Decir que todas de películas peruanas son malas es una falacia – de hecho, en los últimos años se había creado un estereotipo en relación a las producciones nacionales: que solo trataban sobre el terrorismo, que siempre había sexo y violencia, que estaban llenas de malas palabras…. y aunque como todo estereotipo, tenía una base en la verdad, de cuando en cuando se estrenaban filmes realmente buenos, con temas interesantes y actuaciones sólidas. Habiendo dicho eso, tengo el gusto de decir que las dos películas peruanas que he visto este año en el Festival del Cine me han gustado, y comenzaré con un comentario sobre una de ellas: Viaje a Tombuctú, de Rossana Díaz Costa.
La película cuenta la historia de Ana (Andrea Patriau) y Lucho (Jaír García), dos adolescentes que viven en La Punta, Lima, en la década de los 80, durante la época del terrorismo. Para ellos, la única manera de sobrevivir en medio de la violencia y la falta de oportunidades es a través de su amor, sentimiento en el que se refugian siempre mencionando un país ficticio llamado Tombuctú. Sin embargo, esta fantasía se verá interrumpida por una realidad cruda, la cual tratará de destruir su felicidad.
Como mencioné antes, uno de los estereotipos más frecuentes en relación a las películas peruana era el hecho de que siempre se relacionaban al terrorismo. Para aquellos que no lo sepan, el Perú sufrió una época, principalmente en la década de 1980 pero también a principios de los 90, en la que éramos constantemente aterrorizados por dos grupos terroristas: el MRTA y Sendero Luminoso. De hecho es un contexto que marcó por siempre la historia de nuestro país, especialmente para las generaciones que eran ya adultas cuando todo esto sucedió – en mi caso, como nací en 1990, no lo viví, por lo que no fui muy afectado. De repente era por eso que me cansaba tanto la mención del terrorismo en el cine peruano – entiendo que fue algo que afectó a las personas profundamente, pero hablar siempre sobre lo mismo cansa, no importa que tan importante eso.
Lo bueno de Viaje a Tombuctú es que, a pesar de que se desarrolla en este contexto, lo maneja de manera diferente a la mayoría de películas anteriores. El hecho de que la película se desarrolla en los 80s es integral para los personajes porque le da un trasfondo trágico a su historia de amor – así como películas como Titanic (una historia de amor durante el trágico hundimiento de un barco) o Pearl Harbor (una historia de «amor» durante la Segunda Guerra Mundial), Viaje a Tombuctú funciona porque utiliza el contraste entre la tragedia y el amor, lo dulce y lo triste, para desarrollar a sus personajes y hacer que nos relacionemos con ellos. Pero a diferencia de Pearl Harbor, por ejemplo, no es gratuito – el tema del terrorismo es tratado con respeto y seriedad, nunca solo para justificar la relación de los personajes, si no para presentar un contexto realista y contar los cambios sufridos por el país en la época.
Y si la historia de amor funciona es también porque realmente creemos que los dos chicos están enamorados. De hecho sirve que vemos que los dos se conocen de pequeños – hablando el uno con el otro de manera tierna e inocente, inventando el país de Tombuctú como muchos niños inventan infinidad de cosas con su amplia imaginación. Ya crecidos, vemos cómo siguen siendo cercanos, pero todavía no seguros de si son solamente amigos o… algo más. Obviamente eventualmente descubren que se aman, pero se siente como una progresión natural de su relación, un típico caso de dos chicos que comienzan como amigos cercanos y terminan como enamorados. Es algo tan común – de hecho me ha pasado a mí – que es fácil relacionarse con la situación, algo básico en una historia de amor.
Ahora, también funciona porque los dos chicos dan buenas actuaciones. La más sobresaliente es Andrea Patriau, quien posee un rostro muy expresivo y ojos maravillosos, lo cual ayuda a decir bastante a nivel visual más que con diálogo. Su actuación es natural y sencilla, no muy exagerada pero creíble. Jaír García no es igual de bueno – se nota a veces que no es un actor profesional, lo cual felizmente es compensado por su carisma y la química que tiene con Patriau. Uno realmente cree que están enamorados porque se ven muy cómodos el uno con el otro. Hay varias actuaciones secundarias, todas sólidas, – incluyendo a Nicolé Hurtado, a quien conozco de la Universidad y interpreta muy bien a una de las amigas cercanas de Ana… ¡buena! -, pero la historia se enfoca principalmente en Ana y Lucho.
Algo que a veces me fastidia en las películas peruanas es que los personajes no hablan necesariamente como una persona normal – a veces su diálogo se siente artificial, simplemente como si estuvieran diciendo de memoria algo que leyeron, o como si hablaran las palabras de otra persona. Felizmente, esto no sucede en esta película. De hecho hay algunas líneas que no son completamente naturales – especialmente en las escenas con las versiones más jóvenes de los protagonistas, pero bueno, siempre es difícil escribir y dirigir a niños -, pero en general me pareció que la caracterización de los jóvenes fue realista y creíble, definiendo muy bien a una generación que disfrutaba de la buena música, de Pink Floyd y de Soda Estéreo, de las fiestas en donde se bailaba eso en vez del reggaetóntosco y exageradamente sexual. Sí, hubiera sido interesante ser joven en esa época….
En fin, como pueden haber notado ya, Viaje a Tombuctú me gustó bastante. Su principal objetivo es simple: contar una historia de amor con un trasfondo trágico de manera efectiva, haciéndonos reflexionar sobre los cambios que el Perú sufrió en la década del 80, y felizmente puedo decir que lo logra. El contexto no se siente forzado ni gratuito, las actuaciones son buenas, el guión es creíble, y los personajes están bien construidos. Pero los más importante es que tanto Ana como Lucho se sienten como personas reales, no como personajes escritos en páginas de papel. De repente no es perfecta a nivel técnico – hay algunos problemas de foco y un poco más de variedad de planos me hubiera gustado – pero no es una película fea en lo absoluto (la fotografía es particularmente buena.) Como al ir a verla no sabía qué esperar, resultó ser una grata sorpresa, una película dulce y emocional que me gustaría volver a ver en pantalla grande.
Avance oficial:
Mi calificación
- Mi calificación
Es una película que se deja ver varias veces, impacta el desarrollo de la historia, pero fuera del contexto macro (terrorismo y crisis económica, y una que otra canción o referencia), no me termina de llevar a los ochenta. Así no nos peinábamos ni vestíamos en esa época, el look e incluso desarrollo de los personajes es más bien noventero, quiero decir, los que fuimos adolescentes en los ochentas fuimos jóvenes universitarios en los noventa y fue cuando quizá en la mayoría de los casos, desarrollamos una perspectiva más completa de lo que aún estaba pasando, los personajes me parecen demasiado maduros. Pero el cine no se juzga tanto por su ajuste a la realidad, como producto artístico, si me gusta la película.