Pasajeros

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Pasajeros es una película de ciencia ficción con una premisa intrigante y una ejecución decepcionante. Entretenida y buen actuada, el filme sin embargo no logra a cumplir con lo prometido en sus primeros cuarenta minutos de metraje, culminando una historia compleja, poblada por personajes tridimensionales, con una secuencia de acción excesiva que, convenientemente, le permite al guión evitar situaciones incómodas y potencialmente controvertidas. Existen pocas cosas en el mundo del cine más decepcionantes que la sobresimplificación de un guión que comienza con promesa.

Chris Pratt interpreta a Jim Preston, un mecánico que se encuentra viajando, en animación suspendida, por el espacio en el interior de una nave que lo llevará a un nuevo planeta. Es uno de cinco mil personas a bordo, un nuevo grupo de seres humanos destinados a poblar un nuevo mundo. Sin embargo, no todo sale como debería durante el viaje —Jim despierta noventa años antes de llegar a su destino, lo cual lo obliga a vivir por sí solo, tratando de encontrar alguna solución para su predicamento, y poco a poco desesperándose más con su situación.

Después de un año de vivir en la nave tan solo con la compañía de un droide barman llamado Arthur (Michael Sheen), Jim decide despertar a una pasajera más: Aurora (Jennifer Lawrence), una atractiva e inteligente escritora. Inicialmente, Jim le dice a Aurora que ella despertó debido al mismo error en el sistema de la nave que él, lo cual le permite entablar una relaciona cerca con la chica. Sí, es aquí quePasajeros se convierte en una suerte de “Titanic en el espacio”. Pero esta felicidad no dura mucho. Eventualmente, Aurora se entera de la verdad, y la nave comienza a demostrar más fallas que podrían acabar con las vidas de todos los pasajeros y la tripulación a bordo.

El aspecto más controvertido del filme es también uno de los más interesantes, y menos explotados. Jim decide despertar a Aurora por razones totalmente egoístas, es cierto, pero dicho momento es presentado de tal manera que el espectador siente que, posiblemente, cualquiera hubiese hecho lo mismo en sus zapatos. Jim actúa bajo presión, porque está desesperado y solo, y porque se ha enamorado de alguien que no conoce en persona. Él sabe que lo que ha hecho está mal hasta cierto punto se arrepiente, pero también sabe que de no haberlo hecho, se hubiese vuelto loco y suicidado.

Desafortunadamente, la decisión de transformar la relación entre Jim y Aurora en una romance es un error garrafal. Pasajeros trata de ser romántica, pero no hace más que introducir escenas excesivamente cursis, en las que la química entre Lawrence y Pratt es palpable, sí, pero no lo suficientemente fuerte como para convertir esta relación enfermiza —por favor, recuerden que Jim básicamente le arruinó la vida a Aurora— en algo más real. Una relación de amistad, o algo más complejo que un romance simplista al más puro estilo de una comedia romántica, hubiese resultado en un producto final mucho más rico.

Tampoco ayuda el que el guión decida tomar la ruta fácil en todo momento posible. Cada vez que el filme presenta una situación difícil y potencialmente compleja, esta se ve interrumpida por alguna urgencia o acontecimiento más importa, que les hace olvidar a los dos protagonistas que el verdadero conflicto es entre ellos dos. Esto está perfectamente personificado por el personaje de Laurence Fishburne, un miembro de la tripulación de la nave que despierta repentinamente para avanzar la trama y no mucho más.

Y ni hablar del desenlace. Los primeros dos tercios de Pasajeros son irregulares pero absorbentes, pero la última media hora o más degeneran para convertirse en secuencia de acción tras secuencia de acción, tensas hasta cierto punto, pero genéricas a más no poder. Lo que comenzó como una historia protagonizada por dos personajes complejos y llenos de demonios internos se convierte en unblockbuster más del montón, más preocupado por elevar el pulso de sus espectadores con explosiones y situaciones de peligro, que por contar una historia inesperada y comprometedora.

Jennifer Lawrence es efectiva como Aurora —es lo suficientemente carismática como para poder desarrollar a su personaje como alguien inteligente y simpático, pero tiene algunos aspectos más oscuros, violentos e imprevisibles que le otorgan una cualidad más humana y compleja. Pratt no está mal como Jim —es obvio por qué lo eligieron para el papel: necesitaban a alguien simpático y agradable para que la decisión de despertar a Aurora no se siéntese tan terrible. Funciona, pero me hubiese gustado ver a alguien con un lado más oscuro, no tan típicamente galante. Laurence Fishburne tiene un rol ingrato y breve, y Andy García aparece como por diez o quince segundos, y no tiene una sola línea de diálogo.

La dirección de fotografía de Rodrigo Prieto es cumplidora; los interiores de la nave se ve suficientemente futuristas y limpios, y los rostros tanto de Pratt como Lawrence están siempre bien iluminados, como para hacernos recordar, todo el tiempo, lo atractivos que son. La banda sonora del usualmente efectivo Thomas Newmann es terriblemente cursi —exagerada en los escenas romántica, e irritante en los peores momentos.

Pasajeros se siente como una producción que fue manoseada por el estudio —comienza bastante bien, pero termina de manera totalmente previsible y estereotipada. Las actuaciones principales funcionan y los efectos visuales son vistosos, pero considerando lo intrigante que es la premisa, el filme definitivamente debió ser mucho más que aceptable. La primera versión del guión fue incluida en la Blacklist hace unos años, la lista de los guiones no producidos más populares del momento. Me hubiese gustado que dicha versión hubiese sido la filmada por Lawrence y Pratt —hubiese resultado en una película más redonda y menos condescendiente.

Avance oficial:

50%
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