Ciudades de Papel
Ciudades de Papel es una historia de crecimiento adolescente que trata de evitar todos los clichés y estereotipos que relacionamos con historias de este tipo. No llega a cumplir su cometido al 100%, pero el simple hecho de que trate de hacer algo diferente ya de por sí tiene valor en una industria donde la mayoría de producciones dedicadas a un público joven siguen las mismas fórmulas. Quizás la película no ahonde mucho en los temas que nos presenta, y quizás el desarrollo de los personajes no sea el más profundo, pero al menos logra balancear con cierto éxito el humor con el drama para presentarnos una historia fallida, pero interesante.
La trama: Quentin (Nat Wolff), más conocido como “Q” por sus amigos, está perdidamente enamorado de su vecina, Margo (Cara Delevigne.) El problema es que, a pesar de haber sido amigos de pequeños, no se han hablado en varios años, y Margo es ahora una de las chicas más populares y alocadas de la escuela. Sin embargo, una buena noche, Margo se mete al cuarto de Q por su ventana y se lo lleva a un pequeña aventura, la cual consiste en vengarse de su novio (la engañó con otra) y sus ex-amigas. Pero para el día siguiente, Margo ha desaparecido sin rastro; lo único que ha dejado atrás son una serie de pistas, las cuales Q se encargará de seguir para encontrarla y por fin poder decirle cómo se siente.
Ciudades de Papel tiene bastante qué decir sobre la percepción que tenemos de otras personas, especialmente gente de la cual uno termina enamorándose. Margo comienza la cinta como una Manic Pixie Dream Girl (dícese de una chica mitificada, siempre alegre y alocada y encantadora, lista para arreglarle la vida al protagonista masculino), pero Q eventualmente descubre que se había enamorado más de la idea que él tenía de Margo, de cómo la percibía, que de cómo ella era realmente.
Es una interesante manera de alejarse de los estereotipos de películas juveniles y/o románticas. El problema es que, al igual que un par de temas más que la película maneja (la inseguridad, la conformidad), no ahonda demasiado en esto. Ciudades de Papel es una cinta que aparentemente tiene mucho qué decir sobre varias cosas, pero que prefiere tirar sus temas al aire para ver cuál suena más profundo, en vez de desarrollarlos para poder crear personajes creíbles. El cambio de percepción hacia Margo por parte de Q, por ejemplo, ocurre muy rápido, en parte porque dejamos de ver al personaje de Delevigne por buena parte de la película. Quizás hubiese ayudado el que compartiesen más escenas.
Por otra parte, las actuaciones (así como la presentación de los diferentes personajes) son algo inconsistentes. Como Q, Nat Wolff es adecuado. Da una actuación naturalista, y no puedo negar que es fácil identificarse con él (un chico tímido que prefiere seguir las reglas en vez de tomar riesgos), pero a la vez hubiese preferido que le den una personalidad algo más compleja, o quizás que Wolff le inyectase algo más de energía al personaje. Como Margo, la atractiva Cara Delevigne (no podía dejar de mirar sus impresionantes cejas) no aparece lo suficiente como para saber si es que tiene madera de actriz o no. Su actuación no es mala, pero siento que el personaje de Margo está dentro de su zona de confort. Supongo que habrá que esperar a El Escuadrón Suicida para ver si es que le va bien interpretando otro tipo de personajes.
Dentro del grupo de amigos que acompaña a Q en su road trip para buscar a Margo, tenemos de todo. El Radar de Justice Smith es genial. Se trata de un chico moreno con padres locos (están tratando de tener la colección más grande de Santa Clauses negros, jo jo), que no sabe exactamente cómo manejar su relación con su novia Angela (Jaz Sinclair.) La sub-trama que involucra a estos dos me gustó por su realismo y por su honestidad, tanto así que por momentos me hubiese gustado que la película se enfoque más en ellos que en la historia de Q. Por otra parte, también tenemos a Ben (Austin Adams), el típico adolescente obsesionado con el sexo que termina emparejándose con Lacey (Halston Sage), la mejor amiga de Margo, quien está harta de que la gente la juzgue por su apariencia. La historia de estos dos no es igual de interesante, quizás porque la actuación de Adams no es particularmente buena, o quizás porque no se siente igual de realista que la de Radar.
Mención aparte para los adultos de la película: casi no aparecen. La madre de Q está para llevarlo al colegio y para que Ben mencione lo mucho que quieren acostarse con ella (sugiero buscar el término “MILF” en Google), y los padres de Margo aparentemente no están muy preocupados por su desaparición, ya que la chica suele escaparse con frecuencia. Me perturbó un poco la inactividad de los adultos en esta película, y de hecho fue algo que me sacó de la ficción, ya que muchas de las acciones que realizan los protagonistas simplemente no hubiesen sido posibles en la vida real (al menos no de manera tan sencilla) debido a la intervención de los padres. (Me sorprendió mucho, por ejemplo, la gentil reacción de la mamá de Q a su repentino road trip. ¡No se olviden que se supone que es un menor de edad!)
Ciudades de Papel es imperfecta, pero tiene su encanto. Por momentos es bastante graciosa (en especial me encantó la escena en donde los tres amigos se ponen a cantar la canción del anime de Pokémon—definitivamente me pude identificar con eso, lo cual debería darle una idea a mis lectores de la generación a la que pertenezco), pero en general maneja un tono bastante serio; el director Jake Schreir usa movimientos de cámara suaves y un ritmo pausado con gran efecto.
Sin embargo, me hubiese gustado que la cinta ahondase un poco más en sus temas, que le de algo más de personalidad a su protagonista, y que desarrollase un poco más la relación entre él y Margo. La química entre Wolf y Delevigne es casi inexistente, y gracias a un final algo anticlimático (por muy realista y lógico que sea), la cuasi-obsesión que Q tenía con Margo no termina de cuajar. ¿Presenciamos los actos de un adolescente romántico, o de un acosador obsesivo? La película no termina de dar una respuesta concisa. Ciudades de Papel es admirable por lo que trata de hacer más que por el resultado final, y aunque debo admitir que me divirtió, también creo que daba para más.
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