciamente hilarante.
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