Ex Machina: un pecado que no la vayamos a ver en cines
Ex Machina pertenece a un súb-genero cinematográfico cada vez menos común, razón por la cual no ha sido estrenada en cines peruanos: la película de ciencia-ficción basada en ideas. Cintas como Star Wars o el reboot de Star Trek de J.J. Abrams son más aventuras fantásticas situadas en el espacio que historias de ciencia-ficción; y producciones como Misión Rescate se acercan más a la ciencia-ficción pura, pero dependen más de elementos tipo thriller (o en ese caso en específico, de supervivencia) que de elementos temáticos.
Pero películas como Ex Machina se concentran en estimular las mentes de sus espectadores, en presentar ideas fascinantes y desarrollarlas de maneras inesperadas. Favorecen las escenas de conversación y de desarrollo de personajes, creando una atmósfera palpable e intrigante y jamás abusando de los efectos especiales. Ex Machina es uno de los mejores filmes del año por lo inteligente, entretenida y perturbadora que es, y porque no subestima a sus espectadores, creando un perfecto balance entre entretenimiento e ideas.
Ahora, Ex Machina no es la primera película en manejar temas relacionados a la inteligencia artificial. Producciones recientes como Chappie (la cual, lamentablemente, no llegué a ver), o Ella nos contaron historias temáticamente similares, probando que ni los cineastas ni el público van a cansarse de discutir temas sobre inteligencia artificial en el futuro cercano. Pero lo interesante de Ex Machina es que maneja dicho tema de manera un poco más profunda, un poco más inteligente, y un poco más inquietante.
¿Qué es una inteligencia artificial? ¿Cómo la definimos? ¿Cómo la diferenciamos de una inteligencia natural, de una ser humano? ¿Y en qué momento es que una inteligencia artificial desarrolla una conciencia? Estas son algunas de las fascinantes preguntas que hace Ex Machina, todo a través de la interacción entre un humano, Caleb Smith (Domhnall Gleeson) y Ava (Alicia Vikander, a quien vimos hace poco en El Agente de C.I.P.O.L), una robot.
Ava es el más reciente modelo de droide construido por el científico de computación Nathan Bateman (Oscar Isaac), quien vive como un recluso en su remota casa en medio de las montañas. Un día decide realizar un concurso para invitar a alguien a su hogar, razón por la cual termina conociendo a Caleb, un codificador en su empresa. Inicialmente, le dice que será parte de un Turing Test: tendrá que interactuar con Ava para determinar si es humana o un robot. Pero poco a poco se va dando cuenta de que la artificial chica va desarrollando sentimientos hacia él, y que Nathan está escondiéndole cosas que podrían afectarle de maneras que él no se imagina.
Me gustó que Ex Machina sea una película inteligente, pero que no se sienta demasiado técnica. Es cierto, los personajes (especialmente Caleb) hablan con tecnicismos complicados de cuando en cuando, pero sus frases están contextualizadas de tal manera que nunca nos pierden. No nos explican la manera en que Ava fue creada; lo único que Nathan menciona es que pronto será reemplazada, que no es más que un modelo que será superado por uno más avanzado. Esto hace que Cable tenga serias dudas sobre su jefe: él ve a Ava como una inteligencia igual a la de él, como un ser vivo. Nathan la ve como una cosa, una herramienta.
El filme está estructurado a través de diferentes Actos, los cuales marcan las etapas por las cuales deben pasar Caleb y Ava para determinar la naturaleza del robot. Más importante, también ayudan a resaltar la manera en que la relación entre los dos va progresando: Caleb cree que Ava ha desarrollado algún tipo de sentimiento hacia él (¿pueden los robots sentir?), pero… ¿cómo puede estar seguro? Quizás Nathan la ha programado para que se “enamore”. En un momento le pregunta por qué le otorgó sexualidad. Él le revela que de hecho tiene una… pieza entre las piernas con sensores, y que si él quisiese, podría tener “sexo” con ella. “Si va a estar viva, pues que lo disfrute”, dice.
Ex Machina no es una película llena de acción, y no tiene por qué serlo. Los efectos especiales son excelentes, pero no abundan. El diseño de Ava es realmente memorable; la poca piel que exhibe se ve demasiado perfecta, demasiado lisa, y sus partes de robot son transparentes, revelando tendones y huesos artificiales. La fotografía es apropiadamente lúgubre, aportando al tono perturbador de la cinta. Me gustó el uso de lentes anamórficos y movimientos de cámara lentos por parte de Alex Garland, experimentado guionista que debuta como director con esta cinta. El look de la película es elegante y frío, y el ritmo es pausado pero jamás aburrido.
Como Ava, Alicia Vikander es realmente excelente. Logra mezclar, con absoluto éxito, inocencia con inteligencia y sensualidad, para crear un personaje verdaderamente memorable. Su única escena de desnudo (razón por la cual quizás decidieron contratar a una actriz Europea) es extrañamente erótica, algo perturbadora y emotiva. Como Nathan, Oscar Isaac interpreta a un genio loco de manera perfecta; uno nunca sabe si está hablando en serio o si está mintiendo. Y como Caleb, Domhnall Gleeson le otorga vulnerabilidad a su personaje. Tanto Isaac como Gleeson aparecerán en Star Wars Episodio VII: El Despertar de la Fuerza, una película totalmente diferente a Ex Machina, pero probablemente igual de buena (o eso espero).
Ex Machina tiene mucho que decir sobre la identidad, y sobre el rol de los hombres y las mujeres en la sociedad. Casi todos los humanos en la historia son hombres, y todas las robots que vemos tienen apariencia femenina. ¿Por qué es que Nathan diseña todos sus robots como mujeres atractivas, que parecen haber salido directamente de la portada de una revista de modas? ¿Y por qué es que Ava se viste como una ama de casa para verse más “humana” frente a Caleb? La interacción entre los dos es casi asexual, más basada en miradas que en toques, pero la visión que tiene Nathan sobre las mujeres es clara. Cuando le revela a Caleb la principal influencia del diseño del rostro de Ava, no debería sorprendernos.
El final de la cinta es un poco inverosímil. No daré detalles para no malograrle la película a aquellos que no la hayan visto; sólo diré que, a pesar de ser chocante, no me terminó de convencer, a pesar de que, temáticamente, llega a completar todo lo que el guión de Garland tiene que decir sobre sus personajes. Es una pequeña falla que felizmente no malogra el producto final en lo absoluto.
Ex Machina es una prueba más de lo talentoso que es Alex Garland como guionista; producciones anteriores como Sunshine (otra excelente película de ciencia-ficción) y Dredd (un notable ejemplo de lo que se puede hacer con una película de acción pura) demostraban sus intereses a nivel temático, pero Ex Machina los expresa de manera mucho más completa e interesante. La película es evocativa, casi hipnotizante. Muchos se quedarán con algunas de las imágenes memorables que nos presenta, pero creo que la mayoría terminará recordando más a sus protagonistas; sus discusiones y las repercusiones que tuvieron sus decisiones más importantes. Ex Machina no es solo una gran película de ciencia-ficción; es simplemente un excelente filme, y es un pecado que no se haya estrenado en cines peruanos.
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