Sé que esta película se estrenó hace un par de semanas, y de hecho la vi pocos días después de su estreno, pero debido a falta de tiempo – más que nada por trabajo – recién he podido escribir y publicar mi artículo. Trataré de que algo así no se repita, pero lamentablemente no creo que pueda prometer nada.
En fin, sí, 300: El nacimiento de un imperio. Esta es una secuela que he estado esperando por mucho tiempo. Soy un gran fanático de la primera entrega, y desde el 2007 he estado con bastante curiosidad sobre lo que Zack Snyder y su equipo sería capaz de ofrecernos con una segunda película. ¿Repetirían el mismo estilo visual? ¿Sería más sangrienta, menos sangrienta? ¿Sería una secuela o precuela? ¿Quiénes serían los protagonistas? La primera pregunta fue respondida apenas salieron los primeros avances, pero para el resto es necesario ver la película. Felizmente, y a pesar de que probablemente fue realizada únicamente porque la primera fue un gran éxito (es decir, por la plata), no me decepcionó demasiado.
Uno de los aspectos más interesantes de 300: El nacimiento de un imperio es la manera en que Snyder – esta vez como guionista y productor, mas no como director; es reemplazado por Noam Murro – decidieron realizar una nueva película de 300. No se trata, pues, de una secuela tradicional. Los eventos del filme se desarrollan antes, durante y después de la película anterior–de hecho una manera original de desarrollar un filme, lo cual brinda diversas oportunidades para mencionar – y hasta a veces enseñar – eventos y personajes de su predecesora. Debo decirlo, la manera en que la narrativa se desarrolló, a pesar de no ser particularmente complicada, me gustó. De hecho es más original que hacer una secuela tradicional.
Esta vez nuestro guerrero protagonista es Temístocles (Sullivan Stapleton), un Ateniense (¿recuerdan a los «amantes de niños» que Leónidas menciona en la primera película?) que un tiempo atrás asesinó al Rey Darius de Persia. Dicho acto permitió que su hijo, Xerxes (Rodrigo Santoro) ascendiera al trono y se convierta, gracias a la ayuda de la mano derecha del fallecido rey, la gran guerrera Artemisia (una excelente Eva Green), en el rey dios que vimos en la otra película. Mientras Leónidas y sus 300 guerreros pelean contra los persas, Temístocles va junto con una flota griega a pelear contra Artemisia. Y aunque al principio van ganando, eventualmente el valiente guerrero tendrá que tomar algunas difíciles decisiones.
Primero lo primero; a pesar de que esta secuela cuenta con un nuevo director, el estilo visual de 300se conserva casi intacto. De hecho, es una película visualmente impresionante, incluso más que la primera, llena de batallas intensas, encuadres que parecen pinturas, y mucha, pero mucha sangre. Me atrevería decir que es incluso más sangrienta que su predecesora, cosa que honestamente no me esperaba. Y curiosamente mucho de los actos más salvajes y sangrientos son cometidos por el personaje de Artemisia, lo cual la hace más memorable. Ah, y casi me olvido, también hay algo de cámara lenta (o ralenti), pero con menos frecuencia que en 300. Supongo que Murro consideró que si abusaba de la técnica, su público se iba a cansar, especialmente teniendo en cuenta la manera tan efectiva con la que fue utilizada en el filme anterior. Buena decisión.
Sin embargo, cabe decir que aunque esta película conserva muchos elementos de la primera parte, a la vez carece del je ne sais quoi que hizo que 300 se volviera tan popular. De repente es cuestión de ritmo; a pesar de una sub-trama política que no funcionaba tan bien, la primera película se movía rápidamente y con furia, emocionándonos con sus batallas inventivas llenas de adrenalina. Para esta película, la violencia fue trasladada al mar, lo cual hace que se diferencie en algo del filme interior, tenga una identidad propia, y a la vez ayuda a crear imágenes bastante memorables. Pero a la vez creo que también tiene algunos problemas de ritmo; le di una mirada a mi reloj un par de veces mientras las miraba, cosa que no sucedió con 300. De repente Zack Snyder simplemente es más hábil a la hora de desarrollar escenas de batalla que Noam Murro. 300: El nacimiento de un imperio no es aburrida en lo absoluto, pero su predecesora me emocionó más.
Ahora, cualquier deficiencia que haya mencionado anteriormente es compensada, creo yo, por la actuación de Eva Green, quien interpreta de manera muy memorable e intensa a Artemisia. De hecho no es la primera actriz que me imaginaría en una película de este tipo, pero interpretando a la guerra persa de manera salvaje, exagerada y casi loca, logra crear un personaje que resalta más que cualquier otro. Se nota que la actriz francesa disfrutó de cada segundo de grabación de la película, de cada discurso grandilocuente y de cada escena de batalla. Una escena de sexo que protagoniza con Stapleton es particularmente… memorable. No quiero malograrla, pero digamos que no se parece a ninguna otra escena de sexo que haya visto antes, mezclando erotismo con violencia, lo músculos de Stapleton con los pechos desnudos de Green. Definitivamente fue interesante.
El resto de actuaciones no son particularmente excelentes, pero cada quien hace un trabajo decente. Sullivan Stapleton no es ningún Gerard Butler, pero no creo que haya estado tratando de superar la presencia gigantesca del actor escocés en la primera película. Su performance es mucho más medido, menos exagerado y más calmado, lo cual lo torna en una presencia más pequeña, pero a la vez hace que uno lo crea como un líder diferente a Leónidas: más calculador y reservado. Sí, es una actuación menos entretenida, pero tampoco puedo decir que sea mala. Lena Headey (Juego de Tronos) regresa como la (ex) esposa de Leónidas, al igual que David Wenham es lo que podría considerarse como un cameo. Xerxes aparece menos de lo que me hubiera imaginado, por lo cual resulta ser un adversario mucho menos intimidante que la sorprendente Artemisia de Green.
En fin, aunque 300: El nacimiento de un imperio simplemente no logra superar a la primera película, tampoco es una mala segunda parte. Es más, me atrevería a decir que se trata de un muy buen esfuerzo, en lo que se refiere a continuaciones. Me gustó la manera en que se relacionó con los eventos de 300, sirviendo tanto como precuela, secuela y una serie de eventos alternos, y me encantó el personaje de Eva Green. Se extraña la presencia de Gerard Butler como Leónidas, y no me gustó la manera apurada (y mal explicada) en la que se presentaron los orígenes de Xerxes como dios rey, pero a la hora de la hora, el filme logró cumplir su cometido: entretenerme con batallas sangrientas y estilizadas, discursos de guerra exagerados, escenas de sexo memorables, y un estilo visual francamente impresionante. Si tienes ganas de una dosis de adrenalina y testosterona, no hay mejor opción. (Bueno, 300 sería una mejor opción; en tal caso no hay una mejor opción en los cines actualmente.)
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